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12 Oporto – Aveiro #KostaMTB – Consultoría artesana en red

12 Oporto – Aveiro #KostaMTB

by Julen

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Oporto es la segunda ciudad más importante de Portugal. Atrás quedan aquellos paisajes solitarios de las Rías Altas. Los 220.000 habitantes de la ciudad y los casi dos millones de su área metropolitana se hacen notar. Bueno, quizá más se hacen notar aún los turistas. Sea como sea, gentío, como decía ayer. Sobre todo, en la zona pegada al río, en la Ribeira. Casi es el recuerdo más vívido de mi anterior paso en bici por aquí: gente, gente y gente. Pues más de lo mismo.

Mi alojamiento se ubicaba en otra de las zonas más populares de la ciudad, la rua Santa Catarina, y muy cerca de la curiosa Capilla de las Almas, cuya fachada está toda ella revestida de los típicos azulejos portugueses.

De todas formas, si algo parece emblemático en Oporto, es su puente Luis I. Vale, junto a la Torre de los Clérigos, que también luce sus esbeltos 76 metros de altura. El puente impone, con sus dos alturas. Por arriba circula el metro y por abajo, muy por abajo, los coches. Construido entre 1881 y 1886, lo diseñó el ingeniero alemán Théophile Seyrig, que fue socio de Gustave Eiffel. Así que tira de hierro, que nos vamos a cascar un arco de flipar. Venga, toneladas de metal, que no hay que escatimar.

He salido a primera hora y he cruzado el puente por arriba, por el paso superior, para luego pegarme a la margen izquierda del Duero y tomar dirección sur. Qué tranquilidad rodar poco después de las seis de la mañana sin las hordas de turistas pisándote los talones. Allá arriba era inevitable hacer algunas fotos.

Hacía fresco. He salido en manga corta y al final he acabado poniéndome los manguitos y el cortaviento. La bruma entraba del mar y la humedad lo llenaba todo.

De nuevo hoy han sido protagonistas las pasarelas de madera. Diossss, los kilómetros de ellas que han instalado. Se hace entretenido pedalearlas. Eso sí, con los ojos bien abiertos porque de vez en cuando aparece algún boquete en el suelo que no es tontería.

A los veinte kilómetros de salir encuentro, por fin, un bar abierto para desayunar. Estoy en Aguda, junto a la estación de bomberos. Impresionante la colección de dulces que se ofrecen para desayunar. Ni en siete vidas me los pruebo todos. Cómo son estos portugueses con sus pastelarias.

Poco a poco vamos añadiendo kilómetros a la ruta. En Espinho las mujeres están vendiendo en sus pequeños carros el pescado recién faenado. Una estampa típica de la costa lusitana, ¿verdad? Y más adelante, los típicos pinares de ¿Las Landas? ¿Con sus pistas ciclables? Talmente.

Tras zonas de dunas y playas, llegamos a la enorme ría de Aveiro. Mi primer contacto con ella me deja junto a un barco moliceiro abandonado, típico entre lo típico de esta zona. Al lado los flamencos están a lo que pillan entre el fango. Parece que van bien surtidos porque no despegan el pico del suelo.

Quedan casi 50 kilómetros para terminar y todos ellos van a tener como protagonista a la ría, aunque con una pequeña incursión en la playa de Torreira. Senderos, pistas y pequeñas carreteras se entremezclan con los humedales y con el maíz, que en esta zona presenta extensos cultivos.

Y así llegamos a las dunas de San Jacinto y luego a su muelle. Toca esperar al barco de las 14:15 para cruzar la bahía y llegar a Aveiro City. Pensaba que no habría mucha gente, pero allí nos hemos congregado una buena colección de cicloturistas, incluyendo a cuatro franceses. Las instrucciones del ferry invitaban a sacar el billete de forma previa en una máquina automática, pero ni ellos ni yo hemos sido capaces. Así pues, a pagarle al barquero… como todo el mundo.

Apenas 15 minutos de viaje y estamos en la zona portuaria de Aveiro. Quedan solo diez kilómetros hasta el centro. Tras cruzar (¿otra vez?) la ría por la vía de servicio de la autovía, por fin entramos en la Venecia de Portugal. Os lo imagináis, ¿no? Hasta bandera no, lo siguiente. Cosas del verano postpandémico. O lo que sea esta época en la que vivimos.

Justo al llegar al centro me encuentro de nuevo con los franceses, que vienen con sus bicis de carretera, aunque con bastante más carga que yo. No ha sido una entrada muy agradable. Aunque teníamos cierta protección en la autovía de entrada, nunca es agradable sentir ahí cerca a los camiones y a los autobuses que generan unas enormes turbulencias cuando llegan a tu altura y te sobrepasan a toda velocidad.

Ya en el hotel, conseguimos que nos den una habitación con una terraza en la que poder dejar la bici. Estupendo, mejor así porque mañana, como cada día, saldré a primera hora y el problema aquí es que la recepción no abre hasta las ocho de la mañana. Arreglado el asunto, tras la ducha y la colada, hay que buscar algún sitio para engañar al estómago. Será muy cerca del hotel mientras termino de escribir este post. Mañana nos vemos de nuevo. Ciao!

Kilómetros totales hasta esta etapa: 1.100,14.

Metros de desnivel acumulado hasta esta etapa: 14.621.

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📷 Fotografías de la ruta cargadas en el álbum de Flickr.

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2 comentarios

Isabel 05/08/2022 - 11:41

Cuando llegó la pandemia andaba yo planificando un viaje a Portugal, que hace muchos años que no voy. Y lo haré, pero mejor en primavera

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Julen 05/08/2022 - 16:19

A medida que viajamos hacia el sur la primavera tiene más sentido, no hay duda.

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