Valoración #BajoEbroMTB

by Julen

La Semana Santa siempre es una época en la que nadie puede asegurarnos buen tiempo. De los 13 días de esta ruta tres han sido bastante lamentables para pedalear. Desde luego que la palma se la lleva el tramo de Morella a Vilafranca del Cid, pero tampoco le va a la zaga la que me llevó de L’Argentera a Montblanc. Claro que en el otro lado la última etapa ha sido fantástica. En fin, vamos con una valoración en 13 puntos ya que han sido 13 etapas.

1. Muchas posibilidades para enlazar rutas.

Ya sabía, cuando diseñé el itinerario, que podía elegir entre muy diversas opciones jugando con el interior y la costa. Creo que la zona ofrece suficientes alternativas como para satisfacer casi cualquier variedad de ciclismo que quieras practicar. Desde carreteras tranquilas por las sierras del interior hasta pistas y caminos más exigentes, sin olvidar una zona como el Delta del Ebro que exhibe otro tipo de encanto. Me atrevo a decir que te guste lo que te guste como ciclista, aquí vas a acertar.

2. La ruta del Císter bien merece la pena.

No la he recorrido al completo, pero al menos el tramo entre Montblanc y Rocafort de Queralt me encantó. Como último día de pedaleo fue estupendo llevarse este recuerdo. Pistas y caminos con buena señalización, aunque en algunos tramos muy castigados por las lluvias recientes, ofrecían una amplia variedad: ascensos y bajadas fuertes, pueblecitos encantadores, llaneo entre muretes de piedra, algún que otro sendero escondido y, claro, los tres monasterios cistercienses. Sí, el GR 175 merece la pena.

3. El Mont Caro, una subida especial.

Cuando hace años había estado en el Delta del Ebro se me quedó en la retina aquel montañón que custodiaba desde la distancia la desembocadura del río. Las antenas lucen a 1.441 metros de altitud. O sea, que ese es prácticamente el desnivel desde Amposta. Y, claro, es una de esas cimas que aparecen en la lista de cualquiera al que le guste andar en bicicleta. Cada uno de los últimos 14 kilómetros, la «subida oficial», está marcado con postes indicadores para amenizar el ascenso. La pena fue que las vistas arriba no acompañaron. Lo mismo hay que subirlo otra vez, ¿no?

4. El faro del Fangar y la magia del Delta del Ebro.

Los faros cautivan. Unos más que otros. Quizá este faro del Fangar que te encuentras en la playa del mismo nombre lo hace sobremanera. Se construyó en 1972, pero parece que antes hubo otro que databa de 1864, pero que pasó a mejor vida debido, cómo no, a la Guerra Civil. Para llegar a él hay que hacerlo pedaleando por la playa, aprovechando la arena húmeda. No llega a cuatro kilómetros desde el restaurante Vascos. A mí a la ida el viento me daba de frente y costó lo suyo porque a veces las ruedas se hundían en la arena, pero la vuelta fue, lógicamente, más disfrutona.

5. Vides cultivadas a la heroica.

La inclinación del terreno en el caso de las vides provoca dos efectos contrapuestos: emergen primorosas a los ojos de quien las contempla al organizarse en pequeños bancales, pero, en cambio, impiden el uso de maquinaria en su cultivo. Y de esto último deriva la denominación que en muchas zonas del Priorat ves en las bodegas: viticultura heroica. La producción, además, se organiza normalmente en cooperativas que lucen sus inconfundibles edificios en casi cada pueblo.

6. El Pozo Negro en soledad.

Había leído acerca de los controles de acceso al Pozo Negro. Para ser sincero, no me esperaba para nada lo que encontramos el día de Jueves Santo: estábamos solos allí. Es un lugar que se te queda en la retina por su variedad cromática. Hacía buen tiempo y el sol añadía su parte para darle encanto. Dejamos las bicis un poco antes de llegar y cuando volvíamos nos encontramos con una pareja y su perro a quienes les dimos la feliz noticia: lo iban a ver como nosotros, en soledad.

7. La montaña mágica es el Penyagolosa.

Buscando información sobre el Maestrazgo topé con Jason Webster y su libro La montaña mágica. Esa montaña es el Penyagolosa y ha sido nuestra referencia durante varios días. A veces sin siquiera verlo, pero siempre intuido allá arriba, con sus dos cimas hermanas. Alrededor de la cumbre más alta de esta zona se han refugiado íberos, cátaros, maquis o hasta el Papa Luna. El Santuario de San Juan enseguida recibirá a los peregrinos de Les Useres. Magia de nuevo.

8. El bar Avenida y la tasca El Forn.

Que en un día de ruta MTB te pases 5 horas en dos bares tiene su punto. El primero fue el Bar Avenida, a la entrada de Vilafranca del Cid, tras un tramo infernal desde Morella. Allí tiritamos, nos calentamos, compartimos miseria y conseguimos el taxi que nos trasladaría a Vistabella del Maestrazgo. Claro que allí nos enchufamos otro par de horas en la tasca El Forn, esperando a que llegara el propietario de la casa rural en la que nos hospedábamos. Allí comimos, le hicimos carantoñas a Sofía y nos calentamos junto a una estufa. Fue una etapa con 2 horas de pedaleo y 5 de refugio en estos dos bares.

9. La playa del Pebret y el Parque Natural de la Sierra de Irta.

Es fácil asociar la costa mediterránea a la barbarie constructora asociada al turismo masivo del sol y playa. Por eso es un placer inesperado descubrir un parque natural como el de la Sierra de Irta, pegado al mar y con un buen número de calas y playas no con demasiada gente (iba a decir «desérticas», pero tampoco me voy a pasar). De entre lo que vimos, me quedo con la playa del Pebret, pero bien podría elegir alguna otra de las calas que aún quedan escondidas al gran público.

10. El pantano de Pena.

Pasado Beceite, una estrecha carretera de quinto orden nos llevó al embalse de Pena. Construido allá por 1930, su uso es fundamentalmente agrícola. Nosotros lo bordeamos por una pista muy agradable que nos proporcionaba vistas constantes a sus aguas color turquesa. Tras un túnel, en el paso de Llop, no quedó más remedio que fotografiar semejante regalo para los ojos.

11. El pasado a no repetir en Corbera d’Ebre.

Pedalear por el Bajo Ebro es darse de bruces con la historia que no deberíamos repetir nunca más. Las guerras, sin embargo, están hoy todavía demasiado presentes. La Batalla del Ebro resultó ser uno de los episodios más trágicos de la Guerra Civil. Por la zona hay varios centros de interpretación y en Corbera d’Ebre se pueden visitar las ruinas del poble vell. Triste para quienes un día vivieron aquí. Y triste para quienes las visitamos.

12. Santes Creus y el Café Bar Esport.

La ruta del Císter, como ya he comentado, une tres monasterios cistercienses: Poblet, Santes Creus y Vallbona de les Monges. En ruta me topé con el segundo, el de Santes Creus. Según bajaba por una pista lo vi primero en la distancia y luego ya, de cerca. Se accede a través primero de dos grandes portales, el segundo de los cuales da acceso al pueblo, si es que lo podemos llamar así. Al menos allí dentro está el Ayuntamiento y algún comercio. Luego ya, mediante otra entrada se accede al monasterio en sí. Hubo oportunidad también de disfrutar de un café en la terraza del Café Bar Esports y coincidir con unos cuantos ciclistas más.

13. ¡¡Puñooos fueraaa!!

Mazinger Z forma parte de mi infancia. La estatua a este personaje icónico de dibujos animados japoneses en la urbanización Mas de Plata era visita obligada. Ya sabía lo que me iba a encontrar, pero cuando Dani, un amigo que de vez en cuando se viene hasta aquí desde la costa en donde vive, me preguntó si cumplía mis expectativas, lo tuve claro: sí, estaba todo más arreglado de lo que me esperaba. Pero, en fin, que el 6 de marzo pasado reinauguraron el entorno que rodea la estatua. Ah, por cierto, la plaza está dedicada a Alfredo Garrido García, quien cantaba la canción de Mazinger Z y que es… ¡de Bilbao!

Bueno, os dejo, que tengo que acercarme hasta el Monasterio de Vallbona de les Monges. El día ha amanecido, de nuevo, desapacible. Desde la habitación oía llover mientras me hacía un ovillo bien tapado con las mantas. Sabía que hoy, después de 13 días, no tenía que vestirme de romano para comenzar a pedalear. Tras ducharme, he bajado a desayunar. El dueño del hostal me decía que ya no hace el mal de tiempo de antes. Eso sí, el frío de la semana pasada, ese que nosotros conocimos entre Morella y Vilafranca del Cid, se ha cargado la flor de los almendros. Melancolía.

📷 Fotografías de la ruta cargadas en el álbum de Flickr.

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2 comentarios

Juanjo Brizuela 24/04/2022 - 22:48

Vaya mérito tienes, y tenéis. Tremendo peregrinaje el que habéis realizado.
Enhorabuena de verdad.

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Julen 25/04/2022 - 19:27

Lo bien que lo pasamos… jejeje

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