https://strava.app.link/JcmndSdInpb
Por la tarde aproveché para llevar la bici de nuevo a un taller aquí en Amposta. Ha vuelto el crujido. Me temo que el sillín necesita un recambio. Se quedaron con la bici para probarla un poco y ver si daban realmente con el problema. Sí, parece provenir del sillín, pero no sé si es que se está muriendo o si es simple cuestión de engrasar los raíles y la tornillería de la zona. Ya lo hicimos hace tres días y estamos como antes.
Más tarde, cuando iba a recogerla, me encontré de casualidad, muy cerca de la tienda donde la había dejado, con un bar curioso: el Racó del Cicliste. Pues hubo que hacer una paradita, ¿no?
Vale, definitivamente me dicen que es solo cuestión del sillín. Así pues, la recojo con un nuevo engrase que espero que elimine los crujidos. Cruzó los dedos.
A ver, que llevo tres días aquí y aún no he escrito mis dos párrafos de divulgación patrimonial y cultural de Amposta. Vamos con ello.
El pueblo luce, desde luego, su puente colgante. Construido entre 1915 y 1921, fue derruido, cómo no, en la Guerra Civil, allá por 1938. Bombardeo aéreo, para qué te quiero. Así que tocó reconstruirlo al año siguiente, en 1939. Desde entonces, ahí sigue sobre el Ebro, con sus 134 metros de longitud y sus dos arcos del triunfo, de estilo historicista alemán. Eso leo en la Wikipedia. Ah, y ¿en qué otro puente se inspiró, siendo, como es, de cemento armado? Pues en el de Brooklyn, Nueva York. Categoría.
Y una segunda referencia fundamental en Amposta es, lógicamente, el arroz. En torno a él se creó la Cámara:
Fundada en el año 1927, La Càmara Arrocera del Montsià es una cooperativa agrícola que reúne a más de 2.500 socios dedicados a cultivar, elaborar y comercializar arroz bajo la Denominación de Origen protegida “Arroz del Delta del Ebro”.
El cultivo del arroz se introdujo a finales del siglo XIX y en la actualidad supone el 83% de la superficie cultivada del delta. Si queréis saber más, la web de la Cámara me ha parecido muy didáctica. Ahora en abril y hasta septiembre se produce la inmersión del arroz. Las variedades Bahía, Gleva, Bomba y, sobre todo, Montsianell comienzan su maduración en las nada desdeñables 14.000 hectáreas que ocupan en el delta. A finales de septiembre y principios de octubre comienza la recolección. Y sí, por supuesto que puedes disfrutar de las consiguientes jornadas gastronómicas.
Las dos fotos anteriores forman parte de una bonita colección que tengo en la habitación de la casa en la que me hospedo. La lleva una enamorada de los flamencos. Por lo que me ha explicado, desde hace unos años se están quedando a vivir en el delta. Los nidos los tienen mayoritariamente en la zona de la Playa del Trabucador, en la margen izquierda del río, mientras que durante el día suelen pasearse por donde he pedaleado, entre Riumar y el comienzo de la playa del Fangar.
Vamos con la etapa de hoy. Anduve consultando las previsiones climatológicas y decidí salir en cuanto se hiciera de día. A partir de media mañana el tiempo se preveía más feo.
Un poco después de las siete cogía el puente colgante de Amposta en dirección noreste siguiendo la línea de costa. Nubarrones, pero no llueve. Eso sí, el viento pega fuerte de costado y, por tramos, de frente. He diseñado el track tratando de evitar la carretera nacional, aunque en algunas partes toca compartir ruta con los coches. De todas maneras, tiene un arcén generoso. Pasamos L’Aldea y en L’Ampolla nos pegamos definitivamente a la costa.
Es curioso que a veces vayan en paralelo las vías del tren (tiene que ser un viaje agradable si llevas ventanilla con vistas al mar), la autopista, la carretera nacional y la alternativa que he elegido por pistas y carreteritas alternativas. Cuando llegamos a la costa, las vistas, con el día de nubes que llevamos, son preciosas. La cala de L’Àliga, por ejemplo, poco antes de L’Ametlla de Mar, está espectacular.
De vez en cuando llueve un poco, pero es llevadero. Llegamos a la altura de la central nuclear de Vandellós II. Ahí trabajó hasta hace poco un amigo. Le mando un WhatsApp a ver si nos puede saludar con una nube radioactiva o cualquier detalle menor. Pero no, ya no está ahí. Una pena.
El siguiente pueblo con el que nos topamos es L’Hospitalet de l’Infant. Otra vez entramos pegados al mar por un camino que discurre junto a un camping y recorremos el típico paseo marítimo, ahora desierto por el mal tiempo.
Llueve un poco más fuerte y decido parar a tomar algo. Por la zona pegada al mar no hay ningún bar o cafetería abierto. No son aún las diez de la mañana y está todo bastante desangelado. Me he fundido 50 kilómetros a buen paso para evitar la lluvia. A ver si conseguimos salvar el día sin calarnos. Me subo hasta la carretera general (aquí una amplia avenida con muchos comercios) y busco cobijo mientras fuera la lluvia parece engordar. Vamos a esperar. El forn en el que paro es enorme y está a rebosar. Resayunamos a gusto. Me entero de que estoy en Miami Playa. Pues bien.
La salida hacia Mont-roig del Camp sigue la carretera general, pero a los cuatro kilómetros se desvía a la izquierda por una encantadora pista asfaltada que sube poco a poco entre olivos. Llueve suave. Llegamos a Mont-roig. De suave nada de nada, llueve con ganas. O sea, que hacemos una nueva parada técnica antes de afrontar los doce kilómetros finales hasta L’Argentera, casi todo en subida. Primero nos sirve cobijarnos bajo un balcón, pero luego la lluvia, que continúa, pide un bar. Ahí está.
La chica que atiende en la barra me dice que meta la bici dentro del bar, que no la deje fuera, que así «se seca un poco». Pues encantado. A medida que he dejado la costa y me adentro en la sierra noto que la temperatura ha bajado. Y eso que aún quedan 400 metros de desnivel por pedalear. Toca seguir esperando porque si salgo me voy a empapar de nuevo. Tiempo tengo de sobra. Sigue lloviendo. Sigo esperando. En fin, habrá que salir de la cueva, ¿no?
La lluvia es fina y me acompañará hasta el final. La carretera asciende suave al principio hasta Vilanova d’Escornalbou y desde ahí lo hace con rampas más respetables. En todo este tramo hasta L’Argentera no me he cruzado con ningún coche. Que sepáis que estamos a escasos veinte kilómetros de Cambrils, pero es evidente que esto es otro mundo.
Corono el puerto y decido sumar otro repecho hasta el Castell Monastir de Sant Miquel d’Escornalbou (mañana os pongo al día). Desde allí se ve el día cerrado en las cumbres cercanas mientras abajo, entre la niebla, aparece L’Argentera.
Bueno, al final hoy la alerta amarilla no ha sido para tanto. Mañana siguen las malas previsiones al menos hasta media mañana. Quizá retrase la salida si se confirma. Ya os enteraréis. Joder cómo tira ahí fuera. Chuzos de punta.
Kilómetros totales hasta esta etapa: 832,17.
Metros de desnivel acumulado hasta esta etapa: 10.604.
⏪ Etapa anterior | Etapa siguiente ⏩
📷 Fotografías de la ruta cargadas en el álbum de Flickr.
📚 Lee todos los artículos relacionados con esta ruta.