10 Delta del Ebro #BajoEbroMTB

by Julen

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La tarde se me pasó entre una comida que se extendió hasta cerca de las 16:30 mientras terminaba de escribir el post, luego un breve paseo hasta una heladería y después hasta el famoso puente colgante de Amposta, y finalmente terminar la novela que estaba leyendo, la primera que Jon Arretxe publicó con Touré como protagonista, el atípico detective de Burkina Faso, vecino de Bilbao la Vieja. La comida estuvo animada. Al lado tenía una mesa con doce comensales, niños de diversas edades incluidos, en la que cada cual competía por chillar un poco más que los demás. Ya a los postres, cuando los canutos iban pasando de mano en mano, decidí darme de baja y buscar aires menos densos.

Tuve que hacer, además, de tripas corazón. Soy de esos tipos sensibles a las manos sucias en, por ejemplo, los camareros. No entiendo que alguien que te va a mostrar las manos cuando saca la comida muestre una dejadez tal con sus uñas. No entro en más detalles por si pudiera herir sensibilidades. No vuelvo a ese sitio ni loco.

La tarde, no obstante, me obsequió con otro bar costumbrista. Quise poner pies en polvorosa cuanto antes del antro en el que comí. Así que mi cafecito (sí, ha sido marchar Alberto y volver al café, ya veis) me lo tomé en un bar que está aquí al lado de donde me hospedo. Es un bar pequeño que hace esquina. Como corría brisa fresca en la terraza, me lo tomé en una mesa de dentro. Tuve el honor de compartir un rato con los tres típicos borrachos en fase de exaltación eufórica de la amistad. Y eso incluía a la camarera, a la que habían tomado también como amiga del alma. Menos mal que a ella se la veía con tablas para manejar a semejante trío calavera. Cómo se querían entre sí, te voy a echar de menos cuando no estés aquí.

Hoy quería pedalear por la margen izquierda del Ebro. Eso suponía visitar la parte norte del delta. El domingo Alberto y yo entramos por el sur y pedaleamos hasta la playa de los Eucaliptus. Al norte queda Riumar, ya en la margen izquierda, justo donde el Ebro desemboca por fin en el Mediterráneo, en la isla de Buda. Y más al norte aún, la punta del Fangar, con su emblemático faro.

Me levanté sin prisa porque la idea era tomármelo como etapa de recuperación. No obstante, en lo que va de ruta, la etapa del diluvio y la del domingo han sido muy llevaderas. Esta noche pasada ha llovido, pero parece que durante la mañana el tiempo va a aguantar. Luego, por la tarde, se supone que el día se estropeará. Bueno, lo de estropearse ya se sabe que depende del cristal con que lo miremos cada cual.

Me acerqué a la calle principal para desayunar en una terraza entre gente que vuelve al trabajo. Ayer lunes aún era fiesta aquí en Catalunya, pero hoy es día de labor. La cafetería que elegí resultó ser un buen lugar para ponerse al día con lo último del pueblo: que no se recordaba tanta gente desde hacía años y que hasta en la carretera general se han formado atascos.

Ya sobre la bici, cruzo el Ebro por el puente colgante y enseguida comienza el paisaje típico del delta. Caminos y pistas junto a las acequias con cientos de pájaros atareados en busca de su desayuno.

Me dirijo hacia la Punta del Fangar. Al llegar a la línea de costa toca pedalear un buen tramo por la arena, junto al mar. Se hace algo pesado porque hasta llegar al faro tengo viento en contra. Claro que la vuelta será otra cosa. Sigo las rodadas de un todo terreno que supongo que será de algún servicio del parque porque en la playa está prohibido el tránsito para vehículos motorizados. Por fin llego al faro. Fotogénico, como tantos otros.

Efectivamente, la vuelta, con viento a favor, permite el pedaleo ágil por la playa. Disfrutar es decir poco. Todavía quedan, no obstante, otros cuantos kilómetros de arena hasta llegar a Riumar y a la desembocadura del Ebro. Los flamencos y sus primos zancudos me van saludando.

Desde la urbanización de Riumar, tras el avituallamiento líquido del día en el bar del camping (todo lo demás estaba cerrado, supongo que por aquello de descansar después de la marabunta), se accede por un carril a la desembocadura. Han construido una peculiar torre de madera que permite desde arriba comprender mejor el lugar en el que estás te hallas.

Ahora solo queda pedalear de vuelta hasta Amposta con la compañía siempre presente del Ebro a la izquierda. Si anteayer pedaleábamos por el GR99 al otro lado del río, esta vez lo hacemos por otro carril bici, aunque con menos encanto que su vecino. El viento, algo a favor, nos deja en Amposta poco antes de la una del mediodía. Un paseo agradable en el que el tiempo nos ha respetado. Y si ayer afrontábamos una subida de más de 1.400 metros de desnivel de un tirón, hoy el total de desnivel acumulado se ha quedado en 56 metros. Que no se diga que no hay variedad.

A ver qué tal mañana. Hay aviso amarillo por temporal en la costa. Cosas del clima. Se prevé viento fuerte, por supuesto en contra, y lluvias también fuertes a partir de última hora de la mañana. Por mi parte, intentaré salir cuanto antes para ver si evito esas lluvias.

Kilómetros totales hasta esta etapa: 752,37.

Metros de desnivel acumulado hasta esta etapa: 9.475.

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📷 Fotografías de la ruta cargadas en el álbum de Flickr.

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