08 Benicarló – Amposta #BajoEbroMTB

by Julen

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Esto es otra cosa. Veinte o treinta kilómetros al interior, es territorio de despoblación. Aquí en la costa, en cambio, el turismo de sol y playa juega en otra división. Benicarló cuadriplica hoy la población que tenía en 1900. Estamos en el Bajo Maestrazgo. El Alto Maestrazgo es un mundo diferente. Sin embargo, de entre los municipios de la Costa Dorada, quizá sea este uno de los que más diversificada presenta su actividad económica. Posee puerto pesquero, hay agricultura —con su propia fiesta de la alcachofa, que cuenta con denominación de origen—y una cierta industria en torno al mueble, las destilerías de esencias químicas y la construcción. O sea, que no solo de sol y playa vive el pueblo.

Al llegar al hotel me di cuenta de que las zapatillas que uso para andar por las tardes tras el pedaleo estaban a punto de morir, así que hubo que tirar de bazar chino para salir del paso y encontrar reemplazo.

Paseamos hasta el puerto, que incluye zona deportiva y otra para los pesqueros. Y al lado, la típica zona de autocaravanas en primera línea de mar. A lo largo de estas dos últimas etapas pegadas a la costa las hemos visto en abundancia.

Quisimos cenar alcachofas, pero el destino se puso en nuestra contra. En su lugar comimos unas verduras a la plancha y un plato de raya a la marinera cuando menos curioso.

Tras los dulces sueños, a eso de las ocho, como todos los días, comenzábamos a dar pedales camino de Vinaroz. Estamos en Domingo de Resurrección. En Benicarló tienen esta mañana procesión del Encuentro entre las imágenes de Jesús Resucitado y de la Virgen María. Nosotros seguimos ruta de peregrinación hacia el norte siguiendo la costa.

Toda la parte inicial de la etapa nos dejaba ver el curioso contraste entre los bloques de apartamentos de los pueblos turísticos de costa y las casitas tradicionales, muy cerca del mar, junto a cultivos de alcachofas que a veces llegaban hasta la misma playa. Pasados treinta kilómetros, Sant Carles de la Ràpita nos obsequiaba con un enorme puerto deportivo. Habíamos llegado a una de de las puertas de acceso al Parque Natural del Delta del Ebro. Hacía tiempo que no pedaleaba por aquí y es un lugar del que tengo muy gratos recuerdos. Siempre me ha parecido que hay una magia especial en este sitio.

Por carreteras y pistas hemos llegado hasta el centro de interpretación del Parque, en la Casa de Fusta. El calor apretaba un poco, pero quizá más la cantidad de gente que se veía por la zona. De todas maneras, es un lugar agradable para ir con niños y ver aves desde cualquiera de los numerosos observatorios repartidos por el Delta. Desde allí, tras pasar por Poblenou del Delta, tomamos camino de la playa de los Eucaliptus.

Estamos en la margen derecha del Ebro. La playa es inmensa y se extiende kilómetros y kilómetros hacia el sur. Dicho queda.

Desde aquí solo me quedaba tomar camino de Amposta para acompañar a Alberto hasta la estación de tren y luego volverme al pueblo, donde voy a pernoctar tres días. La idea era pasar por Muntells y San Jaume D’Enveja antes de coger el GR99.

Poco antes de llegar a Sant Jaume, mientras pedaleábamos al más puro estilo Verano Azul, ¡boom! ¿Qué ha sido eso? Le oigo por detrás a Alberto gritarme para que me detenga. Lo primero que había pensado al escuchar la «detonación» era que se trataba de la típica forma de espantar a las aves de algún cultivo, pero no. La cubierta trasera de la bici de Alberto, no sabemos muy bien por qué, literalmente, ha reventado. Oh, oh, pinta mal.

Probamos a meter otra cámara, pero no hay nada que hacer. Y, claro, no llevamos cubiertas de recambio. No queda sino pedir (otra vez) un taxi para que le lleve a Alberto hasta la estación de tren porque él acaba hoy y se va a Barcelona para desde allí coger autobús con dirección a Bilbao. En fin, habrá que verlo desde el lado bueno: ha sucedido aquí, en sitio civilizado. Peor habría sido el otro día en la pista junto al Penyagolosa o el día del diluvio y el frío camino de Vilafranca del Cid.

Así pues, le dejo a Alberto a la espera del taxi, mientras yo continúo ruta a través del GR99, el sendero que acompaña al Ebro. No podemos hacer otra cosa. Más adelante me llama para decirme que ya está en la estación y que todo, hasta donde cabe, ha ido bien. La estación está a ocho kilómetros de Amposta, en L’Aldea, y no merece la pena, siendo la hora que es, que vaya hasta allí para luego volver. Así que nos despedimos por teléfono. Qué le vamos a hacer. Por cierto, más tarde me pasa un mensaje para decirme que el tren lleva un retraso de una hora porque ha habido un «arrollamiento» a la altura de Tarragona. Diosssss, que acabe ya este día.

Solo me queda decir, por cerrar en positivo, que este último tramo en bici ha sido muy agradable. El GR99 va pegado al río con amplios tramos de sombra por un camino estupendo para rodar ágil. No todo son desgracias.

Kilómetros totales hasta esta etapa: 596,44.

Metros de desnivel acumulado hasta esta etapa: 7.845.

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📷 Fotografías de la ruta cargadas en el álbum de Flickr.

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