El cansancio y la tensión de una jornada online de cinco horas

by Julen

Recuerdo que mis primeras experiencias de formación online, tras el confinamiento de la primavera del pasado año, fueron muy bien. No es que lo dijera yo, sino que también quienes participaron en aquellos programas los valoraron de forma muy positiva. Fue en la primavera de 2020, cuando durante un tiempo no tuvimos plan B y había que hacer online sí o sí lo que antes habíamos diseñado para que ocurriera de forma presencial. Aquella receptividad por parte de quienes se matriculaban hoy, en gran parte, ha devenido en algo muy diferente. Llámalo hartazgo.

Sigo pensando que una gran parte del problema de la formación online es que dependemos de una tecnología de conectividad que de vez en cuando fracasa estrepitosamente. Otra cosa es por qué fracasa. Sobre todo, si la comparamos con lo que somos capaces de hacer cara a cara, cuando compartimos tiempo y espacio. Ayer mismo participaba en una jornada de trabajo, desde las 9 h hasta las 14 h. La sufrí en toda la extensión del verbo: micrófonos que dejaban entrar ruido por todas partes, unas personas con una calidad de conexión deficiente y otras que, simplemente, se quedaron sin poder participar porque «el sistema» cayó.

Si comparamos esta experiencia con una simple reunión de las de toda la vida no hay color. Así que enseguida surgió, por supuesto, la necesidad de pasarnos al plan B, ahora que comienza a haberlo: mandar a la mierda a Teams (era la herramienta con la que estábamos trabajando) y abrazar el fomato de toda la vida, ese que nos reúne bajo el mismo techo.

Analizando con un poco más de calma lo que sucedió, creo sinceramente que, además de los imponderables tecnológicos, faltó un diseño adecuado de la reunión online. Fue un encuentro atípico porque por un lado estaba un grupo de personas (unas diez) que decidieron reunirse online empleando para ello un espacio común. Resultó que aquella sala proporcionaba una calidad de audio lamentable. Pero allí estaban, todas bajo el mismo techo. Sí, la reunión era con todas ellas, pero creo que fue un claro error que entendieran que, como equipo, tenían que emplear un mismo espacio.

Por otro lado, estábamos otras cinco personas. En este caso cada cual estaba en su centro de trabajo o en su domicilio particular. Aquí la calidad de la conexión era mucho mejor. Por cierto, cuando digo mejor hay que matizar que incluso mejor calidad en las que nos conectábamos desde nuestra casa.

A todo lo anterior, claro está, hay que añadir que no se compartió ninguna norma inicial respecto a método de trabajo online. Había mucho contenido que abordar en esas cinco horas y una cierta presión para que todo él se abordara. No fue solo el problema del entorno online sino de los propios contenidos de la jornada.

Lo que quiero compartir es que cinco horas de reunión online requieren una preparación mejor que la que pudimos comprobar cuando ya estábamos en materia. No entendí que quien decidió meter a diez personas en una sala no tuviera en cuenta que íbamos a sufrir un audio lamentable. A partir de ahí todo se hizo cuesta arriba. Una simple cuestión técnica —¿por qué no estaba cada cual en su puesto de trabajo con su equipo?— provocó una sensación de una y no más. Así que la consecuencia es que dos nuevas reuniones que tendremos dentro de quince días serán presenciales, si todas las partes estamos de acuerdo.

Por mi parte, aunque desde luego que no tengo problema alguno para volver al formato presencial, creo que nos equivocamos al criticar el formato online por el simple hecho de serlo online. La experiencia de la reunión fue lamentable, pero lo fue porque la diseñamos fatal. Yo fui el primero que acabe con una sensación horrible. Cansado, de mala hostia, con ganas de terminar aquel suplicio. Pero sé que lo habíamos hecho mal, que hay prestaciones que podemos emplear en las reuniones online que brillaron por su ausencia. Medios técnicos y competencias digitales, como os digo, brillaron por su ausencia.

Me doy cuenta también de que hay gente que no termina de sentirse cómoda con el formato online. Por la razón que sea, ve en este soporte algo sobre lo que ya han dictado sentencia: no y no. Punto final. No vas a comparar. Pues sí. Sí creo que debemos comparar y darnos cuenta de lo que nos aporta el formato online. No solo la economía en desplazamientos, sino posibilidades de interactuar con el contenido de una forma mucho más directa. Otra cosa es que no tengamos las competencias para ello o que la tecnología se ponga en contra. Y sí, dependemos de la tecnología, pero también es cierto que cuando necesitas fiabilidad en la conexión deberías asegurar ciertos aspectos.

En este último sentido, por ejemplo, todavía recuerdo una pequeña lista de recomendaciones que compartíamos en aquellas primeras sesiones online de la primavera del año pasado cuando todo era online. Las comparto aquí:

    1. Prueba a desactivar las notificaciones. En Windows puedes hacerlo desde el «asistente de concentración». Deja activas solo las alarmas. Más información aquí.

    2. Por cierto, ¡mejor con cable Ethernet que con wifi! Si tienes las dos, desactiva conscientemente la wifi y luego ya la volverás a poner.

    3. Procura que no te entren actualizaciones del sistema operativo o del navegador durante la sesión.

    4. Si dispones de una segunda pantalla, ¡úsala! Coloca en la que tienes la cámara la presentación y usa la segunda como accesoria.

    5. Silencia el móvil y el teléfono fijo si puedes.

    6. Si, con todo, usas wifi mejor te colocas cerca del punto de acceso para que tengas el mínimo de interferencias posible. La serie de Netflix puede esperar 😉

Ha pasado año y medio desde que comenzamos con el uso intensivo de las tecnologías para reunirnos y se ve que aún no hemos aprendido, ni mucho menos, lo suficiente. Una reunión online de cinco horas con problemas de conectividad, con evidentes lagunas respecto a competencias digitales y con un contenido denso y exigente tiene su consencuencia: dolor de cabeza, cabreo, cansancio y así no puede ser. Pues bien, me da que ir al formato presencial va a ser, en buena parte, un paso atrás. Otro día escribiré sobre esas reuniones que tendrán lugar dentro de dos semanas. Estoy convencido de que aparecerán otras miserias. Otras, diferentes, pero quizá más tolerables. Volveremos a la ineficiencia conocida, que da más tranquilidad. Así de triste.

Termino por reconocer que fui incapaz de compartir esto que escribo aquí con el resto de personas que participaron. Tal era la sensación de otra más así no, por favor, que me callé y preferí no echar más leña al fuego. En fin, ayer tuvimos la evidente tentación de demonizar toda esta mierda de las reuniones online. Hasta otra.

Imagen de Armin Schreijäg en Pixabay.

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7 comentarios

Iñaki Murua 15/10/2021 - 14:54

Con esto de las reuniones online, he recordado una antigua entrada en mi blog (¡julio de 2012!) en la que cito textos y experiencias aún más antiguos (como un artículo de 2005 y otro de 1994): De unas reuniones a otras / Bileretatik bileretara. El decálogo que menciono creía y creo que también es aplicable cuando hay TICs de por medio.
Por cierto: ¿reuniones de cinco horas? Diría que poco «rentables» incluso en presencial 😉

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Julen 18/10/2021 - 11:58

Sí, Iñaki, me da que no solo se trata de que sea «online», sino de que sea una buena reunión en cuanto a diseño se refiere. Mucho en que mejorar todavía.

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Amalio Rey 15/10/2021 - 21:52

«hay gente que no termina de sentirse cómoda con el formato online», yo soy uno de esos, Julen, y mira que ya llevo millas con esto

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Julen 18/10/2021 - 11:59

Pues te va a tocar sufrir lo tuyo, Amalio 😉

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Venan 16/10/2021 - 22:38

5 horas, a nadie le parece un disparate? La preparación y los medios utilizados es básica. En las empresas se utiliza “ese” ordenador que nadie quiere para hacer las videoconferencias, total, como no requiere potencia de procesamiento … Error grave.
El día antes hay que actualizar el sistema operativo y las aplicaciones que vayas a utilizar en la Videoconferencia, navegadores y lo que corresponda.
Los sistemas de vídeo y audio integrados en los ordenadores no siempre son los mejores, utiliza una cámara buena, merece la pena. El micrófono también debe de estar especializado y ser capaz de anular el ruido y aislar los sonidos que no sean voz. Finalmente, si estás en un entorno compartido, donde hay más gente y puede molestar el sonido, utilizar unos auriculares adecuados ayuda.
Siempre tener a mano un plan B, mejor por cable que inalámbrico, mejor las conexiones de casa, sin filtros ni VPNs que las corporativas diseñadas para extremar la seguridad a costa de reducir las prestaciones.
A veces incluso, un tablet con conexión 3, 4 o 5G, es suficiente para una experiencia adecuada.
En última instancia, deja la conexión del ordenador en la pantalla grande y abre una segunda sesión con tu smartphone para conectar a él tus auriculares con micro del propio smartphone que están diseñados para eso.

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Julen 18/10/2021 - 11:59

Mira que le hemos dado vueltas a estas cosas, pero todavía hoy es el día en que no se atienden adecuadamente los aspectos básicos. Y así nos va.

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Carlos 21/03/2022 - 11:56

A mi dame remoto y déjame de presencialidades, amigo. Ni método presencial ni mixto, lo siento. Puedo «aceptar» una reunión mensual presencial para ver líneas generales de trabajo y tal. Vale. Pero el resto, si mi tarea me lo permite, que sea todo a distancia. No quiero perder mas tiempo en desplazamientos. Lo malo son los viajes a la nevera a picar algo. Un saludo.

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