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Hoy hemos pedaleado la que va a ser última etapa de esta ruta que nos ha permitido conocer Trás-os-Montes -siguiendo las huellas del viaje de Julio Llamazares hace casi 30 años-, al norte de Portugal, también 9 de los 12 pueblos que conforman la Grande Rota das Aldeias Históricas, y Galveias, el lugar de infancia de José Luis Peixoto y al que dedico una preciosa novela. Dejamos atrás Portugal y entramos en Cedillo, provincia de Cáceres, a través de una frontera un tanto especial, para sentir la emigración desde su origen. Finalmente hemos pedaleado, con ciertas libertades, por algunos tramos de la Cicloextremeña.
He cambiado de planes para esta última etapa. Mi idea era pedalear por la «zona oscura» camino de Granadilla. Carlos y Pablo, las almas que están detrás de la. Cicloextremeña, la llaman así porque son 50 kilómetros sin un pueblo que echarse al gaznape por zona montañosa y sin cobertura. Iba a pasar por ahí, pero me ha dado pereza. Ya lo haré algún día con menos calor. Queda para la siguiente. Así que he pensado que para terminar la ruta me voy a regalar una etapa de turisteo en plan relajado. Bueno, con 1.500 metros de desnivel acumulado, pero eso son menudencias porque vamos a rodar por carreteritas.
El caso es que una variante mucho más amable para llegar a Béjar era pedalear dirección norte hacia Mogarraz primero y Miranda del Castañar después. Desde allí seguiré vía La Calzada de Béjar, cruzando la Vía de la Plata, hasta Béjar. Me concedo, como os digo, una etapa de tranquilidad, sin prisa alguna. Dejamos la Sierra de Gata y nos adentramos en la Sierra de Francia; dejamos Extremadura y nos adentramos en Castilla y León.
La previsión del tiempo anunciaba 40 de máxima en Riomalo de Abajo y 37 en Béjar. Así que decidí salir a primerísima hora. Nada más salir de Riomalo se cruza el río Ladrillar para coger un «camino agrícola» asfaltado que sube hasta Herguijuela de la Sierra, un coqueto pueblo serrano con arquitectura tradicional.
Seguimos subiendo porque hay que salvar un desnivel de algo más de 500 metros hasta llegar a Monforte de la Sierra y luego ya a Mogarraz, el pueblo de los retratos de sus vecinos, obra de Florencio Maíllo, que cautivan nada más empezar a callejear. En Nisa también encontramos la misma propuesta, aunque mucho más humilde.
Echamos mano de un té en la Plaza Mayor, todavía casi desierta a las nueve de la mañana. Llega el panadero y con él se anima un poco el ambiente. La gente sale de sus madrigueras y se van llevando las correspondientes raciones. Ya no es lo que era: que si una integral, que si una chapata, que si una hogaza. El pan dejó de ser pan para abrazar la oferta amplia que exigen los tiempos contemporáneos.
Salimos de Mogarraz hacia Miranda del Castañar. Aquí dormí en ruta hacia Oporto cruzando la península ibérica desde Sagunto. Me acerco hasta la muralla exterior, al otro lado de la entrada principal, porque sé que allá al fondo se ve el Santuario de la Peña de Francia, a donde subí en aquella ruta. Venga, os lo pongo fácil en la foto.
Se ve, cómo no, bastante turisteo. Las dos terrazas de la plaza están ya con su público habitual. Son desayunos tardíos de quienes están de vacaciones sin prisa alguna, dejando pasar la mañana. En la mesa de al lado escucho esa conversación insistente en busca de las profundidades de la memoria sepultadas por el Alzheimer. Gente mayor a este precio.
Mientras callejeo coincido con otro chaval que lleva también una Oiz. La conversación es fácil cuando partes de puntos comunes.
Continuamos el pedaleo. Hay que bajar ade nuevo a cruzar el río Alagón y encarar la subida hacia Béjar. No sé si será porque es el último día, pero me da por apretar un poco en la subida. Tampoco os vengáis arriba. He dicho «un poco».
Voy hacia La Calzada de Béjar para recorrer un pequeño tramo de la Vía de la Plata y entrar a Béjar por una pequeña carretera junto al río Cuerpo de Hombre. Al otro lado del río, por cierto, recuerdo un tramo muy bonito por un sendero arbolado.
Solo queda subir hasta Béjar. En el hostal me preguntan a ver qué tal el Camino de Santiago. Supongo que de vez en cuando le vendrá gente pedaleando la Vía de la Plata. Le resumo mi viaje que termina hoy.
Hasta aquí las crónicas de estas 25 etapas. Mañana es día de viaje de vuelta a Bilbao en autobús. Descansaremos de pedalear y de escribir. Eso sí, el viernes publicaré un primer post de balance de la ruta y quizá luego otro con una valoración más personal. Gracias por estar ahí. Hasta la siguiente. Espero no os haberos agotado con tantos kilómetros 😉
Kilómetros totales de la ruta: 1.823,94.
Metros de desnivel acumulado de la ruta: 32.205.
📷 Fotografías de la ruta cargadas en el álbum de Flickr.
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4 comentarios
Feliz regreso al Botxo, Julen.
Echaré en falta estas crónicas travacacionales 😉
Gracias, Iñaki. Será fugaz el paso por el Botxo, pero siempre es agradable volver a casa…
Ha sido refrescante leerte día a día.
Gracias, Venan. A ver cuándo nos vemos. Cuídate mucho 🙂