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08 Freixo – Vila Nova de Foz Coa #PortugalMTB – Consultoría artesana en red

08 Freixo – Vila Nova de Foz Coa #PortugalMTB

by Julen

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Freixo de Espada à Cinta quiere decir Freixo de espada al cinturón, para que quede claro, ¿vale? No vaya a ser que los del otro lado de la frontera se pongan revoltosos. Menos mal que ahí al lado el Duero hace de juez de paz porque a su alrededor se ha constituido un parque natural internacional. Ja. Eso creía yo, pero resulta que el parque es portugués y solo portugués. Comprende cuatro municipios: Freixo de Espada à Cinta, Miranda do Douro, Mogadouro y Figueira de Castelo Rodrigo. En fin, que, de todas formas, para vuestra tranquilidad, mucha espada al cinturón no he visto en Freixo. Más bien ninguna.

Según vestigios de arte rupestre que aún permanecen, la zona estuvo habitada desde tiempos de Mari Castaña, pero parece que cobró relevancia con la independencia de Portugal allá por el siglo XII. ¿Y eso qué quiere decir? Muy bien, lo habéis adivinado: castelo como Dios manda. El chaval data del siglo XIII y desde entonces, pues lo típico, que depende de quién se lo que quedaba lo iba poniendo a su gusto. Así que por aquí me construyes una torre heptagonal —que se note que somos originales—, ahí me vas a colocar unos balcones con sus matacanes, y no te olvides de dejarnos una buena barbacana, que nunca hay que fiarse de los del otro lado del río. En fin, las típicas chapucillas de los habitantes del castelo.

Cuando llegué no había apenas casi nadie por la calle. Como siempre, los bomberos voluntarios ocupaban un sitio céntrico marcando territorio. Hice un poco de tiempo en un bar hasta que llegaron una cuadrilla de chicas y chicos con las hormonas en carne viva. Semejantes gritos y risas histéricas me hicieron poner al de poco rato pedales en polvorosa. Eso sí, me enteré que aquel sitio era la mejor opción para cenar en el pueblo y reservé porque me avisaron que aquello estaba lleno… de españoles. Curiosamente no daban de cenar a partir de las siete, como suele ser habitual, sino a partir de las ocho. Fue una estupenda elección. La presa con salsa de mostaza y miel estaba rica rica.

Hace un par de años, siguiendo la Senda Natural del Río Duero, hice noche en Vilvestre, porque de allí es un amiguete. Ya he visto por Twitter que también este año está por allí. Queda enfrente, al otro lado del río. Se ha asomado al castillo para saludar. Un abrazo, compañero, Duero mediante. Y compartimos una aportación que nos hace sobre las mugas.

Digna de mención es la casinha de Saõ Francisco en que estoy alojado. Es una vivienda tradicional de la que han sacado dos apartamentos muy coquetos, con dos alturas, el dormitorio abajo y una cocina y un saloncito arriba. Todo con muy buen gusto. Por si pasáis por aquí, digo.

Del paseo por el pueblo deduje que el poeta (también político y bastantes cosas más) Abílio Manuel Guerra Junqueiro es el personaje de referencia de Freixo de Espada à Cinta. Le tienen dedicado un museo y se ve que también hay un premio literario anual desde 2017 a su nombre. Otro que ha merecido un monumento en la plaza de arriba, junto a la torre heptagonal, es Jorge Alvares, quien, por lo que he leído, fue el primero en llegar al sur de China allá por 1513. Animado el tío.

Bueno, a los pedales, que es a lo que estamos. Toque cuartelero. Un poco después de las 6:15 ya estamos moviendo las bielas. He desayunado en casinha lo que ayer compré en una tienda. Miro la previsión del tiempo. Pues no mucho calor e incluso cierta posibilidad de lluvia al llegar a Vila Nova de Faz Côa, que será nuestro final de etapa.

Salimos por donde entramos ayer. Ahora toca subir, claro. Enseguida accedemos a un camino asfaltado muy agradable entre tierras de labor que luego dejamos para tomar una pista y hacer un descenso fulgurante y muy entretenido hasta un valle repleto de vides. Allí enlazamos con una carretera, eso sí, desierta de tráfico, hacia Ligares. Tierras solitarias, desde luego.

Hay que subir el primer puerto del día para salvar 300 metros de desnivel. Solo me adelanta un coche fúnebre sin ocupante en la plaza trasera. ¿Irán a cargar? Son las siete de la mañana. No creo que se hayan desecho del fiambre ya tan pronto, ¿no? Aquí la gente madruga, pero no para tanto.

Pasamos por Ligares, que ofrece como aliciente para el cicloturista un buen rampón, aunque no muy largo. Otra bajada, está vez por carretera, hasta un pequeño embalse. Me cruzo con el coche de línea, que se decía antaño. Otra vez a subir. Esta vez son dos puertos enlazados.

Enseguida se llega a Maçores. Paro un rato junto a la iglesia, cuyo reloj lleva seis minutos de atraso. A ver si lo arreglamos. Al lado, una pequeña obra. ¿El objetivo? Empedrar. A estas alturas ya deberíais caer en la cuenta, ¿no? Por aquí y por allí se reparten pequeños montones de futuros adoquines.

Decía que son dos puertos encadenados porque el primero, tras el alto, nos desciende un poco hasta Felgueiras. Toca parada técnica para tomar un cafelito -¿estaré volviendo al hábito del café?- y de paso ir escribiendo parte del post del día. Normalmente lo voy haciendo así. En las paradas aprovecho para ir escribiendo. Mejor hacerlo con la memoria reciente. Miro el GPS y veo que ya llevamos más de mil metros de desnivel en apenas 30 kilómetros. Y todavía queda.

Coronamos el segundo de los dos puertos, con vistas al Duero (quizá es el Sabor), y entramos en una pista que huele a hierro. El color no engaña. Es el mismo tono al que estamos acostumbrados en la zona minera de Bizkaia, por la que suelo rodar muy a menudo. Pues eso, que por aquí hubo minas de hierro y abajo, en Torre de Mancorvo, da fe de ello un museu do ferro. La bajada desde la zona de las minas hasta el pueblo ha sido meteórica por una pista pedregosa. Julen, no te emociones con la velocidad.

A la salida de Torre de Mancorvo encontramos la ecopista del Sabor, antigua vía de tren por la que vamos a llegar hasta el río Duero. El descenso ofrece unas estupendas vistas al río Duero y las viñas y olivares que lo van escoltando. El antiguo puente del tren en Pocinho tiene el acceso prohibido, aunque habían hecho hueco para pasar sin problemas. Hemos dado ejemplo de nuestro lado más cívico y no nos hemos colado.

Solo quedaba el cuarto subidón del día, más por la pendiente que por la longitud. Arriba nos espera Vila Nova de Faz Côa y su centro de interpretación del arte rupestre. Estamos en un lugar privilegiado desde este punto de vista. Eso sí, primera pequeña aglomeración turística que me encuentro desde que comencé el viaje. Reconozco que lo llevo fatal. Menos mal que un buen grupo se ha marchado al de poco de llegar yo en su autobús salmantino. Eso sí, las vistas al Duero son impresionantes.

De vuelta al pueblo me apalanco en una terraza en la que engañamos un poco al estómago. Por la noche ya cenaremos algo de fundamento. Los dos últimos días han sido todo un acierto. A ver si no hay dos sin tres. Mañana os cuento.

Kilómetros totales hasta esta etapa: 570,06.
Metros de desnivel acumulado hasta esta etapa: 10.006.

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📷 Fotografías de la ruta cargadas en el álbum de Flickr.

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