06 Macedo de Cavaleiros – Mogadouro #PortugalMTB

by Julen

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Dice Llamazares que Macedo de Cavaleiros es una «villa moderna». Si él lo afirmaba hace 30 años, hoy no se lo vamos a negar. Pero en realidad lo que había captado mi atención de este lugar era, sin lugar a dudas, la Churrascaria Pica-Pau, «extraño nombre para un local que, aparte de ello, es panadería y que recomendó al viajero un guardinha por la calle». Eso decía Llamazares para luego deleitarnos con lo que comió aquel día por 900 escudos de la época. Habla también de los dueños y de su hija, una niña de dos años que no dejaba de mirarlo y que le acompañó con su padre al marchar hasta la puerta. ¿Seguirá llevando el local la misma familia? Ahora la niña tendría ya sus 30 años…

Confirmado. Les he preguntado y lo sigue llevando la misma familia. Me ha atendido el yerno; aquella niña de entonces es su mujer. He pedido la carne con arroz y ensalada que supongo se comió Llamazares, pero antes me han sacado unas aceitunas y unas lindezas de cerdo que ni los chocorreznos de Soria. El local habrá cambiado con el tiempo, pero mantiene la esencia de lo que se podía esperar, incluyendo a la abuela, a la que le han sacado la cena y la han puesto frente al televisor para que coma entretenida, como tiene que ser.

El chico que atendía en el hotel insistía en darme otras alternativas para cenar cuando yo le decía que quería comer allí. Le hablé de Llamazares y su libro. Puso cara de de qué cojones me está hablando este tipo y la cosa quedó ahí. Bastante mal servicio en el hotel, por cierto. No quiero hablar mal de la chavalería, pero desde luego que la que atendía no daba pinta de mucha profesionalidad. Pienso mal y unos salarios de mierda a lo mejor también tienen algo que ver.La tarde estaba espesa.

Unos llevaderos 34 grados recomendaban aceras a la sombra. Fui a comprar un dedal para la colección de mi madre. Joder, estaban agotados. Tuve que hacer ronda de tiendas cutres de recuerdos. Al final, los vi en un escaparate de un minimercado, como los llaman aquí.

– ¿Unos plátanos?
– No, gracias. Un dedal de Macedo, como los que tiene en el escaparate.
– ¿Y no quiere unos plátanos?

Tras el delirio, el precio queda en 2,45. Me lo envuelve en papel de regalo. Fabrica una pequeña bolsita a base de celo por aquí y celo por allí. La operación lleva su tiempo. Algo de lo que la buena mujer parece disponer en estas plomizas horas de la tarde. Obrigado.

Tenía marcadas en la ruta dos paradas obligatorias, las dos al comienzo de la ruta, porque luego me había dejado llevar por un trazado que a saber por dónde me iba a llevar. La primera visita obligada era en Chacim:

Aunque mayor y más noble (fue villa ya en la Edad Media) es tan pobre y tan adusto como el sitio en que se encuentra. Y eso que tuvo una fábrica ya en el siglo XVIII. La de la seda, que aquí se hacía y que era muy famosa en Portugal.

No llevaba 15 kilómetros cuando ya estaba entrando en Chacim. Y sí que sí, aquí se halla el Real Filatório, «un complejo industrial de transformación y fabricación de seda, que se encuentra en ruinas y que constituye un importante ejemplo de la industria europea de la sericultura». Pues sigue en ruinas,compañero.

La segunda parada obligatoria llega apenas a cuatro kilómetros de distancia de la anterior. «Balsamão es, en efecto, un convento surgido en el XVII en torno a una vieja ermita, relacionada a su vez con una antigua leyenda: una lenda de batalha entre mouros e cristãos. Pues hasta ahí que nos hemos subido. Y allí que estaba la estatua de Frai Casimiro, polaco para más señas, y fundador de la orden de los Padres Marianos de la Inmaculada Concepción.

Un camino empedrado con una pendiente respetable daba a cesó al convento. Como era pronto, arriba no se veía, con perdón, ni a Cristo. Bueno, han aparecido dos currelas y un par de pastores alemanes. Pacíficos, eso sí, que estamos en lugar de sosiego. Si no fuera por unos inquietantes pájaros…

Seguimos ruta y pasamos por una pequeña aldea, Paradinha de Besteiros. Cogemos una pista que baja hasta cruzar un río y luego sube por parajes solitarios. Ni Cristo en moto.

Lo de bajar hasta cruzar un río y vuelta a subir para recuperar la cota anterior lo vamos a repetir hasta seis veces en la jornada de hoy. Llegamos a Morais y con ello a la carretera. Al de poco un cartel nos avisa de lo que es evidente en Portugal. Redundancia total, como que no nos habíamos dado cuenta, ja.

En Azide nos tomamos un cafelito. La señora que atiende ha debido de pasar mala noche. Menuda hostia se gasta. Y qué gritos. En fin, seguimos, que hay que bajar hasta el río Sabor, luego subir hasta Santulhão, después bajar -esta vez a lo bestia- hasta cruzar el río Manzanas, y subir de nuevo -otra vez a lo bestia- a Algoso. Lo que viene a ser etapa rompepiernas. Eso sí, el pelourinho de Algoso es una preciosidad, ¿verdad?

A eso de las doce ha habido que echar mano de una tosta XXL para aplacar el ruido de tripas. A la fiesta se han unido un par de millones de moscas de diferentes tamaños y colores. Supongo que son necesarias en el planeta, pero ¿a santo de qué semejante concentración? En fin, santos tiene la madre iglesia.

Ya solo quedaban 20 kilómetros para Mogadouro. Incluía, por supuesto, sus correspondientes dos bajadas al puente sobre el río y tira otra vez para arriba. Es lo que hay. Viento en contra y fin de fiesta. Mañana más.

Kilómetros totales hasta esta etapa: 427,67.
Metros de desnivel acumulado hasta esta etapa: 7.006.

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📷 Fotografías de la ruta cargadas en el álbum de Flickr.

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