Hace unos días recibí un correo de Domenico di Siena, aka UrbanoHumano, en el que solicitaba ayuda para terminar su doctorado. La tesis está enfocada a los procesos de inteligencia colectiva. Así que decidió que por qué no activar un proceso de inteligencia colectiva para terminarla. Y en ello está.
Si llevas un tiempo suscrito a mi newsletter sabrás que en 2006 empecé en la Universidad Politécnica de Madrid un doctorado de urbanismo. Acabé el primer ciclo de asignaturas en 2009 con un trabajo que ha sido descargado ya 15.000 veces y me lancé a desarrollar la tesis doctoral.
[…] está enfocada a los procesos de inteligencia colectiva ¿por qué no activar un proceso de inteligencia colectiva para terminarla?
¿Por qué no transformar una dificultad en una oportunidad?
Así que lanzo este reto. Un experimento que podría permitirme conseguir lo que difícilmente conseguiría yo solo, generando un conocimiento y una metodología abierta, que pueda servir para más personas.
El proceso es simple: recurre a la comunidad en su proceso de trabajo, centrado en este caso en concretar las referencias académicas que están detrás de una serie de afirmaciones que realiza en su texto. Ha publicado 101 afirmaciones en un documento público y necesita, como decía, identificar quiénes están detrás de ellas.
Cada cita tiene un número. Si quieres ayudar es suficiente que elijas unas de las afirmaciones y agregues un comentario. Lo puedes hacer directamente en el documento, enviando un mail o a través de las redes sociales haciendo referencia al número exacto de la cita.
Si traigo aquí el asunto es por varias razones. En primer lugar, hasta donde soy capaz de entender, el doctorado está enfocado hoy hacia una autoría individual y esto evidentemente cruje bastante respecto a cómo adquirimos y procesamos conocimiento en la actualidad. Aunque los agradecimientos están ahí para reconocer que ha habido muchas personas que han formado parte del proceso investigador y de producción científica, quizá no estaría de más reconsiderar la posibilidad de que una tesis doctoral fuera un trabajo colaborativo, compartido entre varias personas. De hecho, los papers académicos ya suelen conllevar este tipo de autoría, aunque habría mucho que hablar sobre quiénes aparecen en los créditos, por qué y con qué grado de participación. Ejem…
Otro asunto interesante de lo que plantea Domenico es por qué alguien va a hacerle el trabajo gratis. Esta es una cuestión absolutamente contemporánea: la construcción colectiva del procomún pasa por espacios de confianza entre las personas. Esto quiere decir que no rigen las lógicas competitivas tan propias del mundo académico. Si hay quien ya está contribuyendo (lo podéis comprobar en el documento que contiene las afirmaciones), eso quiere decir que existe, de facto, ese espacio de confianza. Esto no puede entenderse de otra forma que no sea como una recompensa por una actitud abierta de compartir el conocimiento. Como veo que me das, te doy. Bien simple.
Un tercer aspecto que me ha llamado la atención es la necesaria interacción auténtica y de calidad con quienes aporten. Podría entenderse que ya existen lazos estrechos con cierta gente que podría contribuir, pero puede que hay quien en el proceso pase a convertirse de lazo débil en lazo fuerte. No sé si me explico. Lo que quiero decir es que cada aportación es oro y creo que hay que valorarla como tal. De los cientos o miles de inputs que entran en tu radar, decidiste detenerte aquí, leer las afirmaciones y contribuir con tu conocimiento. ¿Cómo no reconocerte la aportación? Estamos hablando de motivación, de estímulos, de construcción de vínculos.
Un cuarto y último elemento en el que me quiero detener tiene que ver con la congruencia entre su investigación y el hecho de optar por el uso de la inteligencia colectiva que se desprende de su comunidad. Si le sale bien será un buen argumento a plasmar en la propia tesis doctoral porque ¡qué mejor manera de mostrar la potencia de estos procesos que socavando las reglas habituales de producción de un documento académico!
Es cierto, por otra parte, que en el proceso de elaborar un documento académico no concibo que no se use un gestor bibliográfico. Para mí forma parte del ABC de cualquier persona investigadora. Todas esas lecturas que vamos incorporando necesitan por detrás alguna herramienta que nos permita organizarlas. Prefiero no depender de mi memoria si tengo a mano, por ejemplo, Zotero, un software libre y de código abierto, gratuito y multiplataforma para que mis referencias académicas queden a buen recaudo.
En fin, que para mí lo que plantea Domenico di Siena conduce a una reflexión muy seria sobre la forma en que diseñamos un doctorado. Los tribunales exigen un resultado pero también tienen en cuenta la solidez del proceso investigador. En mi caso, por ejemplo, decidí compartir los avances de la investigación a través de un blog que terminó formando parte del documento final de la tesis, al explicar no solo cómo había formado parte de la metodología, sino con unos cuantos ejemplos de posts publicados. Mi enfoque fue siempre el de compartir con la comunidad la investigación. Ahora, pasado el tiempo y siendo sincero, creo que mi caso es una excepción: la norma es que el trabajo lo llevas a cabo de puertas para dentro. Así pues, una práctica nada habitual la que ha planteado Domenico pero, desde luego, con mucha carga de profundidad.