La denominada gig economy trae consigo fórmulas de relación de las personas con sus trabajos que, en parte, las ningunean. En el caso de los Glovo o Deliveroo de turno ya sabemos lo que supone: un software decide qué repartes, dónde lo llevas, a través de qué ruta y por cuánto precio. Todo queda inmerso dentro de una enorme fluctuación de oferta y demanda. Ahí lo único que hace falta que es que haya quien necesite esas migajas para aceptar el intercambio: mi tiempo sobre una bici es dinero que hará que quienes invirtieron en estos nuevos gigantes empresariales sigan amasando su fortuna. Y todo esto, claro está, mientras no haya robots u otros medios tecnológicos que lo hagan mejor y más barato que los humanos de turno. Lo mires como lo mires, así está montado el chiringuito.
Por eso es de agradecer que haya gente que dé el paso en una dirección distinta, que no se conforme con el modelo que se nos impone y que intenten dignificar su trabajo. Más abajo podéis ver un pequeño documental que recoge varias experiencias de cooperativización de trabajo alrededor de la ciclomensajería. Una es la que La Pájara Ciclomensajería ha desarrollado en Madrid. Merece la pena entenderlo y apreciar lo que supone de alternativa real. Es un estupendo ejemplo de cooperativismo de base. He llegado hasta el documental a través del grupo en Facebook de P2P.
No pretendo aquí sino dejar aquí mención de este tipo de casos que suponen cierta esperanza en este mar de lobos que en gran parte trae consigo el capitalismo global en que nos movemos. Mi reconomiento y admiración. Por eso quiero divulgar su proyecto, sin más.