07 Entre cereales y viñedos

by Julen

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Primera etapa con compañía de viaje. Es otra forma de pedalear, no hay duda. Hay que acompasar ritmos y compartir manías, que son ya unas cuantas a estas edades. Claro que ya he pedaleado bastantes viajes con Alberto como para saber, más o menos, de qué pie cojeamos cada uno.

La tarde la pasamos de paseo en paseo por Briviesca. Se veían muchos edificios abandonados en el casco histórico. Entre esto y las repercusiones de la Covid19 en la hostelería, de nuevo era fácil dejarse atrapar por una cierta melancolía. Conversando con el chico que nos atendía en la recepción del hotel quisimos hacer una gestión para intentar cenar de fundamento. Pues bien, no hubo manera. Los restaurantes que podían suponer lo mejor de la oferta culinaria del pueblo no abrían para cenas. El sector está tocado. Habrá que ver quién y cómo se puede recuperar.

Finalmente, tras una compra ineludible en el chino megastore del lugar, decidimos cenar algo ligero en uno de los bares de la Plaza Mayor. Allí nos cogió un pequeño chaparrón que hizo bajar la temperatura ipso facto. Al cocinero se le debió caer el bote de la salsa en la ensalada César que habíamos pedido. Santo Dios, qué balde de condimento. Era recomendación de la camarera. Se ve que había que terminar con la salsa, fuera como fuera. En la terraza, por cierto, había música gracias al típico xelebre del pueblo con su radiocassette vomitando punk rock. Cosas de pueblo.

A las siete comenzamos a pedalear. Había que salir hacia Quintanilla San García y no teníamos el track. Tampoco era tan difícil. Preguntamos, por si acaso, a una mujer del servicio municipal de limpieza que andaba currando por la plaza a esas horas. De ahí nos puso en contacto con otro compañero suyo y rematamos la faena con un conductor de automóvil al que paró Alberto. Todo eso para coger la carretera que iba a Quintanilla San García. Pero lo logramos. Y sin GPS. Como gente civilizada.

No llegamos a ver ningún cartel que nos dijera que dejábamos atrás Castilla-León para adentrarnos en La Rioja, pero debió de ocurrir en algún momento. Al fondo, por Pancorbo, se veían nubarrones y lluvia. El día estaba fresco pero se aguantaba sin manguitos o cortavientos. El track nos condujo por algunas parcelarias hacia San Millán de Yécora y luego hacia Treviana. Buscábamos algún bar para desayunar, pero no era tan fácil. Un poco más adelante, en Junquera, un par de vejetes nos dicen que hay bar, que abre a las 11. Joder, que son las 8:30.

Por el camino vemos unas cuantas cosechadoras. Y un globo aerostático, que todo hay que decirlo. El cereal está segado no hace mucho y se ve que ha habido faena. Son unos maquinones tremendos que requerirán de conocimiento experto para maniobrar, digo yo. Tengo que enterarme algo más del apasionante mundo de la cosechadora. A ver si un día de estos me suscribo al foro de agroterra y dejo por fin el de las bicis. Tengo que mirar cómo va esto de los frikis de las cosechadoras y si hay mucha innovación de usuario. Ya, que se me va un poco la olla. Es que la etapa, así, entre nosotros, era un poco aburrida.

El desayuno ha caído en Anguciana, muy cerca de Haro. Una tostada con aceite y sal. No. Aquí servimos tostada con mantequilla y mermelada. No. Quiero una tostada. Tienes aceite y sal, ¿no? No, la tostada es con mantequilla y mermelada. Aquí las ponemos así. Vale, pon un té y me pones una tostada. Sola, sin nada. Esta conversación de besugos ha terminado con el camarero poniéndome él solito una tostada con aceite y sal. ¿?

Supongo que decir La Rioja es decir viñedos. Pero hay hueco para alguna sorpresa. En terreno repleto de vides se nos han aparecido varias plantaciones de perales (el corrector se empeña en que diga «plantaciones de pedales», no sé muy bien por qué). Se veían hermosas las peras y no ha habido forma de resistirse a la tentación del hurto. Algo verdes pero muy ricas de sabor.

Poco antes de Nájera hemos parado en Hormilla para un avituallamiento líquido. Hoy, cosas del azar, daba cierta pereza pedalear. Costaba arrancar de nuevo. Apenas algo más de 20 kilómetros y llegaremos a Navarrete. Eeeeenga. El track que Alberto se ha bajado de Wikiloc hace alguna que otra cosa rara pero termina dejándonos en destino. Desde Nájera juega con el Camino de Santiago. Quién lo ha visto y quién lo ve. Apenas nos hemos cruzado con una decena de peregrinos cuando en esta época en una situación normal serían cientos. Pues eso, que este se hace un viaje distinto, vamos a decirlo así.

En hora récord estábamos a las puertas de nuestro alojamiento del día. Poco después de la una preguntábamos cómo manguear las bicis, dónde tender la ropa y en qué lugar guardábamos nuestras preciadas monturas. Visto y no visto.

Escribo esto desde unos butacones en la zona de entrada al hotel. Se me caen los párpados… y sueño con cosechadoras.

Más fotografías de la ruta

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4 comentarios

Juan Manuel Muñoz 28/07/2020 - 17:33

¡Ya es casualidad! Esta mañana, cuando me preparaba las tostadas con aceite y sal, me acordé que ese suele ser tu opción preferida. Pués, casi casi que no. Vaya con el empecinado camarero de la mantequilla y mermelada 🙂

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Julen 29/07/2020 - 19:49

Eso es un manjar

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Estrelaselimons 28/07/2020 - 19:58

Ay… pues a mi las cosechadoras me encantan desde “A Straight Story” de David Lynch… pero me es inevitable recordar la mítica escena de Cars donde una cosechadora persigue a TomMatter y a RayoMcQueen.

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Julen 29/07/2020 - 19:50

Es que una cosechadora es mucho bicho jeje

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