Por una nueva cultura de aprendizaje

Hace ya un mes tuve conocimiento de una iniciativa en pro de impulsar una nueva cultura de aprendizaje en las organizaciones. Detrás de ella se encontraba un compañero de la universidad, José Luis Alonso Andreano, que junto a algunos ilustres del aprendizaje organizacional estaban promoviendo un manifiesto al respecto. La situación tan particular provocada por la pandemia tenía que generar una reflexión profunda para que las organizaciones se doten de sistemas de aprendizaje anclados en sus valores y principios como manera de salir adelante.

Esa iniciativa se ha concretado, como decía, en un manifiesto que a fecha de hoy ha sido firmado por más de 700 personas y al que te puedes adherir a través de este sitio web. En su momento se llevaron a cabo algunas reuniones a las que me invitaron para ultimar detalles del manifiesto y participar en su difusión inicial. Lo moví algo por las redes sociales pero no había publicado ningún post para darlo a conocer. De ahí este breve artículo.

El manifiesto comienza con un preámbulo que sitúa el aprendizaje y el conocimiento en el contexto actual.

Aprender es la esencia de la supervivencia del ser humano. A lo largo de la historia, nos hemos adaptado a los cambios gracias a nuestra capacidad para el aprendizaje, no solo individual sino sobre todo colectivo. Somos inteligentes porque acumulamos y aplicamos conocimiento y aprendemos rápidamente en comunidad. Y ese aprendizaje, incluye una dimensión emocional y no solo racional. Parecíamos haberlo olvidado pero el COVID-19 nos confronta con dos verdades inobjetables. La primera es que la actual situación se explica porque hemos concedido muy poca importancia al aprendizaje. No es la primera vez en la historia que sufrimos una pandemia y además existían antecedentes alertando de una catástrofe como la que padecemos. Y la segunda es que nuestra civilización es totalmente dependiente del conocimiento: desarrollar una vacuna es el camino más seguro para salir de la crisis.

Después se estructura en nueve principios agrupados alrededor de tres afirmaciones que los van poniendo en valor:

• Tenemos que aprender de lo sucedido
• Es preciso poner en valor la inteligencia colectiva de las organizaciones
• Con el fin de crear una nueva realidad a través del aprendizaje y el conocimiento
• A través de un compromiso personal para hacerlo posible.

Seguro que si lo lees con atención y te mueves en el ámbito de la organización y la gestión de las personas te sentirás cerca de la reflexión y lo que implica. El momento actual es especialmente delicado porque supone un gran reto desde la perspectiva del aprendizaje: qué aprendemos de la pandemia y qúe tipo de sociedad y de organizaciones queremos construir para que, como humanidad, progresemos. Algo, por cierto, de lo que también Amalio Rey se hizo eco a partir de otra iniciativa del filósofo francés Bruno Latour. El entorno es extraordinariamente complejo y aquella incertidumbre de la que tanto de hablaba en los libros resulta que se ha hecho realidad de forma brutal. El confinamiento y el distanciamento social han cambiado las reglas. ¿Qué aprendemos de todo esto?

En fin, solo quería dejar constancia de que lo que este manifiesto pone sobre la mesa no es sino la consecuencia de de una realidad incuestionable: progresar es aprender. Nos compete a todas las personas sin excepciones. El tiempo nos pondrá, cómo no, en nuestro lugar.

Más adelante publicaré otro post para referenciar una serie de iniciativas que ya desde el ámbito más académico se han puesto en marcha desde Enpresagintza, la Facultad de Empresariales de Mondragon Unibertsitatea, relacionadas con la cultura de aprendizaje en las organizaciones. Un placer contribuir en este tipo de iniciativas, no hay duda. El impulso por detrás tiene que ver con construir mejores organizaciones a través de un compromiso personal con el aprendizaje.

Imagen de Devanath en Pixabay.