01 Yesa – Ejea de los Caballeros #CincoVillasEnBici

by Julen

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Llevo un tiempo queriendo probar a hacer un viaje en bici no con la de montaña sino con la de carretera. De hecho, cuando en su día compré la Orbea Avant y no la Orca era, entre otras razones, porque prefería una bici de carretera que ofreciera una postura más relajada para afrontar largas distancias. También debo decir que en mi caso no hay color: me gusta mucho más pedalear por pistas y senderos de montaña, aunque no rehuyo en modo alguno tramos de carretera. Eso sí, que sean lugares tranquilos, lejos del estrés de las grandes ciudades. Pues bien, esta iba a ser mi primera experiencia cicloturista con ruedas finas, pero a última hora me he rajado y aquí estoy de nuevo con mi querida Oiz. Pero prometo, palabrita de niño Jesús, que un día de estos caerá una primera ruta cicloturista con la Avant. En fin, vaya rollo para al final hacer lo de siempre, ¿no? Debo estar un poco estropeado debido a la sobredosis de dulce navideño.

Comienzo con este post la primera de las crónicas de una tranquila ruta de tres días en la que voy a recorrer parte de las comarcas de las Cinco Villas y de la Hoya de Huesca en Aragón. En poco más de dos horas, en un viaje cómodo, todo por autopista y autovía desde Bilbao, estaba en Yesa, muy cerca de la cabecera del enorme embalse que detiene las aguas del río Aragón, uno de los principales afluentes del Ebro.

Ya lo sabía, pero hace un frío que pela. Y cuando digo que pela son cinco grados bajo cero. El año pasado ya lo probamos y como el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, aquí estamos disfrutando de un frío de mil demonios. Pero dicen que el frío conserva, ¿no? Pues eso, a conservarse.

Las primeras pedaladas son por la NA-5410 hacia el sur, precisamente hacia el río Aragón, camino de Sangüesa. Enseguida se sube a Javier y su emblemático castillo. Aquí nació y vivió San Francisco Javier y hoy es el destino de la Javierada, una peregrinación de corte moderno con una historia bastante peculiar cuyos detalles principales podéis consultar en la Wikipedia. Dejo el complejo a la izquierda y en apenas siete kilómetros estoy en Sangüesa.

La última vez que pasé por Sangüesa en bici fue en 2014. Dormí aquí la noche anterior a terminar la TransEuskalherria y el pueblo estaba en fiestas. Lo recuerdo en plan salvaje, con las peñas entregadas al vino con melocotón, charangas por doquier y las clásicas vaquillas, todo ello unido a un calor pastoso y dulzón. Ahora dejo el pueblo a la derecha, supongo que aún medio dormido. Como decía, hace frío y si no hay obligación quizá es mejor esperar a que el sol suba un poco más para animar las calles y plazas. Si aparece, claro.

Sigo la carretera camino de Sos del Rey Católico para cruzar la frontera entre Navarra y Aragón, mientras el río Onsella se deja a la izquierda de la carretera. Lo de Rey Católico tiene que ver con que aquí nació el amigo Fernando el Católico allá por 1452. El pueblo es una preciosidad, con sus casas palaciegas y su judería, en un entramado de callejuelas de origen medieval. Solo llevamos 25 kilómetros en la etapa pero ya ha habido tiempo de calentar bien las piernas gracias al repecho inicial de Javier y este de Sos.

La carretera sigue subiendo y por fin dejamos abajo las nubes. No veáis cómo se agradece. Apenas hay tráfico y se disfruta del pedaleo. Cresteamos un buen rato con magníficas vistas a los Pirineos, que lucen sus cumbres nevadas. Cogemos el desvío a Uncastillo. Es un tramo para disfrutar, aunque al final recibimos de obsequio justo al entrar en el pueblo una niebla que ya no nos abandonará hasta el final de etapa en Ejea de los Caballeros.

Callejemos con la bici y subimos hasta el castillo que, envuelto en la niebla, luce un encanto especial. Es ya casi mediodía y hay que hacer avituallamiento. Localizo un bar. La clientela es bien variada: tres francesas en una mesa, unos chicos dando cuenta de un platos enormes de huevos con jamón y patatas, una madre con su niño y unos cazadores repasando sus gestas. Y fuera -sí, fuera- una pareja sentada en una mesa a un par de grados bajo cero rendida a la esclavitud del tabaco. Medio bocata de jamón y un Cola-Cao me reconcilian con el mundo.

Vaya pereza volver a la niebla. Hay que coger un desvío que pasa primero por Malpica de Arba y luego por Biota. En estos 16 kilómetros no me cruzo con ningún coche. La carretera es entretenida y por un par de veces me deja ver un poco el paisaje. Hay que aprovechar y hacer alguna foto. La cencellada está tremenda. No entro en Malpica pero sí en Biota para acercarme a la iglesia románica de San Miguel Arcángel, que posee una bonita portada. Por supuesto, está cerrada, faltaría más.

Solo quedan 19 kilómetros hasta Ejea. Y es muy fácil resumir este tramo final: una recta de 5 kilómetros y otra de 14. Eso es todo. La primera con niebla más cerrada y la segunda con niebla algo más abierta. La primera sin apenas tráfico y la segunda con bastante más paso de coches y camiones. La primera con viento de costado y la segunda con viento en contra. Menos mal que ambas comparten una característica: su perfil en ligerísima bajada pero que se agradece, vaya si se agradece.

Me doy una pequeña vuelta por Ejea. No hay ni Cristo por la calle. Hala, al hotel a cumplir con las obligaciones cicloturistas. Colada, cacharerría a recargar y a comer algo a un restaurante cercano que había localizado al llegar.

En el bar los lugareños, con ese inconfundible acento mañico y los decibelios por las nubes, destripan las claves del previsible nuevo gobierno de Sánchez. Dedican unos cuantos improperios a los catalanes y se cascan sus buenos reconstituyentes para pasar la tarde. Como siempre, mi menta poleo desentona. En fin, es lo que hay. A estas alturas ya estaréis acostumbrados.

Han sido hoy 90 kilómetros y más de 1.200 metros de desnivel. Cinco bajo cero de mínima y la mayor parte de la etapa también bajo cero. Suave suave 🙂

La cencellada en zonas de sombra camino de Uncastillo

Las cumbres nevadas de los Pirineos desde el Alto de Sos del Rey Católico

No quedaba otra, había que abrigarse bien

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Fotografías de la ruta cargadas en el álbum de Flickr.

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