1- Milagros – Cuéllar #SegoviaMTB

by Julen

A las 5 de la mañana arriba. Podría parecer algo exagerado, pero es mi costumbre, mi hora habitual de comenzar el día. Así que no ha costado nada. Desayuno y al garaje. Ayer, primer día de este 2019, dejamos todo preparado en el coche. Así que esta mañana solo era cuestión de apretar el botón de encendido y salvar la distancia entre Bilbao y Milagros, un pequeño pueblo de Burgos por donde pasa el río Riaza. Radio 3 en el coche para pasar las dos horas largas que lleva el trayecto. Diosssss, Los Nikis tienen nueva canción, cualquier cosa en la vida es posible.

Joder, qué frío. ¿Acaso no lo sabías? Previsión para Milagros hoy: -2º de mínima y 7º de máxima. Bah, tonterías. Cuéllar, previsión para mañana jueves: -7º de mínima y 9º de máxima. Luego ya parece que ni frío ni calor: Turégano anuncia -1º de mínima y 10º de máxima para el viernes y Riaza no entra en zona bajo cero porque prevén 1º de mínima y 10º de máxima. Allá vamos. Por si acaso, me he traído el protector solar. Me parece que van a ser días castellanos de anticiclón invernal. En definitiva: días castellanos gelidos.

Milagros es provincia de Burgos y la ruta va a recorrer buena parte de Segovia. ¿Por qué comenzar entonces en Milagros? Tiene truco, era el mejor sitio para dejar el coche, muy cerca de la autovía de Burgos a Madrid, por la que venía desde Bilbao, y lugar al que regresaré el próximo sábado. Así que no llevaba ni 10 kilómetros de pedaleo y ya estaba en la provincia de Segovia. ¿Había dicho que hacía fresco? Perdón, perdón, que a lo mejor me repito un poco. Antes de comenzar a pedalear, un té calentito y quitar los últimos gramos de pereza de encima. Eeeeenga, Julen.

Susto inicial: la rueda trasera había perdido casi todo el líquido y menos mal que no ha destalonado. Le he metido presión pero me da que pierde. Habrá que ir atento. Hasta Honrubia de la Cuesta, ya en Segovia, ¿qué se puede decir? Pues eso, cuesta. Cuesta arriba desde Milagros para hacer honor a Honrubia de la Cuesta. Una subida tendida que lleva la autovía a la derecha, pasa por Pardilla y coge el track de la ruta que quiero hacer allá en Honrubia.

Se gira a la derecha y comienza una sucesión de subidas y bajadas que hacen entretenida la ruta. El día no levanta. Está gris, plomizo. Las tierras de labor esperan todavía mejores épocas para mostrar sus cosechas. Ahora en la paleta de colores solo hay para elegir entre gamas de marrones, rojos y grises. Es la variedad cromática de la tierra castellana por esta época, aunque en algunos sitios la hierba reivindica su lugar y verde a un poco el ambiente.

En Fuentesaúco, con cerca de 40 kilómetros ya recorridos, he parado a tomar un Cola-Cao para reanimar el cuerpo. Sólo había un bar abierto, así que imaginad dónde estaba todo el mundo. 3 de enero, vaya ambiente. Todos purgando penas a cuenta de los excesos navideños. Como yo, claro.

Siete kilómetros después se llega a Fuentidueña, dominada por la iglesia de San Miguel y por su castillo. Tras pasar un puente de origen medieval sobre el Duratón comienza la ascensión que culmina en una necrópolis medieval con sus típicas sepulturas antropomorfas. Allí arriba tenían que estar, desde luego, bien aireados en su morada a la espera de ir hacia otros mundos.

El caso es que la ruta sale del pueblo junto a los restos de la muralla y la necrópolis para atravesar una puerta majestuosa que nos deja de nuevo en mitad de los campos de Castilla. Pasamos a tierras arcillosas y a otras de estilo similar que me recuerdan a una etapa del Camino del Cid camino de Sigüenza hace unos años con Alberto. Menos mal que ahora la tierra no está tan húmeda, aunque ya noto cómo se va agolpando una buena capa de barro en torno a las cubiertas. Al final no va a mayores.

La segunda parada del día nos deja en Olombrada, a menos de 20 kilómetros del fin de etapa en Cuéllar. Echo un vistazo al correo, repaso el WhatsApp, subo una foto a Instagram… ¿cómo era todo esto antes? En fin, será que lo hacemos porque queremos, ¿no?

Por fin cerca de la una del mediodía sale el sol. Disfruto de la carretera tranquila. Tranquila hasta que veo a un todo terreno de la Guardia Civil que me pasa a toda pastilla creo que persiguiendo a otro coche que me había adelantado antes a velocidad endiablada. Cosas de las carreteritas secundarias.

Ya en Cuéllar subo hasta la parte alta donde el inmenso castillo desafía a quienes quieran guerra. Vaya mole. Hago un camino de ronda junto a unas murallas de almenas perfectas muy Exin Castillos. Decido comer un bocata antes de ir al hotelito. Tomo el sol un rato sentado en un banco junto a la pared de un convento. ¡Qué gusto! A ver mañana con esos siete bajo cero que anuncian. Será toda una experiencia. Ya os contaré.

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Fotografías de la ruta cargadas en el álbum de Flickr.

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