Me ha parecido muy interesante el caso de Decathlon, que ha colocado en la Titan Desert a lomos de una RockRider XC500 a Anna Trullols. ¿De qué va la historia? Muy sencillo, pero hay que reconocer que, desde mi punto de vista, se matan varios pájaros de un tiro. De ahí lo interesante de esta propuesta. Digo que es sencillo porque se trata de que una empleada de Decathlon está compitiendo en la Titan Desert con una bici de la propia marca. Algo así como alguien que cumple un sueño y lo hace a través de un medio proporcionado por la empresa en la que trabaja. El resultado esperado: una persona que vende Decathlon por los cuatro costados y se convierte en embajadora de la marca allá donde vaya.
Por supuesto que la persona en cuestión es (en el mejor de los sentidos) «una más». Sí, una persona que tiene su trabajo, aspira a hacer realidad un sueño y ese sueño llega porque la empresa le proporciona los medios. Un pequeño cuento de hadas. Podemos ver a Anna como una de las nuestras, una apasionada del MTB que, gracias al trabajo que desarrolla, puede participar en la Titan Desert.
Pero hay más. Frente a la idea elitista de supermáquinas tope de gama necesarias para superar el reto de la Titan Desert, Anna usa una RockRider XC500 que parte desde los 1.200 euros, un precio realmente atractivo ante la locura de disparates que llegan a superar los 10.000 euros para determinados modelos de MTB en la actualidad. Y no solo esto. Porque este modelo de bici admite tres tipos de ruedas, 27.5, 27.5 plus y 29. Una polivalencia que introduce un nuevo factor en la ecuación.
Decathlon está publicando vídeos cortos de la experiencia de Anna Trullols en carrera. Para mí gusto quizá demasiado enfocados a magnificar los productos de la marca que usa Anna, pero no hay duda de que las valoraciones que ella hace de su experiencia también tienen valor. No se mete en grandes argumentaciones, sino que se centra en aspectos básicos. Con la inflación de metraje youtuber que acompaña a este tipo de eventos, casi que se agradece un formato breve tradicional con tope en los tres o cuatro minutos. Eso sí, yo le habría dado más visibilidad a la aventura de Anna.
Sí, me parece un buen ejemplo de employee branding. Uno más, pero que integra la experiencia personal de Anna, el producto en sí (la bici) y otra serie de complementos. Todo en busca de la palabra mágica: credibilidad en la comunicación. Detrás una idea potente: no hace falta una máquina tope de gama para rodar por las arenas del desierto y salvar cada uno de los etapones a cual más exigente. Por supuesto que hace falta apoyo logístico y calidad en los servicios mecánicos, pero esto también se ha tenido en cuenta con alusiones, por supuesto, al mecánico de Decathlon que le ha echado un cable a Anna para que pueda pedalear la Titan con garantías.
En definitiva, mejorable, pero una iniciativa muy interesante en torno a esa explosión de marcas por doquier que es la Titan Desert.