#Lo Hacemos13, un breve relato de la historia de «empresa abierta»

Preparando la ponencia sobre empresa abierta de este miércoles en las jornadas #LoHacemos13 he tenido tiempo de detenerme a recordar la historia de nuestra investigación. ¿Por qué fijarse en el pasado? Creo que a veces la aceleración con la que convivimos no nos permite apreciar lo que fuimos logrando con el paso del tiempo. Es más habitual que pongamos en valor todo lo que deslumbra del futuro que nos va devorando mientras que las historias pasadas las vamos sepultando bajo toneladas de supuesto progreso.

Cuando me presento suelo explicar que en mi trayectoria profesional desde 2003 hasta ahora veo dos etapas bien diferenciadas. Cuando salí de Maier creía que había aprendido un montón de cosas sobre la gestión, el managament o como quieras llamarlo. A fin de cuentas allí, en una empresa cooperativa grande, vi la mejora continua por dentro, las dinámicas de participación, las tensiones de la relación entre personas, la gestión de los valores. Allí me di cuenta de que no servía para ser «director de recursos humanos». Pasé por el puesto y algo se removió por dentro.

Al empezar a trabajar por mi cuenta, con el proyecto de consultoría artesana, traté de aplicar lo que creía haber aprendido: un mundo relativamente ordenado donde PDCA era la guía… más o menos. Pero la realidad es tozuda y te va colocando en tu sitio. Sí, se suponía que sabía de organización y que había participado como consultor primero y desde dentro después en la elaboración de unos cuantos planes estratégicos. Sí, se suponía que leía y… sin embargo, todo parecía complicarse. Lo que había aprendido de gestión servía, pero hasta cierto punto y con muchos matices.

Es entonces cuando sitúo una segunda época en mi forma de trabajar y de entender estas cosas del manajemén. Abrí el blog en 2005 y se abrió con él un nuevo horizonte. Entro luz a raudales y corrió el aire. Pasaban cosas y éramos testigos de algo que acontecía a nuestro lado, algo de lo que éramos causa y consecuencia. El mundo parecía explotar y la información volaba de un sitio a otro. Y un día leyendo a Charles Handy caí en la cuenta: el mundo se había abierto de par en par. Y la empresa también.

La empresa era «abierta» por defecto. Los tabiques que la protegían del exterior y que antes parecían barreras infranqueables habían saltado hechos pedazos. La tormenta perfecta: las personas abrían sus particulares cajas de Pandora y la tecnología indexaba todo lo que dejara huella digital. El mundo se digitalizaba a marchas forzadas. Ya nada era como antes. Pero no era cuestión de aceptarlo sin más. Una cosa es aceptarlo y otra comulgar con todo lo que nos ponen delante sin sentido crítico. No, había que reconocer la realidad pero ejerciendo la crítica sobre lo que estaba sucediendo.

A principios de mayo de 2007 me reuní en Barcelona con Ramón Sangüesa, Juan Freire y Francisco Vargas. Qué cosas. Así, sin más, porque hablábamos de cosas semejantes en nuestros blogs. Supongo. Luego nos fuimos para Cáceres y en uno de aquellos eFindex extremeños hablamos de «open business». Recuerdo que también estaba allí de nuevo Ramón. Y que fue allí donde surgió la famosa sinergia macramental, Aprendices mediante. Sí, esa fue la prehistoria de empresa abierta.

Luego vino el apoyo desde Mondragon Unibertsitatea. De una u otra forma conseguimos un poco de atención y se conformó ObEa, un embrión de equipo de investigación. David Sánchez Bote y Aitor Bediaga compartieron unas cuantas risas. Y salimos adelante. Pudimos hacer una investigación documentando 20 casos de economía abierta dentro del proyecto Sectores de la nueva economía 20+20 de EOI. Y fuimos capaces también de organizar un primer encuentro en Eutokia sobre empresa abierta donde nos reunimos cerca de 50 personas conectadas de diversas maneras.

En fin, todo eso es historia. Pero, ¿por qué lo cuento por aquí? Porque me parece que detrás está la búsqueda de alternativas, de reconocer que el mundo cambia y que la empresa tiene que repensarse. Como brazo ejecutor de una economía ubicua, la empresa ha sacrificado en el altar de la competitividad a mucha gente. Ahora, sin embargo, estamos ante el peligro de que todo venga pintado de «social». Hay que continuar con la mirada alta y sin perder perspectiva. Hay que seguir siendo (auto)críticas.

Empresa abierta no es ningún término acuñado y de definición cerrada. Fluye y se funde con la sociedad que la rodea. Pretende recordar que las prácticas de transparencia y de honestidad con la gente son una buena base para construir competitividad. Empresa abierta se funde con otros conceptos que la envuelven y que la obligan a resituarse en un ecosistema cambiante.

En fin, explicaremos algunos ejemplos e intentaremos hacernos entender. Y ya que nos lo han pedido haremos una reflexión final sobre las implicaciones que tiene todo esto para la educación. Lástima que solo tengamos 45 minutos porque el asunto daría para toda la mañana. Por cierto, tengo cómplices para presentarme ante la audiencia 🙂