Poco a poco Internet ha ido favoreciendo casos sonados de desintermediación que afectan, cómo no a la oferta tradicional de servicios de las empresas. En su lugar aparecen las personas. Hacen trueques o bien intercambian dinero. Para entenderlo fácil nos sirven, en el mercado del alojamiento, los casos de TravBuddy o Coachsurfing en el primer supuesto, y de airbnb en el segundo. Ya escribí de ello en Trueque frente a dinero.
La denominada «sharing economy» permite un contacto entre personas que deriva muchas veces en arrebatar un pedazo de mercado al mercado tradicional donde las empresas intervenían. En la medida en que existan recursos ociosos y que alguien se sienta más a gusto compartiéndolos ya está montado el jaleo. Una oferta similar podría llegar de una empresa privada, que lógicamente cobraría por ello. Pero entre personas funciona otra lógica y puede que no haya transacción económica.
Frente a la insistencia de la economía productiva emerge una lógica diferente: la de la economía reproductiva. Ésta se fija más en cómo nos cuidamos mutuamente, cómo colaboramos para satisfacer nuestras necesidades sin tomar la perspectiva del «beneficio» derivado de la transacción que se efectúa. Lo reproductivo ha ocupado siempre un espacio en nuestras vidas pero en gran parte como actividad asignada a la mayoritariamente a la mujer, quedaba sepultada bajo toneladas de olvido.
Esta nueva economía p2p entre personas provoca nuevas oportunidades empresariales de las llamadas «clásicas». Hoy tenemos ejemplos a cientos. La propia airbnb es una empresa creada en 2008 en San Francisco que ha ido creciendo mediante adquisición de otras. Pero podemos coger ejemplos de empresas vinculadas al fenómeno del coche compartido (ZipCar como uno sus estandartes más conocidos) o de otros sectores. Sí, la predisposición a compartir genera economía p2p entre personas y también negocio tradicional a través de nuevas empresas.
En Shareable, Janelle Orsi escribe un artículo, The Sharing Economy Just Go Real, donde matiza lo que entiende por el concepto y que pueda aportarnos cierta luz:
The sharing economy is hard to define. In my mind, it encompasses a broad range of activities, including worker cooperatives, neighborhood car-sharing programs, housing cooperatives, community gardens, food cooperatives, and renewable energy cooperatives. These activities are tied together by a common means (harnessing the existing resources of a community) and a common end (growing the wealth of that community). The sharing economy is the response to the legacy economy where we tend to be reliant on resources from outside of our communities, and where the work we do and the purchases we make mostly generate wealth for people outside of our communities. The rich are still getting richer, and the sharing economy can reverse that.
Ahora bien, ¿empresas y particulares buscan los mismos objetivos? En negativo podemos pensar que los tentáculos de la empresa -beneficio económico como objetivo primero- se extienden también a lo «reproductivo», compitiendo con este ámbito y beneficiándose de la inclinación natural a compartir por el simple hecho de hacerlo. En positivo cabe remarcar que apoya una nueva manera más «humana» de hacer negocio porque fija su modelo de negocio en un aspecto social de nuestro comportamiento. Tú eliges.
Habrá que ver cómo evoluciona la «pelea» entre lo productivo y lo reproductivo. ¿Pelea? Quizá no debiera utilizar este término pero no cabe duda de que el equilibrio inestable entre estas dos maneras de «explotar» la «sharing economy» genera tensiones. La empresa podría leerlo en positivo e interpretar que cuanto más suene el río mejor, más peces podrá pescar. Pero también es verdad que en su afán por conseguir beneficio económico de las transacciones puede, en cierto modo, pervertirlas. O puede que no.
Un último párrafo para citar algunas fuentes. Por supuesto que para profundizar en estos asuntos, conviene leer a Michel Bauwens y su gente de la Fundación P2P. En nuestro entorno todo lo que se deriva del enorme trabajo de ColaBoraBora y sus nodos amigos. En un contexto similar, la economía del bien común promovida por Christian Felber es otra referencia. Y en sentido amplio puede servirnos también el término cuarto sector, sobre el que desarrollamos una investigación con Innobasque hace ya un tiempo.
——–
La foto para la home del blog de este artículo está tomada de Flickr.
6 comentarios
Cuando aparecen servicios donde se paga por el servicio al que lo ofrece, como Airbnb o Blablacar, hay una nueva dimensión a considerar. La fiscal. Si bien las empresas que gestionan los intercambios pagan impuestos, los particulares que ofrecen el servicio, en su inmensa mayoría no.
Esto plantea un problema de competencia desleal para las empresas que sí pagan. Pero, sobre todo, plantea un problema grave a los gobiernos, puesto que su recaudación de impuestos se puede ver muy afectada si la economía P2P sigue creciendo.
Sí, no cabe duda de que se abre un panorama complejo con personas individuales que compiten con empresas… un buen lío, Jaizki 😉
Es un tema fascinante pero tremendamente complejo. El tema fiscal y legal en muchos negocios se me escapa y creo que hasta la fecha hay un vacío legal o no está totalmente definido debido a la velocidad de todos estos cambios. Pero lo que está claro es que muchas empresas ( y modelos) tradicionales han visto alterados sus negocios por todos estos temas alrededor del p2p. La economía colaborativa en ciertos aspectos lleva en internet el catalizador que permite ver, compartir, comparar y también colaborar o crear comunidad y sentido de pertenencia, algo muy complejo en modelos tradicionales. Negocios tradicionales como los alojamientos y alquiler de coches son evidentes, pero hay muchos otros incluyendo el de ropa de niños o de material de bricolaje o de herramientas. El caso es que también potenciado por la crisis se está creando un nuevo modelo y corriente en el que la gente empieza a darse cuenta de que se pueden usar cosas sin tenerlas en propiedad. Lisa Gansky plantea ideas muy interesantes en su libro «The Mesh. Why The Future of Business is Sharing» . En el caso de zipcar creo recordar que hasta Hertz había comprado acciones de zipcar, con lo que se mezcla el modelo tradicional con el nuevo de la p2p. Hay una cosa clara y es que nuestro mundo está cambiando a marchas fozadas, y esto es un claro ejemplo.
Tengo que leer ese libro que comentas, el de Lisa Gransky. Es fenómeno que descoloca a las empresas el del «sharing» porque se comporta de forma radicalmente diferente al principio de competencia. Habrá que ver cómo evoluciona todo esto.
[…] y es la que la gente desarrolla al margen del sistema. Pero también podemos pensar en una economía P2P que compite y roba cuota de mercado a la economía tradicional. Estas economías alternativas encierran en su interior algo mucho más humano que la […]
[…] algo descolocadas cuando insistía en que el conocimiento se ha abierto. La denominada “sharing economy” crece en volumen al igual que los proyectos de consumo colaborativo o el interés por […]