Supongo que el sistema educativo debe ser un pilar fundamental para desarrollar ciertas competencias útiles para afrontar la vida que hemos organizado a estas alturas de partido. A veces da la sensación, no obstante, de que la educación es aquello que se diseña y sucede solo dentro de las instituciones académicas. Como lo es trabajar: aquello que sucede dentro de las instituciones que dan empleo, da igual que sean administración pública, empresa privada o tercer sector. Pero educación y trabajo han desbordado los continentes en que se constreñían.
Zygmunt Bauman no se cansa de vender libros sobre la modernidad líquida en que nos movemos. Los sólidos, sean edificios o aulas, se diluyen por las presiones del conocimiento que va y viene. Un conocimiento entendido como pensamiento, emoción y acción. En este mundo líquido las ideas van y vienen, salen y entran de las aulas. Fuera de ellas la vorágine de estímulos informativos desborda nuestra capacidad de atención. Y en el trabajo… en el trabajo, los empleos no van y vienen; parece que solo se van.
Richard Sennett dibuja un mundo donde las empresas han perdido peso como vertebradoras de nuestras vidas. ¿Lo puede ser, en su lugar, nuestra profesión? En el altar de la eficiencia y la competitividad las empresas sacrifican los lazos fuertes con sus personas. No hay nada a largo plazo. Solo si las cosas van bien seguiremos unidos. Si van mal, no queda sino la separación. Pero el trauma se lo suele quedar quien tiene que volver a la carretera a buscar otro vehículo en el que rellenar su autoestima y su hucha.
¿Cómo se diseña un proceso educativo para que sea coherente con estos nuevos tiempos de capitalismo sin empleo? Lo sencillo es utilizar dos ejes: cada cual debe conseguir una máxima empleabilidad y, además, cada cual debe buscar el calor de sus semejantes. Fuera, en soledad, hace frío, mucho frío. Solidaridad como manera de construir resiliencia ante los tiempos duros en que vivimos. La alternativa P2P es, cada día, más y más posible. Saltarse a los intermediarios es una tentación. porque, como dice Richard Sennett en La corrosión del carácter:
«¿Quién me necesita?» es una cuestión de carácter que sufre un cambio radical en el capitalismo moderno. El sistema irradia indiferencia.
Juan Freire ha escrito bastante sobre la empresa como interfaz, como una manera de acceder a clientes. Clay Shirky tiene todo un libro respecto a cómo y por qué organizarse sin tanta necesidad de organizaciones. Porque cuando el mundo se licua no hay mucha tabla de salvación a la que agarrarse, es más una cuestión de cómo surfear las olas que llegan y no tanto de construir amarres seguros a los puertos.
Así que si las empresas y las administraciones juegan a la eficiencia y consideran que si pueden reducir el número de recursos humanos, mejor, entonces, ¿cómo debemos enfocar la educación primero y la profesionalidad después? Parece que el sistema educativo se ve traspasado por la idea de aprendizaje para toda la vida… por si acaso. Lifelong Learning, el nuevo mantra que pone sobre aviso: no terminarás nunca de aprender. Si lo haces, tu falta de empleabilidad puede conducirte a la pérdida de tu más preciado tesoro. Sí, hablo de la autoestima.
Por todo lo anterior, una táctica posible es la de compartir lo que hacemos. Pero esto es fácil de decir y no tanto de llevar a la práctica. De acuerdo, estamos en la sharing economy. Wikipedia ya la ha bendecido. Es una realidad, con sus ejemplos, con sus teorías, sus libros, sus esquemas, sus artículos en medios masivos de comunicación y en blogs alternativos. Pero como el río baja con tanta agua, creo que conviene pensar y ver cómo y de qué manera se pone uno con la faena.
El sistema no es inocente. El sistema provoca determinadas conductas e inhibe otras. Share por defecto es la propuesta que nos trae el mundo moderno. Las competencias para compartir parece que nos asaltan a través de la tecnología. Si te descuidas compartes hasta tus secretos más íntimos. La red, compartir, colaborar, cooperar. Todo era bonito hasta que, como diría Gilles Lipovetsky, llegamos a la hipertrofia. Bueno, más fácil, porque nos sirve el refranero popular: tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe.
¿Qué se ha roto? En parte la confianza en que «compartir» es inherentemente positivo. Ahora cabalgamos a lomos de un mundo paradójico. Individualismo en red, individualismo colectivo, enfoque glocal. La hipérbole del ego: una sociedad en la que cualquier puede ser estrella. A golpe de tweet o mediante un video casero. La pantalla global nos expone ante el mundo. Ya no intimamos sino que extimamos, compartimos la privacidad. Con nuestra red y gracias a la inestimable intermediación de grandes empresas multinacionales que procesan lo que somos a golpe de bit. Somos yottabytes y ellos lo saben. El negocio está ahí.
Así que estas sesiones que hurgan en el aprendizaje y el trabajo en red quieren proporcionar una mirada crítica a todo este panorama. Sí, no queda otra que colaborar, que compartir, pero conviene izar la bandera del sentido crítico. Es tensión pero creo que es bienvenida. Vamos a tratar de describir el trabajo que observamos ahí fuera en la sociedad en que vivimos:
- ¿Cómo es esa terra incognita llamada empresa donde el éxito es el rey y la competitividad su consorte?
- Si desaparece el empleo tal como lo conocimos, ¿qué sentido tiene el trabajo? ¿Levantamos un pedestal al emprendizaje para regocijo de quienes dicen que nos gobiernan?
- ¿Se trabaja en red ahí fuera en esos lugares (o quizá no-lugares) llamados empresas o debemos organizar otra manera de enredarnos al margen de la interfaz empresa?
Como son preguntas complejas con respuestas que conducen a más preguntas, trabajaremos también sobre tres ejemplos prácticos: Aprendices, #redca y un curso reciente de #empresaabierta en el que andamos buscando futuro en red.
Son dos sesiones, una por la mañana, para hurgar en cómo es ese trabajo de hoy en día y de qué manera podemos abordarlo desde la educación. La otra, la de la tarde, para repasar esas tres experiencias concretas que os cito. Espero que sea material suficiente como para mover neuronas. De quienes compartamos ese tiempo y espacio dependerá. Gracias anticipadas por inscribirte 😉
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Nota.- Este artículo sirve para enmarcar mi participación en el Curso de verano 2013 Educación conectada: la escuela en tiempos de redes, que forma parte de los cursos de verano para profesores organizados por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y la Universidad Menéndez Pelayo. El curso lo coordinan José Luis Cabello y Carlos Magro.Tendrá lugar en la Sede de la UIMP en A Coruña, del 3 al 6 de septiembre de 2013, de acuerdo con este programa.
Participamos como profesores: David Álvarez, Juan Sánchez Martos, Antonio Omatos, Víctor Cuevas, Lorena Fernández, Julen Iturbe, Yalocin, Tíscar Lara, José Luis Cabello y Carlos Magro
El curso cuenta con lista de twitter, hashtag #REDucación y un Grupo de Diigo con recursos sobre el curso.
11 comentarios
Creo que tiene toda la lógica del mundo eso de aprender y /o currar en red. Parece que la realidad nos indica que es algo que en efecto ha venido para quedarse y que será el propio tiempo el encargado de decirnos los diversos caminos por los que irá ese tema. Decirte Julen que tiene muy buena pinta ese curso, pasarlo bien, os sigo desde la distancia 😉
Voy a ver si me curro bien este curso. Me apetece mucho 🙂
(Escribo sin demasiada fé en que tu sistema me acepte el comentario…).
Supongo que habrá un siguiente artículo en el que explicarás cómo ese sistema distópico post-industrial estilo selva virgen laboral logrará pagar cosas como educación,sanidad,etc. para todos…
{ / ilusión }
Déjalo. En el fondo todos asumimos ya la derrota.
[…] con viejos conocidos y gente a la que tengo ganas de “desvirtualizar”: Tíscar Lara, Julen Iturbe-Ormaeche, Juan Sánchez Martos, Víctor Cuevas, Charo Fernández, David Álvarez, Urko Fernández y por […]
[…] Julen Iturbe: “Aprender en red, trabajar en red” […]
Hola Julen, me viene al pelo lo escrito.
Me han invitado a una acción formativa y bueno, había leído lo que has escrito y cuando la he visto,… he echado en falta todo el componente «líquido» que debería acompañar a una acción formativa.
Todo sigue estando encorsetado en un sustrato muy sólido.
El componente líquido para mí es el que tiene que ver con estimular a la gente para que aprenda por su cuenta, como lo hacéis vosotros/as en la CoP. Un día puedes concentrar conocimiento dentro de un aula, pero solo es un hito de un proceso. Y ahí está lo líquido, en el mundo real.
Hola Julén, muchas gracias de nuevo por el apunte. Me lo guardo. El curso que empieza seguro que va a ser un éxito de público y de crítica.
Escribiré algunas cosas de lo que salió ayer en el curso. ¿No te pitaron los oídos? Jejeje
[…] de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Las sesiones se extienden hasta el viernes. Como ya comenté en su día participó en él con una conferencia y un taller relacionados con el trabajo en red, concepto […]
[…] Educación Conectada […]