Nos vendieron la globalización. Negocios que deben mirar al mundo y hacerse competitivos en una tierra plana. Tu competencia va a provenir de cualquier parte del planeta. Vivimos en un lugar que se hace más y más pequeño. Todo se interconecta y cualquier detalle en no sabemos qué parte del mundo nos puede afectar. Y no puedes hacer nada contra ello. Nos pasa porque vivimos en esta época de la historia.
El caso es que esa corriente planetaria también hace uso de lo local. No, no son tontas las grandes empresas. Saben que lo que tenemos a mano, lo cercano, lo que genera muchas veces identidad, es lo que nos rodea en unos pocos kilómetros a la redonda. Y ese terreno de lo local es objetivo también de la globalidad. Ulrich Beck en su magnífico libro ¿Qué es la globalización? nos lo recuerda:
De ahí que no tenga nada de extraño el que este nexo local-global juegue un papel primordial en los cáluclos de las grandes empresas. Coca-Cola y Sony plantean sus estrategias en términos de «localización global». Sus jefes y directivos están convencidos de que la globalización no significa construir fábricas por todo el mundo, sino conseguir convertirse en parte viva de cada respectiva cultura. «Localismo» es el credo o la estrategia de la empresa que gana importancia cuanto más se practica la globalización.
No hay forma, pudiéramos pensar que han ganado la batalla. Juegan en dos divisiones a la vez, en la global y en la local. Funden estrategias y se benefician de su visión privilegiada. Si hace falta jugar con los impuestos, juegan. Si hace falta fundir la marca global con la cultura local, allá que van desplegando su saber hacer.
Por supuesto que de vez en cuando la globalidad -bueno, mejor dicho el globalismo, según matiza Beck- evidencia sus miserias. Que en Bangladesh se den ciertos pequeños daños colaterales no es sino algo que de vez en cuando debe pasar. Sirve para que nos llevemos las manos a la cabeza, para que hablemos unos cuantos días y luego de nuevo a las andadas. Sí, seguro que sucede cierto progreso en condiciones de fabricación, pero como el punto de partida parece tan horriblemente mísero, no hay problema.
Frente a todo ello, sigo pensando que lo local nos proporciona grandes oportunidades. Por supuesto que somos ciudadanos del mundo, pero la cercanía y la confianza son valores que van muy de la mano de las distancias cortas de lo local. Es un reto a nuestra inteligencia: cómo enfatizar en lo local cuando los grandes también están jugando en este terreno. ¿Qué nos diferencia?, ¿qué no van a poder copiarnos nunca? Hay campo de juego. No debiéramos pensar que la batalla está perdida aunque es cierto que las marcas globales nos sacan muchas traineras de ventaja.
Ulrich Beck habla de la «sociedad civil transnacional». Más que nunca conviene retomar la lectura de sus propuestas. Tenemos que conocer las dinámicas de lo global para buscar nuestro hueco en lo local. En fin, solo es un artículo para recordarme uno de esos temas que merecen tiempo de estudio.
4 comentarios
Buenas reflexiones Julen, pongo en la lista de pendientes la lectura del libro. Tema complejo como pocos todo el sarao d ela globalización, también los caminos que se cruzan o se tocan con eso de la internacionalización. No es descartable esa globalización promovida e impulsada por las grandes empresas como un tablero de juego comercial, solamente hay que ver los recientes acontecimientos deportivos, siempre van a países que crecen y en desarrollo con muchas ventas potenciales: Juegos Olímpicos y mundiales para China, Sudáfrica, Brasil…. Parecen demasiadas casualidades cuando los que patrocinan esos eventos tienen necesidad y voracidad de accer a esos cientos de millones potenciales consumidores. Lo de ser ciudadanos del mundo lo veo muy compatible con el respeto y movimiento entre local, es decir, en mi caso me siento unido a mis raíces de forma intensa, pero son raíces móviles, no estancas. Me gustó hace años una frase que me dijo el amigo @vagamundo «Miradas locales con visiones globales».
Cambiando de tercio, con respecto a lo de Bangladesh y todo eso, nuestra sociedad de la inmediatez hace que al año vista o a los cinco ya nadie lo recuerde, haciendo una comparación me gusta la mirada del fotoreportero Gervasio Sánchez, vuelve al lugar donde hubo conflicto tras muchos años, así la historia se mantiene en el tiempo, no solamente en el cortoplacismo de cuando es noticia.Un abrazo
Tú tienes una mirada privilegiada para entender lo glocal, Iván. Quizá algún día te podías animar a explicarte sobre este asunto. Yo por ejemplo me veo mucho más rígido y pegado a unos pocos lugares. Siento que el mundo está ahí para reconocerlo como fuente de aprendizaje y, al mismo tiempo, me percibo más cómodo en mi sur de Islandia 🙂
Pensar en Coca Cola como referente de lo local es como para echarse a temblar. Un mundo de empresas globales, «disfrazadas» de locales» es, desde mi punto de vista, un desastre equivalente a la deforestación de los bosques o la desaparición de especies.
Comparto la reflexión de que en lo local podemos encontrar buenas oportunidades, basadas en la cercanía y en la confianza.
Pues me parece, Germán, que las grandes empresas transnacionales saben jugar a la perfección en lo local. Más de lo que nos damos cuenta. Hay que andarse con ojo, me temo.