La tarde en Castro del Río sirvió para encontrarnos con nuestro amigo Fran, coordinador de la Transandalus y también para volver a reconocer un típico pueblo andaluz, de casas blancas, con su castillo arriba y sus callejuelas apretadas a su alrededor. Y también para ver cómo Fran y Alberto se daban a la bebida… bueno, vale, a la costumbre nacional de la cervecita y el fino, que suena mejor, ¿no? Entrañable.
Había una curiosa procesión de romanos, con sus disfraces bien lustrados para la ocasión. A pie o a caballo, desfilaban muy serios. La Semana Santa tiene muchas caras pero mira que entretiene a la gente por esta parte del mundo. Todo un universo. Nosotros terminamos por cenar en la plaza en un bar frente al ayuntamiento justo después de ver desfilar aquella curiosa procesión.
De nuevo el día amanece sin llover. Desayunamos en el bar del hostal lo que ya es tradición, o sea tostada con aceite y tomate. A nuestro lado un peregrino al que luego adelantaremos con nuestras bicis en las primeras lomas del día. Si el primer día de ruta vimos a dos peregrinas, el segundo quedó en blanco y en este tercero éste ha sido el único al que hemos visto. No está muy transitada la ruta estos días por aquí.
Con Fran como guía perfecto nos vamos acercando a Córdoba por carreteras olvidadas y un viento de frente del copón bendito. Sí, del copón bendito. Pero como siempre, sarna con gusto no pica. El paisaje merece la pena: suaves lomas de cereal y olivo que esconden humildes arroyos que han crecido de manera brutal en los últimos tiempos. Tremendo lo que se va viendo porque no sólo son las zonas enfangadas sino que la misma carretera por la que pedaleamos ha perdido la batalla contra las torrenteras en más de una ocasión.
Entramos en Córdoba por el puente romano, callejeamos un poco y nos acercamos al barrio donde vive Fran. Parada técnica a base de jamón y queso porque ya es media mañana y la sombra del hambre del cicloturista es bien alargada, como todos el mundo sabe. Pero tras el avituallamiento toca de nuevo pedalear ahora hacia arriba alternando calzada romana y cañada real soriana hasta alcanzar la cota del día: Cerro Muriano. La subida es preciosa, a veces a pie y a veces en bici, pero preciosa.
Comida en Cerro Muriano y salida para terminar los últimos veinte kilómetros de la etapa. Impresionante la de cacharros de guerra que vemos nada más salir del pueblo. Tanquetas, tanques, carros de combate y mil chismes de matá que no sabría nombrar con propiedad. Cuánto dinero que se podría destinar a otras cosas.
Por unos curiosos tramos de una antigua carretera nacional abandonada y unas pequeñas raciones de barro, al que echábamos en falta, acabamos llegando a nuestro alojamiento, un poco antes de Villaharta. Tocan las labores cotidianas de todos los días antes de ponerse a escribir el post de la etapa. Y hoy con la novedad de que nos llamará Roge Blasco, de Radio Euskadi, para entrar en antena en su programa a las 21:30. Sí lees esto antes de esa hora y te apetece, tendremos nuestros diez minutos de gloria. Hasta mañana.
Distancia recorrida: 79,43 km. Tiempo sobre la bici: 5h 52min. Desnivel acumulado: 1265 m.
Enlaces útiles:
- Serie completa de posts sobre esta ruta en bici por el Camino Mozárabe y la Vía de la Plata.
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- Ruta prevista Granada – Mérida – León.