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Etapa 7: Maranchón – Alhama de Aragón – Consultoría artesana en red

Etapa 7: Maranchón – Alhama de Aragón

by Julen

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Ayer jueves fue día de pasión, partido del Athletic con Alberto disfrutando de lo lindo, y hoy viernes día de dolores, aunque al final hemos conseguido sobrevivir con dignidad. En la casa rural, todo estupendo, un montón de habitaciones para nosotros, con todos los servicios a nuestra disposición, lo que incluía lavadora, salón con Canal+ para ver el partido y un buen desayuno que nos dejaron en la cocina para disfrutar con tranquilidad.

El día ha amanecido con el suelo seco. Ohhh, no ha llovido en un buen rato según parece. Pinta bien tras dos días duros de lluvia, barro y dolores. Desayunamos y nos ponemos manos a la obra para empaquetar todo y salir a dar pedales. Ayer decidimos que Alberto se irá por Medinaceli siguiendo,más o menos la ruta oficial, y yo atajaré yendo derecho desde Maranchón hasta Arcos de Jalón por carretera para retomar aquí el camino. Así me evito algo más de 20 kilómetros y lo dejo en unos 70 aproximadamente.

Ya antes de comenzar a pedalear llega el primer susedido: Alberto no consigue cargar su track en el GPS. Probamos de una y otra forma pero no hay tu tía: el GPS pasa de nosotros. En fin, ya volverá en sí. Con los primeros pedales comienza la lluvia, una fina lluvia que parece ¡aguanieve! Pues sí que sí, es aguanieve. No pasa nada. Cogemos el desvío hacia Arcos de Jalón por carretera. Son solo 24 kilómetros. Un ascenso suave hasta algo más de 1.300 metros. Y aguanieve que se convierte en ventisca; y ventisca que no amaina y que en la zona de arriba hasta empieza a cuajar. ¿Frío? Lo típico, cero grados, ni frío ni calor. Alberto decide que se viene conmigo y deja a un lado la idea de irse primero para Medinaceli.

Tremendo. Por inesperado. La nieve entraba con viento por la izquierda. Las manos empiezan a protestar, los pies más de lo mismo. Pero solo son 24 kilómetros. Con una neblina que no deja casi ver las enormes aspas de los aerogeneradores que nos acompañan. Rectas preciosas en medio de la ventisca. Paramos porque Alberto tiene problemas en los ojos: los pequeños copos se estrellan contra la cara al coger velocidad. Nos cruzamos con un coche que trae las luces encendidas. Claro, pensará que estamos zumbados. Sobre todo por el que lleva pantalones cortos… y yo no soy.

La bajada hacia Arcos de Jalón parece que nunca acaba. Velocidad que supone más frío y dolor en las manos. ¿La contractura en el pretibial? Pues ha pasado a segundo plano. Ahora otros dolores, que para eso estamos en viernes santo de dolores, ocupan su lugar.

En Arcos de Jalón derechos al primer bar abierto… que resulta ser de un forofo del Athletic. Allá luce banderas y demás parafernalia. Pues ya tenemos conversación para olvidar las penas. Eso sí, yo medio descompuesto del frío mientras veo como chorrea agua de las zapatillas de Alberto. El camarero nos cuenta su vida, obra y milagros. Es del Athletic porque él es de la época en que ganábamos campeonatos. Argumento lógico, claro está. A ver si se repite la historia.image

Tras barajar diversas alternativas y como el tiempo sigue horrible, decidimos coger tren hasta Ariza y hacer el tramo final en bici. Y como el tren llega a las 12:23 disponemos de casi un par de horas para calentarnos en otro bar. Desplegamos todo lo húmedo que llevamos sobre una calefacción y nos contamos a nosotros mismos la aventurita de la nieve y la ventisca allá en lo alto. Aprovecho para twittear y recargar el móvil, que esta mañana había decidido hacer huelga de baterías caídas. Me fotografían con una bandera del Real Madrid y otra española con el toro. Joder, surrealismo puro.

Es la hora de coger el tren y ¡sorpresa! La rueda trasera de la bici de Alberto está pinchada. Alegría, alegría. Menos mal que parece que hinchando de nuevo aguanta un ratillo. Servirá para hacer los últimos kilómetros volviendo a hinchar cada cierto tiempo. Llega el tren con sus 15 minutos de retraso. Montamos en el primer vagón con las bicis. Nos esperan 12 minutos a toda máquina hasta Ariza mientra vemos que el tiempp parece aguantar.

El revisor nos pide los billetes y, oh oh, otro personaje que se nos cruza, Valentín. Acabamos cada uno con dos tarjetas suyas, una de la asociación cristiana de hombres de negocios y profesionales, y otra como colaborador de Mercedes-Benz y Lexus porque también vende coches. Y como le gusta el camping y nos ve con bicicletas se lanza a contarnos sus batallas por mil sitios. Su ilusión, no obstante, es comprarse una autocaravana. Hombre de negocios como revisor en el tren, con sus actividades paralelas al margen del ferrocarril. Gente curiosa.

El tramo final, tras un par de intentos por coger alternativas al trazado original del camino debido al miedo a encontrar de nuevo barro, lo hacemos sin mayores sobresaltos. Solo un encuentro con dos perros, uno de ellos con aspecto asesino, nos ha sobresaltado. Ha habido que inflar en tres ocasiones la rueda trasera de la bici de Alberto, pero el tramo se ha hecho ligero ya que llevábamos viento de culo y el barro ha sido llevadero.

Así que aquí estamos, en el balneario de Alhama de Aragón. A las 20:30 tenemos piscina termal y yo mañana a las 9:30 tengo nueva cita con fisioterapia. De momento he decidido dormir aquí dos noches. Mañana probaré en plan suave con la bici a ver qué tal me encuentro. Será el momento de decidir si sigo y hasta dónde, o si dejo la ruta aquí para terminarla en otra ocasión. Ya se verá. Alberto se marcha mañana para el sur y yo me quedo con mis circunstancias. Decidiremos de común acuerdo cómo continuar.

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