El sinsentido del e-liderazgo, herramienta frente a uso

by Julen

Aunque hace mucho tiempo ya debatimos en este blog sobre liderazgo -un tema que nunca acabará y que es recurrente por estos lares-puede que ahora tengamos otra «versión» comercial con la que convivir: la del e-liderazgo. Más madera al desarrollo de competencias para sacarle tajada a la economía contemporánea. Eso sí, seguro que sirve para impartir más masters y demás parafernalia asociada. Todo sea por crear necesidad.

En cualquier caso, sí que es cierto que las competencias tecnológicas son, por supuesto, un buen tema de conversación cuando te centras en la tecnología y no en la conversación, valga la redundancia. El ejemplo es evidente: hablas por teléfono. Pues ahora ponte a hacer un curso que acaba incorporando horas para explicar el teléfono y no tanto la conversación que puedes llevar a cabo a través de él. Ojo, que no digo que no haya que analizar ese tipo de tecnología, pero si la sobredimensionas, el producto resultante levanta sospechas.

David y yo hablamos mucho del enfoque que damos a la tecnología en nuestros proyectos. Mi caso es más sangrante: soy sobrepasado día sí y día también por lo que ofrecen las tecnologías. Me cuesta lo suyo «estar más o menos al día». Así que he decidido hacer mío el lema de Josu Orbe: tengo que estar a la penúltima. David, sin embargo, es mucho más hábil que yo: me sobrecoge cómo se entera de la forma en que funcionan tecnológicamente las cosas, aunque luego él mismo no le dé importancia. Creo que lo mismo le pasa a Aitor Bediaga. Soy algo torpe, lo confieso, aunque parezca que me defiendo.

Pero volvamos al e-liderazgo, que me disperso. Supongo que tiene que ver con ser líder usando a machamartillo Internet y su incombustible mundo de herramientas. Armados hasta los dientes, los nuevos líderes blanden la espada del linquedín, el feisbuk y el tuiter para conquistar las almas de los subordinados. Los nuevos e-líderes refulgen de folouers, fans y sus cifras de seguimiento se disparan. Son éxito. Son futuro. Son el presente de un modelo que busca como sea tener fieles.

Las tácticas son importantes. Hay que planificar el asalto al castillo del enemigo, que se resiste con tesón. Así que las acciones de combate se suceden. Tweet aquí y actualización allá. Pimpam, la artillería digital dispara con machacona insistencia y con una precisión milimétrica balas mediáticas. Sin piedad, no hay que parar. Tenemos los medios, tenemos los conocimientos: fuego a discreción.

Un e-líder tiene que mostrar pericia técnica -estar a la última o caer en el olvido por rancio- y ambición. Hay que tener las cosas claras y no desfallecer en el intento. Esto sobre todo es cosa de hombres en busca de su momento de gloria. Lo mismo se enchufan una sobredosis de Fernando Alonso como un sistemático fuego amigo a través de las redes sociales en Internet. Es una manera de ser y de comportarse. Va con nuestros tiempos.

Me paro, que mira tú quién fue a hablar. Este que no hace sino escribir y escribir en su blog. Lo mismo hasta soy e-líder, por listillo. Yo qué sé. El mundo baja revuelto y cuanto más quiere uno dejar al lado lo previsible, más sucumbe a ser lo mismo, un conjunto de conductas predecibles para ganar notoriedad. Me bajo para la zona valle de la ciclotimia. Hasta luego.

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1 comentario

Iñaki Murua 20/07/2011 - 18:11

Anda, pensaba que ya todo era 2.0 en vez de e- 😉
Con todas estas cuestiones, pienso Julen, que aunque la mona (o el mono, vaya) se vista de seda… . Lo importante será lo sustantivo, y no lo adjetivo.

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