13 citas de Estrategias de la Imaginación, de Alfonso Vázquez

by Julen

Siguiendo con los libros de los que uno aprende, hoy extraigo 15 citas del último que ha publicado Alfonso Vázquez. Se trata de Estrategias de la imaginación, publicado en Granica en 2008. El caso de Alfonso es algo diferente para mí porque le conozco de diferentes saraos por aquí en nuestro entorno. Es parte constituyente de Hobest, donde trabajan buenas amigos y amigos. Como autor individual, a este libro le anteceden: Hobekuntza. La sorprendente vía de Maier hacia la competitividad total, El modelo vasco de transformación empresarial y La imaginación estratégica.

Indico los tres libros anteriores porque creo que muestran una secuencia muy interesante. Desde su colaboración con aquel Maier de hace unos cuantos años hasta la fecha, el discurso es bastante homogéneo. En fin, como siempre, la selección es personal. Seguro que tú elegirías otros párrafos. Allá va mi selección, precedida en cada caso con breves comentarios.

Conversar como base del conocimiento, pero conversar es algo que hoy podemos hacer de muy diferentes maneras. ¿Lo local convive con lo hiperlocal?

El conocimiento se mueve esencialmente en la conversación y en la acción (que, al fin y al cabo, para los humanos, es una forma de conversación). Por tanto, presenta otro rasgo crucial: siempre se genera a escala local, en el ámbito en el que las conversaciones pueden darse como tales.

Un punto común en muchos autores: el activismo. Pero hoy el activismo requiere manejar bien la información, que se convierte en la mejor de las defensas contra la manipulación.

A cuanta más información podemos acceder y cuanto más conocimiento desplegamos, más conscientes nos hacemos de nuestra capacidad de influir, de modificar la realidad y, en este sentido, devenimos más libres y menos manipulables.

Personalismos para «representar» a una organización. Líderes, grandes hombres, la épica del poder.

Bajo estas premisas [se refiere a la organización técnico/racional], y dado que alguien debe representar a la organización y, al menos idealmente, cuidar de sus fines y funcionamiento, se identifica la figura suprema (el Presidente o denominaciones similares) con el Gran Hacedor, con el sabio relojero del mecanismo.

A veces es difícil encontrar responsabilidades individuales antes decisiones que parecen ¿corporativas? ¿Son las organizaciones, con su terca tendencia a funcionar como máquinas, lo que impide que la sociedad avance como debiera en pleno siglo XXI? ¿Es esta la causa del verdadero fin de la historia, en palabras de Francis Fukuyama?

La sociedad se ha hecho ingobernable a causa de las organizaciones.

Deleuze y Guattari son la referencia para distinguir entre diferencia y diversidad. Este último concepto, tan en boca de todos y tan difícil de hacer realidad, me temo.

La diversidad es expansiva y en su expansión se recrea y reproduce; la diversidad no admite la reducción al código y la media -ya que eso representa su final- sino que continuamente traspasa fronteras y genera nuevas combinaciones como condición de su existencia. En términos sociales, mientras que la diferencia se realiza en la masa, la diversidad se realiza en la multitud.

Las modernas maneras de hacer que la gente haga lo que algunos quieren. Antes fueron unos métodos más directos; hoy estos métodos ascienden rápido por la pirámide de Maslow.

La organización declara culturas y valores que todos sus componentes deberán abrazar para ser dignos de pertenecer a ella -cuando no simplemente para permanecer-; así se superpone al ejercicio disciplinario del control, de forma que el juicio sobre el organizado no sólo está objetivado (control disciplinario) sino subjetivado (adaptación a creencias y valores, a culturas).

Desmontando el mito del trabajador del conocimiento con bata blanca. El mono azul y las manos de grasa también lo admiten, como el artesano o cualquier persona que ponga sus cinco sentidos en lo que hace. Otra cosa es que el contexto dificulte que puedas usar toda esa capacidad que poseemos.

No podemos reducir el concepto del trabajador del conocimiento a actividades previamente etiquetadas como objeto del mismo (laboratorios, universidades, departamentos técnicos…) sino que, por el contrario, debemos extenderlo al conjunto de los ámbitos productivos y sociales.

Me recuerda un texto de Daniel Innerarity donde, citando a Jerry Ravetz, decía que el conocimiento es la búsqueda constante de ignorancias. Cuanto más sabes de algo, más descubres lo que no aún no sabes de ese «algo».

[El conocimiento] está poblado de ausencias, no de presencias. Es decir, su potencia innovadora busca lo que falta, lo que no hay, lo que no está. Todo lo presente está inventado y, por tanto, establecido de una u otra forma.

Causalidad, la siguiente cita me conduce a otra idea que Robert M. Pirsig expresa en Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta cuando dice: «Vivir sólo teniendo una meta futura es superficial. Son las faldas de la montaña las que sostienen la vida, no la cumbre. Aquí es donde las cosas crecen.»

[El conocimiento] reconoce disutopías y no utopías. Es decir, no pretende viajar hacia un estado idílico, formulado por alguien en alguna ocasión, sino realizarse en el instante, en la construcción del acontecimiento, aquí y ahora, constituyendo la utoía fuera de la promesa utópica.

La vieja idea de Michel Foucault: organizaciones que nos encierran, sea en cuerpo o en alma.

Nuestras instituciones (la fábrica, la escuela, la prisión, el hospital, el cuartel, el parlamento…) se cubren con un manto de tristeza, de desidia, de rechazo. La alegría busca espacios marginales, como la juerga, el carnaval o la celebración.

Ovejas que cagan hierba, aquel símil de Barry Wellman que Howard Rheingold citaba en Smart Mobs. Nunca como antes se hizo realidad cada minuto de nuestra existencia. Somos los mayores productores de información que la humanidad haya conocido jamás.

Sentados plácidamente ante el televisor, tomando un cerveza y unas patatas fritas, con las zapatilla de casa… ¡estamos produciendo! ¿Qué? Pues uno de los bienes más preciados para los medios de comunicación masiva: audiencia, es decir, información que va a adquirir valor para los medios y para todas las compañías anunciantes (o para formadores de la opinión pública, como los partidos políticos).

Movilidad y proyectos como ejes de la moderna competitividad. ¿Explotamos a esa otra parte «inmóvil» que espera su destino?

En los análisis de Boltanski y Chiapello, se propone un enfoque dual de las posiciones en el trabajo y en la sociedad, de manera que se formula la idea -sin duda, sugerente- de explotación de los «inmóviles» por los móviles (por ejemplo, están los trabajadores por proyectos, que se mueven con velocidad de uno a otro, y los eventuales, los parados, los subcontratados… que no pueden sino permanecer a la espera de que algún empleador los acoja, de nuevo, en forma precaria).

Esto último me suena a haberlo visto con demasiada frecuencia en los últimos tiempos. Dime de qué presumes y te diré de qué carezco.

Nuestros corpus organizativos exigen la innovación para progresar al tiempo que sus propias estructuras organizativas la destruyen.

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1 comentario

Antonio Blanco 04/01/2011 - 13:00

Hola Julen, algunos apuntes desde mi perspectiva:

– Sobre el conocimiento y la información: atesorarlo no implica ni conduce necesariamente al activismo. El «manejo» tiene que estar vinculado al concepto de experiencia tal y como la entendía Hegel (aprendes además algo sobre ti) y a seguir preguntando como decía Aristóteles, o problematizar como decía Foucault. Ya lo comentas después: hay que saber que no se sabe. La verdadera conversación es camino de conocimiento y de experiencia, como la entendía Gadamer, de ahí que sea tan importante.

– No creo que la «ingobernabilidad» por culpa de las organizaciones sea un mal de nuestro tiempo; creo que es un mal que se ha agravado en nuestra era por la complejidad de la sociedad y de sus instituciones, pero que ha sido siempre una dinámica presente.

– Foucault era muy crítico con esas instituciones que nos oprimen, pero también nos recordaba que son las que hacen posible que existamos como sociedad. Se trata de ir avanzando para que sean lo menos opresivas posibles.

– No solo hay una sobreabundancia de la información; también de la imagen. Curiosamente, tiene un efecto perverso sobre la imaginación. Es la diferencia entre leer un libro e imaginar al protagonista, y verlo encarnado en una película. Y por supuesto, todo el potencial de manipulación icónica que tiene, no estamos educados para protegernos.

– Lo de la parte inmovil que espera su destino me ha recordado a este pasaje de Castells, en el primer volumen de la Era Informacional:

«La sociedad se dividió como lo había estado la mayor parte de la historia humana, entre
ganadores y perdedores en el proceso infinito de negociación individualizada y desigual.
La cualificación no es suficiente, ya que el proceso de cambio tecnológico aceleró su rit-
mo, superando constantemente la definición de los conocimientos apropiados. La perte-
nencia a grandes empresas o incluso a países ha dejado de tener privilegios porque la
competencia global intensificada sigue rediseñando la geometría variable del trabajo y
los mercados. Nunca fue el trabajo más central en el proceso de creación de valor. Pero
nunca fueron los trabajadores (prescindiendo de su cualificación) tan vulnerables, ya que
se han convertido en individuos aislados subcontratados en una red flexible, cuyo hori-
zonte es desconocido incluso para la misma red.”

Totalmente de acuerdo: hay que movilizar todo lo que podamos 🙂

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