Pide lealtad y ofrece trabajo precario o paro

by Julen

I wanna be your dogEl término «lealtad» es uno de los más recurridos cuando se trata de compartir la épica del proyecto empresarial. O unidad de destino. Llámalo como quieras. Pero si quieres demostrar que eres buen jugador/a de equipo, deberás mostrar lealtad. Lealtad también se pide al rey, al ejército, a los miembros del propio partido, a la oposición, a los socios cooperativista o a unos colores. Incluso se pide en ámbitos tan amplios como «la cultura vasca» (véase la alusión que hace la consejera Blanca Urgell a este concepto en la humilde puesta en escena del nuevo Consejo Vasco de la Cultura).

La lealtad, según la RAE, viaja en términos humanos pero también animales. Las dos primeras definiciones que nos aporta son estas:

1. f. Cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y hombría de bien.

2. f. Amor o gratitud que muestran al hombre algunos animales, como el perro y el caballo.

Supongo que en términos del moderno management queda claro que lealtad implica el ejercicio de nobles actitudes humanas. Lo políticamente correcto requiere que tu actitud sea de crítica constructiva. La crítica intolerante y sectaria está muy mal vista. Aunque los límites entre unos tipos de crítica y otros no sean tan fáciles de marcar, me temo. Yo, por si acaso, ya dije en su día que si quieres lealtad, cómprate un perro.

Richard Sennett en La corrosión del carácter nos previene de ciertas maniobras para embelesar a las personas en el ámbito laboral:

El director que declara que todos somos víctimas del tiempo y del espacio es tal vez la figura más astuta que aparece en las páginas de este libro. Ha dominado el arte de ejercer el poder sin tener que presentarse como responsable; ha trascendido esa responsabilidad por sí mismo, poniendo los males del trabajo otra vez sobre los hombros de sus víctimas, que -vaya casualidad- trabajan para él.

¿Tiene sentido hoy hablar de «lealtad» cuando las condiciones de la moderna eficiencia empresarial pasan por los «recursos humanos» entendidos como factor de coste? La crisis está dejando bien claro hasta dónde llega la concepción de la persona para la empresa contemporánea. Hablo en términos generales, porque siempre habrá excepciones (que son, a fin de cuentas en lo que tratamos de trabajar). Pero los números son los números: el problema es el paro. La economía puede ir no tan mal, pero el trabajo de la gente sí que va fatal. El empleo es el gran perjudicado. Pero por si acaso, toca pedir lealtad. ¿Hacia qué?, ¿hacia quién?

Hace unos días cruzaba algunos twitts con Yoriento sobre lo fácil o difícil que es pasarse a la artesanía. Algo así como dejar el sistema -porque el sistema te ha dejado a ti- y emprender un camino alternativo. Quizá hasta incluso desarrollando una nueva relación con la habitual parte contratante. Porque como personas individuales no podemos «pasar» del sistema. Tenemos que convivir con él y tratar de modificarlo para que las personas seamos más relevantes dentro de él.

Nos piden lealtad y nos ofrecen una especie de destino fatal: tendremos empleo -precario- si la economía va muy bien. No si va «bien», sino si va «muy bien». Estupendo, cruza los dedos y a ver si hay suerte y a tu parte contratante le va genial. Porque de lo contrario, te espera un futuro muy negro.

¿Hace falta dinero? Pues claro. En breve montaremos una jornada sobre finanzas artesanas. Ahí nos juntaremos un grupito de gente que nos movemos por unos caminos algo diferentes (no tanto como creo que piensa mucha gente). Espero que no hablemos de lealtad sino más bien de libertad de pensamiento, postura crítica y desafío a los estándares. Las personas tenemos que buscar nuestras alternativas. Y hay muchas, tanto dentro del sistema oficial como en miles de resquicios por donde se escapan oportunidades. E incluso fuera del sistema. Porque somos diferentes, hay opciones múltiples.

En una sociedad que ofrece trabajo precario y contingente a la situación económica, insisto, no sirve sólo con quedarse esperando a que haya suerte.

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2 comentarios

Mady 14/12/2010 - 10:59

Lealtad, por un plato de lentejas. Pues va a ser que no.
No antes y no ahora.
Lealtad al momento histórico, lealtad a nuestra coherencia, a nuestra salud emocional.
Caminos alternativos.
Ya fui joven y vencí. Crezco con lealtad, fina, suave, sin esfuerzo.
¡Ay del que tenga que venderla!

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telemaco 14/12/2010 - 20:23

Un trabajador motivado, y por lo tanto leal, es sin duda el principal capitales de una empresa, pero un trabajador desmotivado, estresado y dejando regueros de ansiedad por el miedo a perder su puesto de trabajo es un coste tremendo para la misma.

La empresa es la que decide si considera a sus trabajadores un capital o un gasto.

El trabajador poco puede hacer si es etiquetado como gasto.

El problema en mi opinión es que el que decide donde contabilizar al personal suele ser un economista, que no sabe a que huele la taladrina. Y al que ni la desmotivación ni la motivación le aparecen en sus balances.

¿Es solución hacerse artesano? … está bien claro que todos los jefes, (al igual que los economistas), se consideran a si mismos «capital» y no «gasto»…. así que muerto el perro, se acabó la rabia… pero ¿y como hacer esto y trabajar en equipo?.¿La red de artesanos?….. ¿Un artesano considerará a los componentes de su red «gastos» o «capitales»?

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