Aracena-Cortegana

by Julen

De nuevo un día limpio. Ayer llovió algo por la noche. Poca cosa, aunque siempre pone alerta. El caso es que hemos tenido otro hermoso día primaveral, frío y seco. ¿Seco? Sí, seco; aunque nada más coger una pista entre castaños hacia Los Marines, te das de bruces con la realidad: arroyito convertido en balsa imposible de vadear si no es por una esquina, bici al hombro. Ya sé que me repito; pero, joder, cómo ha tenido que llover.

La etapa de hoy, corta, dura y muy bonita. Se hacen bastantes kilómetros por caminos tradicionales, a veces empedrados y a veces imposibles para rodar en bici por los destrozos de las lluvias. De todas formas, no está del todo mal la ciclabilidad. Castañares, alcornoques y pinos junto a cortijos con cerdos y vacas. Monte trabajado.

Al llegar a Fuenteheridos, oh, oh, pinchazo en la rueda delantera. Tranquilidad. Cambio la cámara y lo reparo; por agua no será ahí en Fuenteheridos con sus doce caños. Suerte dentro de lo que cabe haber pinchado aquí.

A partir de Fuenteheridos, continúa el sube-y-baja por pistas y senderos. La primera bajada por el camino se va deteriorando poco a poco a cuenta de las lluvias. Al final me toca hacer algunos tramos a pie. En uno de ellos me quedo charlando con un tipo que me pregunta si voy de Transándalus. Comentamos lo del agua que ha caído, que es como hablar del tiempo en el ascensor 😉

De vez en cuando se atraviesa alguna que otra carretera asfaltada para retomar enseguida los caminos de piedra y tierra. Y en una de estas, gran cuestón para subir a las Cumbres de la Dehesa. Vistas desde los toboganes que se suceden allá arriba. La sierra es inmensa; loma va, loma viene, parece que no tenga fin.

Bajadón a Galaroza para coger un senderito precioso que sube a Jabugo por el lado izquierdo del río Jabuguillo. Se ven familias paseando. Resulta un tramo muy agradable y ciclable casi por completo. En Jabugo, parada técnica que incluye montadito de jamón con su aceite. ¡Uhhmm! Y a seguir dando pedales. Como Jabugo estaba arriba, toca bajar de nuevo, claro.

De nuevo el camino aparece maltrecho, herido por las lluvias. Se baja por un frondoso bosque hasta otro vadeo de los de mojar bien los piececitos, bici en mano. Deporte nacional de la TA esta primavera. Siguen tramos de sendero empedrado. Entretenido.

Por fin se sale de nuevo a la carretera para hacer los 200 metros de desnivel que hay que salvar hasta Cortegana y alcanzar su iglesia y su castillo, que se distinguen altaneros entre el mar de cimas circundantes. El pueblo, hoy domingo, está desierto. La gente ha salido al campo a cumplir con la tradición.

Me voy derecho a la pensión. Lavar y  colgar la ropa, luego comer. Y pagar: comida+alojamiento = 30 euros. Tremendo.

Y como no hay dónde conectarse al internés, me decido a mandar la crónica en cuatro mensajes para que Boquitas Pintadas me lo postee. Así que esto que leéis está escrito desde mi HTC a base de pulgares. No diréis que no hay afición al artículo diario, ¿no?

En fin, Alberto se ha ido para Fuengirola y a mí me quedan ya solo dos etapas por delante, con final en Calañas y Moguer.
Nos leemos.

Datos del día: 40 km en 3 h y 24 min.

Nota. Otro día que pueda añado las fotos y las subo también a Flickr.

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