Innovación en Villoslada de Cameros

Google nunca lo entenderá. ¿Qué tiene que ver la innovación con Villoslada de Cameros? Pues va a ser que cuando tres personas andan enfrascadas hurgando en nuevos caminos para la gestión de las empresas y comparten afición por la bici y el otoño, resulta que Villoslada de Cameros es una oportunidad para innovar. Sea a cuenta de +Innova, de que Koldo Saratxaga lanza su nuevo libro a través de un baño de multitudes este próximo lunes en el Euskalduna, o de nuestro grupo de investigación de Empresa Abierta (próximamente en sus pantallas). El caso es que hemos compartido largas conversaciones mientras dábamos pedales desde allá abajo en Villoslada hasta Cerro Buey, a algo más de 2.000 metros de altitud.

David, Alberto y el artesano nos hemos subido a Villoslada de Cameros. Lástima que la poca agua que ha caído haya provocado una lamentable escasez de hongos, pero no hay mal que por bien no venga, y la jornada del sábado ha resultado espectacular respecto al clima. Cielo azul intenso roto sólo por las líneas blancas de los aviones, dos grados bajo cero para empezar y un horizonte espectacular desde las cumbres con las primeras nieves a nuestros pies.

Pues allí hemos ido, a la Sierra Cebollera. A subir a la ermita de Lomos de Orios y luego a Cerro Buey dejando en el camino Hoyos de Iregua, donde nace el río. Los corzos se han escondido esta vez, pero allí estaban, seguramente mirando cómo dábamos pedales. Nos veían, pero nosotros a ello no.

El de nombre impronunciable Csikszentmihalyi escribió mucho sobre el estado de flujo. Cada cual que lo consiga como pueda. En mi caso, ya lo he dicho otras veces, es con la bici. Ya sé que no puedo «producir» conocimiento explícito bien documentado a 150 pulsaciones por minuto, pero no veáis la conversación que soy capaz de llevar conmigo mismo. Y de vez en cuando salen algunos hilos de diálogo con quienes llevas al lado. Así somos los humanos; cada cual se busca las habichuelas intelectuales como puede. Cosas raras hacemos.

Incluso hay quien es capaz de repasarse las 93 diapositivas del curso sobre Web 2.0 en educación que comencé el viernes pasado con Hetel, en Txorierri Politeknika, la casa de Josu Orbe de lunes a viernes. Sí, sí, Alberto capaz de repasárselas antes de dormir. No me extraña que entre en ebullición cuando se pone a barruntar cómo cambiar modelos mentales para sacar adelante el proyecto de Burdinola.

Pues ya está. Innovación en Villoslada de Cameros. Claro que aderezada al completo con detalles del mundo 0.1: chorizos en Montenegro, bocata como Dios manda en Santa Inés, cordero guisado con setas en la posada… en fin, ¡qué voy a contar! Sí, que quizá la juventud 2.0 viene un poco floja, porque le entran calambres en las rampas finales de Cerro Buey. Pero claro, eso es cosa de la falta de hierro y no sé qué historias. Siempre hay motivos. Aunque las penas con pan son menos penas.

Una lástima que Alberto se marchara sin sus hongos. Somos testigos de que lo intentó en repetidas ocasiones. Incluso en un momento de euforia fue capaz de rearmar la cita que suelo utilizar de Bernard Shaw: «Si tú tienes una manzana y yo tengo una manzana e intercambiamos manzanas, entonces tanto tú como yo seguimos teniendo una manzana. Pero si tú tienes una idea y yo tengo una idea e intercambiamos ideas, entonces ambos tenemos dos ideas».

Y es que decía Alberto que cuando una persona comparte una idea con otra, cada parte no consigue disponer de dos ideas, sino de muchas más: aquellas que surgen del mismo hecho de compartirlas. Lo usaremos en próximas sesiones de trabajo. Aunque todavía queda pendiente invitarle formalmente a nuestro grupo de investigación sobre Empresa Abierta. Poco a poco.

Gracias a los aludidos por un estupendo fin de semana en bici. Otoño y bici en Villoslada de Cameros. Todo un planazo.

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