De aprender vive el hombre

by Julen


Ayer tuve la ocasión de disfrutar de tres
reuniones por la tarde en San Sebastián, a cual más interesante. No cito los nombres de las personas con las que estuve por un poco de pudor, que a uno todavía le queda de su vida al margen de la blogosfera.

La primera tuvo que ver con la necesidad de enfocar mejor la comunicación en las organizaciones. Lamentablemente, hoy en día está sobre todo anclada en las urgencias y las miserías de una productividad de cortas miras. Comentamos algunas cosas respecto a las comunidades virtuales y cómo el carácter de los que vivimos aquí (País Vasco) está quizá más asentado en valores «hacia dentro». Pudiera parecer a veces que abrirse a los demás en un blog o trabajar en forma profesional la comunicación es entrar en un terreno que choca con otras formas más «hondas» de interacción. Esta perspectiva es interesante para comprender por qué tantas veces surgen sólidas defensas levantadas frente a las tecnologías de información y comunicación.

Después estuve un par de horas aprendiendo con estupenda profesional del coaching. Disfruté oyéndola hablar de nuestros directivos, esos con los que trabajamos todos los días. Ella lleva a cabo labores de coach y es de lo mejor que conozco, y hablo por experiencia propia ya que en su momento fue proveedora de la empresa para que la trabajé en mi vida anterior. Y conste que ya sabéis de mi visión crítica respecto al coaching, pero no dejo de reconocer por ello que los directivos necesitan mirarse y descubrir vías para recuperar su espacio. Otra cosa es que también haga falta una visión de mucho más largo alcance y no sólo centrada en el directivo. Las soluciones pasan, como decía Alberto y creo que también Nice apuntaba, por visiones más holísticas del asunto.

Pero oír a una persona desgranar apuntes en torno a la toxicidad de muchos de nuestros directivos, en torno a los círculos viciosos de falta de rigurosidad o en torno a la necesidad de positivizar comportamientos fue una delicia. Cada vez que estoy con esta mujer acabo diciéndole que tiene un mercado inmenso por delante.

Y finalmente estuve con un chaval de 25 años, alumno de un máster organizado por la Universidad de Deusto en San Sebastián e INASMET en el que participé con unas clases sobre nuevas formas organizativas. Él trabaja como becario en INASMET (me temo que como mileurista), como ha tiene que hacer un proyecto final de máster, se le ha ocurrido enfocarlo sobre equipos autoorganizados y quiere que sea su tutor. Pues un placer del que seguro que aprenderé. A mí que un ingeniero químico decida esto me deja impresionado; claro que soy yo el que aplico todos los prejuicios habidos y por haber, pero de veras que me encantan este tipo de sensibilidades. Y allí en un bar estuvimos charlando. Que cómo podíamos enfocarlo, que mejor primero identificábamos qué puñetas es esto de equipo autoorganizado. Que luego ya iremos a investigar a algunas empresas. En fin, queremos ver en qué medida el modelo existe y qué resultados parece conseguir.

Y así se fue pasando el tiempo. Lástima que la consecuencia de todo ello sea una afonía considerable, aunque quiénes estáis leyendo no tengáis forma de saberlo. Pero sí, estoy afónico. Por eso escribo tan bajito, para no hacer mucho ruidoque además hay gente durmiendo…

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