Interesante la idea de Alianzo para provocar impacto. Sin embargo, desde una perspectiva de empresa, no acabo de verlo. Me creo a pies juntillas la microsegmentación a la que vamos llegando. Cada persona resulta un potencial cliente. Pero cada persona es diferente. Y si no sintonizo en su frecuencia, tengo ante mí rebaños de ovejas, cada una igual a la otra y, en conjunto, rebaños. Eso sí, los rebaños también pueden autoorganizarse y generar estructuras emergentes, como las hormigas, las ciudades y otros referentes habituales.
Impactar es importante y si no captas atención, no hay comienzo de nada. Pero, ¿cómo las personas nos interesamos por algo? Creo que palabras como sutileza, indefinición, sentimiento, emoción, extrañeza, curiosidad son grandes movilizadores. ¿Cuál es el objetivo de un impacto cuantitativamente elevado? Conseguir notoriedad supongo. Vamos, efecto Benetton. Pero después, ¿cómo entro a lo que me propones? En un mundo polucionado sólo entro donde veo que hay conexión emocional.
No tengo muy claro, por mi desconocimiento en muchas de las artimañas interneteras, mezcla de pasión y aborrecimiento, qué consigo con hacer ruido. Vale, quizá Jose sólo quiera saber cuánto ruido podemos hacer, pero no alcanzo a entender la utilidad que me reporta. Quizá es que soy un poco raro y las multitudes de más de tres personas me provocan rechazo. Pero ¿por qué no intentar un marketing viral selectivo que entre sólo en aquellos lugares a los que interese? Quiero un boca a boca en el que establezca conexiones de calidad. Sé que quizá me haga falta cantidad para luego llegar a la calidad. Pero sigo empeñado en ver cómo muchas empresas al crecer no consiguen desarrollarse. La dimensión desborda, sea en Microsiervos, o cuando ya no puedo rostros de personas sino entradas anónimas.
Insisto, no lo tengo muy claro, pero hay algo que se me está escapando en este complejo planeta.
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