El catedrático, de Antonio Villar #NovelaNegra 77

by Julen

Llegué a saber de El catedrático por un familiar que es… ¡catedrático! en una universidad española. Me habló de esta novela de un conocido suyo, Antonio Villar, y, claro, no había opción: había que leerla más pronto que tarde. A él le había gustado y con estos antecedentes de la conexión profesional y familiar, me la he ventilado en tres días. No hace mucho, por cierto, que se presentaba la novela en un acto de la Universidad Pablo de Olavide, en donde el autor es… ¡catedrático! Ya veis que, sí o sí, la academia anda de por medio en esta novela.

La trama conecta el momento presente con la secuencia de acontecimientos que desembocaron en que un catedrático de universidad perdiera su norte personal y profesional a manos, claro está, de la ambición. La frontera entre la actividad académica y la empresarial dibuja un territorio en el que aparecen oportunidades y por ahí se cuela el protagonista, Gerardo Soriano, para intentar progresar. En el camino, las oportunidades implican aligerar los compromisos éticos. Y de ahí el salto al lado oscuro es relativamente sencillo.

Gerardo Soriano tiene el mundo a sus pies. De brillante catedrático a ejecutivo de éxito, su trayectoria parece envidiable hasta que se ve envuelto en una investigación del comisario Sila, de la policía contra el crimen organizado de Nápoles, a raíz de la aparición de un cadáver anónimo en un contenedor de basura. A veces la casualidad se convierte en destino. Nunca imaginó Gerardo que terminaría fregando suelos en un bar de San Francisco.

El libro está repleto de alusiones a la vida académica con las que uno, que también mantiene parte de su actividad profesional vinculada a la universidad, puede sintonizar. Claro que por delante de mí no ha pasado una Raquel Fernández o un Alberto Marchena para tentarme 😉

En fin, que si estás cerca del mundo universitario y del empresarial, esta novela te hará sacar (también) una sonrisa de vez en cuando. Es ficción, no hay duda. Y con algunos asesinatos de por medio. Porque, claro, cuando las cosas se ponen feas y los malos andan de por medio, hay que dar escarmientos. Todo muy lógico y coherente con las reglas del juego del género negro. Primo, ándate con ojo 😉

Imagen de Mirko Stödter en Pixabay.

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