08 Muros – Cambados #KostaMTB – Consultoría artesana en red

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Nos quisimos dar un pequeño homenaje en la cena, pero nos salió un poco rana. Elegimos un buen restaurante, pero creo que no estuvo a la altura de lo que nos habíamos imaginado. Y no es que la comida no estuviera buena. Eran esos típicos detalles de atención y del propio local. No sé, tenía un punto extraño. No obstante, el pulpo que se metió entre pecho y espalda Alberto tenía muy buena pinta.

Lo que no defraudó fue Castelo Rock. Aunque nuestro alojamiento quedaba bastante lejos del escenario, eso no fue óbice para que los decibelios de las bandas de heavy metal se colaran en nuestra habitación hasta las cuatro y cuarto de la mañana. Doy fe de que a esa hora acabó porque escuché bien despierto la última canción entera. El compañero de fatigas, al lado, dormía como un campeón. Envidia.

Estos dos últimos alojamientos, en Muxía y en Muros, son muy recomendables. Si andas por aquí en alguna ocasión, toma nota: Solpor do Coido y Casa da Nena respectivamente.

Estamos ya en plenas Rías Bajas. La diferencia es evidente. Los acantilados y el paisaje solitario de muchos tramos ha dejado paso a un terreno colonizado por el hombre. De norte a sur, son las de Corcubión, Muros y Noya, Arosa, Pontevedra, Aldán y Vigo. Hoy, por lo tanto, recorremos la de Muros y Noya, y la de Arosa.

Muros probablemente cuente con uno de esos récords que nadie quisiera detentar: en la Guerra de la Independencia el ejército napoleónico se la ventiló en 12 horas. Desaparecida del mapa. Menos mal que luego, con el tiempo, aterrizaron por allí empresarios catalanes que fueron los que pusieron en marcha la industria conservera que tanto ha caracterizado al pueblo. Además, claro está, de los astilleros. Dos negocios, me da, que no pasan por sus mejores tiempos. De hecho, Muros ha visto cómo ha perdido casi 4.000 habitantes desde los años 80. La gráfica que refleja la demografía es tremenda.

Bueno, vamos con la ruta. Es sábado, comenzamos a pedalear y vamos pasando barrios y pueblecitos. A ver si hay un bar abierto para desayunar. A ver en el siguiente. No, en este no. A ver en el siguiente. No, en este tampoco. Nada, allá parece que hay otro pueblo. Y así hasta Noia, 28 kilómetros después de comenzar. Por tanto, ha caído desayuno doble, tostada por un lado y pudding por otro. Había una razón: teníamos ascenso a puerto de primera categoría. Y es que, en vez de seguir la línea de costa, hemos atajado para pasar a la ría de Arosa. Para ello hemos subido hasta el Miradouro do Monte da Muralla. Se trata de un mirador situado a 679 metros de altitud en el entorno de un antiguo castro.

Tu vista alcanzará en días claros hasta los 80 km al sur, llegando a ver incluso la bocana de la Ría de Vigo y las Illas Cíes. Como no, también Arousa, las islas de Cortegada, A Illa de Arousa, Illas Ons, O Grove y A Toxa. Tampoco dejaremos de ver las rías de Muros y Noia, Rianxo y A Serra da Barbanza.

Al igual que sucedió en la subida a la Garita de Herbeira hace unos días, aquí arriba también tienen parque eólico. Soplaba fuerte el viento arriba. El mirador es de esos aéreos que piden foto. Pero para acceder allí, tras una primera parte muy agradable por carretera, hay que superar unos 150 metros de desnivel final por una pista con unos rampones de consideración. Una pareja de franceses con la que coincido en la rampa final. Me dicen eso de Courage, Courage! No veáis cómo he agradecido el cambio de plato que hice antes de comenzar la ruta: dejé a un lado el de 34 dientes y lo sustituí por el que llevo, de 32, que me ha venido perlas para estos últimos rampones por un terreno pedregoso bastante suelto.

La bajada hasta la ría de Arousa es fulgurante, aunque con alguna pequeña trampa de por medio. Abajo paramos en una tasca que parece hacer de centro social en el barrio: en el rato que estamos allí ni sé la de gente que se ha acercado. Hacemos cuentas y vemos que nos quedan 35 kilómetros hasta Cambados, donde finalizamos hoy. Pero tienen truco: viento de culo. Qué bien para terminar el día.

Bueno, lo mismo me meto en un jardín al sacar el tema, pero en la ría de Arosa entramos, cómo no, en territorio de narcotráfico. Imposible que no te vengan a la memoria clanes como los Miñanco, los Oubiña o los Charlines. Fariña, el libro de Nacho Carretero, y la posterior serie televisiva, nos han refrescado la mente. Bueno, y qué decir de la mediática Operación Nécora, de Baltasar Garzón.

Noia fue la gran base de operaciones para el rodaje de Fariña y es el pueblo por el que accedemos a la ría de Arosa. Luego queda Vilagarcía. En los años de apogeo del contrabando se la llamaba Villamercedes, por la abundancia de vehículos de esta marca. Vamos, que si no sabías muy bien qué negocio poner, un concesionario de Mercedes podía ser una de las mejores elecciones.

Poco más al sur queda Vilanova de Arousa, donde el clan Charlín tenía su conservera. Que José María del Valle-Inclán naciera aquí queda en segundo plano. Cosas que pasan. En Vilanova queda también el Pazo de Baión, de Laureano Oubiña, ante el que se manifestaban las madres de la Asociación Érguete cuando la droga se llevaba por delante a sus hijos. Finalmente, siguiendo hacia el sur, llegamos a nuestro fin de etapa en Cambados, donde nacieron tanto Sito Miñanco como Laureano Oubiña. Y hasta aquí el capítulo dedicado al narcotráfico. Suficiente, ¿no?

En Vilanova, poco antes del final, nos avituallamos a base de un bocata tamaño XXL. No he podido terminarlo, no os digo más. Daba pereza arrancar de nuevo. El último tramo, que sepáis, lo hemos hecho por la Variante Espiritual del Camino de Santiago Portugués. Por fin, con puntualidad británica, a las 15:30 llegamos a nuestro alojamiento en Cambados, justo a la misma hora que una marabunta de turistas que, tras comer, van a hacer el check-in. Menos mal que Alberto ha estado ágil y ha conseguido que le cedan la vez. En fin, ya estamos instalados. Con la colada en el balcón secándose al sol. Mañana os cuento más, que hoy también tenemos visita.