03 Porto O Barqueiro – Cedeira #KostaMTB

by Julen

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Pues sí, verbena. Verbena, como Dios manda, con el grupo Fénix. El puerto es lo suficientemente pequeño para que sea imposible escapar a sus decibelios. Eran fiestas de la Virgen del Carmen. La chundarata comenzó a las 22:30. Tuve dudas de si conciliaría pronto el sueño porque la música sonaba a todo volumen. Se resolvieron enseguida: las cinco horas y media de pedaleo tuvieron su efecto somnífero. Menos mal.

Por cierto, ayer se me olvidó comentar nuestro paso junto a las gigantescas instalaciones de Alcoa a la salida de Viveiro. El caso es que se veía una nube de humo de color entre naranja y rojo a su alrededor. Al acercarnos y cruzar cerca de sus instalaciones, el suelo también se teñía de ese color. No sé muy bien qué sería, pero impresionaba, la verdad. En fin, que no quería dejar pasar el asunto sin citarlo porque las cosas del (supuesto) progreso siempre me dejan pensativo.

Estamos en plenas Rías Altas de Galicia, esas que comienzan al cruzar la ría de Ribadeo y que llegan hasta el Cabo de Finisterre en la Costa da Morte. El puerto de O Barqueiro, junto a la ría del mismo nombre, hace de frontera entre las provincias de Lugo y A Coruña. Estamos muy cerca de la Punta de Estaca de Bares, uno de esos sitios de la geografía que nos tocó aprendernos de memoria cuando de pequeños estudiábamos geografía en EGB. Estaca de Bares es el lugar que separa, en teoría, el Mar Cantábrico del Océano Atlántico y, además, en el punto más septentrional de la Península Ibérica.

El que desemboca en esta ría es el río Sor, este que veis en la foto, prestada de la Wikipedia. A un lado Lugo y al otro A Coruña. Nosotros cruzamos ayer por uno de los puentes que se van allá al fondo para llegar hasta Porto O Barqueiro, que queda escondido en esta foto tomada desde la carretera que conduce a Estaca de Bares. La decisión, por el kilometraje y el desnivel de la etapa, era si acercarnos o no hasta el faro. Como quiera que siempre estábamos a tiempo de hacer trampa y atajar más adelante y las primeras luces del día animan, allá que nos vamos.

Antes hemos desayunado en un bar del pueblo que abría a las 6:30. Nada como congeniar con la clase trabajadora del lugar, esa que madruga para meterse unos buenos copazos y empezar el día con energía. Claro que la ingesta de alimento es lo que menos les preocupa a esas horas. Así que hay que buscarse la vida con bollería industrial. Lo que no mata, engorda.

Vamos pedaleando por la carretera que lleva hacia Estaca de Bares, con la ría de Barqueiro a la derecha e intuyendo que al otro lado quedará la de Ortigueira. El faro se integra en un conjunto de edificios que en su día fueron instalaciones militares hoy abandonadas. Pues eso, quién lo diría, pero aquí había una base militar americana.

De Estaca de Bares a Cabo Ortegal —que nosotros dejamos para mejor ocasión— la línea de costa es una locura de entrantes y salientes. Seguimos, por tanto, camino de Ortigueira. Los acantilados lucen sus mejores galas. Poco antes habíamos retomado el Camino Natural del Cantábrico en la playa de Esteiro. Desde allí se coge una pasarela de madera que cruza el río, luego se adentra en el enésimo bosque de eucaliptos y por fin da acceso a los acantilados. Allí nos esperaba uno de esos bancos que compiten por ser «el mejor del mundo» (es la foto con los datos de Strava al principio del post).

Hoy, 18 de julio, es el siguiente a ese en que en Ortigueira terminaba su archiconocido Festival de música celta y folk, que comenzó el pasado día 10 y que ha llegado a congregar a 100.000 almas, según parece. Supongo que tras el apagón obligado de 2020 y 2021 a cuenta de la pandemia, esta edición habrá sido especial. El escenario principal para los grandes conciertos queda junto al mar, en el mismo pueblo, aunque por lo que se ve, el ambiente más especial está en la playa de Morouzos. Nada, que llegamos tarde para el entierro de la sardina. No obstante, nos hemos acercado hasta el escenario, que aún estaba en pie. Nos hemos tomado algo en un bar allí al lado y menudo bris que pegaba. Fresco, fresco. Estrella Galicia al poder.

Hemos podido recorrer la amplia ría de Ortigueira, saliendo por la parte alta del pueblo y con unas vistas estupendas a la ría. Es un paraje de gran valor ornitológico (es zona de especial protección para las aves) debido a su extenso humedal. Si lo tuyo es la curruca capirotada, el escribano montesino, el carbonero garrapinos, el chochín, el reyezuelo listado o la tarabilla común, ya sabes a dónde tienes que venir. Por cierto, es un lugar donde se produce el efecto Föhn, algo que también suele suceder al acceder a la Rioja Alavesa desde el norte, como ya comprobé cuando recorrí la TransEuskalherria. Eso sí, aquí se traduce en una pluviometría muy abundante.

Terminamos la primera parte de la etapa en Cariño. La segunda es la que incluye tres puertos puntuables: el Monte de Herbeira, la subida desde San Andrés de Teixidó hasta el cruceiro dos Carrís y, por fin, el ascenso al mirador de Candeira. Al final, la etapa se ha ido a casi los 2.000 metros de desnivel acumulado. Hala, hay que arremangarse y ver si las piernas responden tras todas las dudas previas en la preparación de esta ruta.

El Monte de Herbeira era la primera subida de verdad. Nos ha obsequiado con un viento bastante molesto. La parte inicial de la subida se hace entre árboles, pero luego se sale a terreno herboso muy despejado donde azota el viento. El parque eólico de su cumbre bien que lo sabe. Nosotros hemos accedido a la «garita» de su cumbre, pero el mar de nubes impedía disfrutar de las vistas. Yo he subido suave (eso creía), pero a Alberto se ve que le ha costado más de lo previsto. Dice que anda algo flojo, que no sabe muy bien qué le pasa. Suave suave.

Desde la cumbre, debido a la niebla, no queda otra que imaginarse los acantilados que caen abruptos hasta la costa.

Los acantilados de Vixía de Herbeira o más comúnmente, acantilados de Herbeira, son los acantilados con mayor cota sobre el nivel de mar de la Europa continental, con 613 metros de altura sobre el nivel del mar,1​ y los cuartos de mayor altura de Europa (si incluimos las islas), tras los de Hornelen (860 m), Cabo Enniberg (754 m) y Croaghaun (668 m). Otros de similar altura son Preikestolen (604 m), Slieve League (601 m) y Cabo Girão (580 m).

Hacemos una parada corta a resguardo del viento. Tras esta primera cota puntuable para el Premio de la Montaña, sigue una fulgurante bajada hasta San Andrés de Teixidó. Es aquí donde aplica el dicho popular: vai de morto quen non foi de vivo (va de muerto quien no fue de vivo). Nosotros estamos vivitos y coleantes. Llegamos y oh, oh, turistada. El sitio, no hay duda, tiene su encanto, pero verlo así, acondicionado de forma exagerada para el turista, no le hace ningún favor. Tengo que hacerme mirar este sarpullido que me sale con el turisteo de masas. En fin, otra paradita para hacer alguna foto y pensar que ya habrá tiempo y podremos volver en otra ocasión con más tranquilidad. Eso sí, Alberto tiene que reportarle a su madre que ha pasado por aquí, porque sabe que le hará ilusión a la mujer.

Cómo decía antes, le hemos dado esquinazo al cabo Ortegal, donde termina el Camino Natural del Cantábrico y que es el segundo que se encuentra más al norte en toda la Península Ibérica, después del de Estaca de Bares, en la llamada Costa Ártabra, que comienza en la ría de Ortigueira y llega hasta la de Ares, a las puertas de A Coruña. Para otra ocasión quedará pedalear entre las formaciones de granito negro típicas de la zona. Parece que hay en marcha un proyecto para que se convierta en geoparque. Eso sí, hemos fichado en el de Candeira, aunque desde el mirador no se veía el faro.

Para llegar hasta él había que escalar un muro con casi al 20% de pendiente (tras la ascensión previa al alto del cruceiro dos Carrís). Alberto no venía fino y hemos parado un rato para que se reanimara antes de dirigirnos a Candeira. Le ha sentado fenomenal porque luego iba mucho mejor. Dice que el fin de fiesta en Porto O Barqueiro le ha dado mala noche. No lo había comentado, pero tras terminar la verbena les dio por lanzar unos cohetes que nos hicieron saltar de la cama. Se ve que más a él que a mí.

Siguiendo con cuitas, parece que los rodamientos del pedalier de la bici de Alberto están en las últimas. Cuando hagamos fin de etapa en Pontedeume intentaremos resolverlo. Cruzamos los dedos. Desde Candeira solo nos quedan unos pocos kilómetros de descenso hasta nuestro fin de etapa en Cedeira. Tranquilidad. Lluvia fina. Esto es Galicia, qué os pensabais.

Bueno, os dejo, que a las siete tengo fisio y, además, hay que pasar por el Kilowatio. Mañana os explico.

Kilómetros totales hasta esta etapa: 258,34.

Metros de desnivel acumulado hasta esta etapa: 4.420.

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📷 Fotografías de la ruta cargadas en el álbum de Flickr.

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