Fue mirar toda la colección de novelas de Andrea Camilleri que tenemos en casa y coger, prácticamente al azar, La forma del agua. Reconozco que ahora mismo soy incapaz de recordar los argumentos de cada una de las obras. Los tengo todos entremezclados en un imaginario en el que también interviene algún otro capítulo suelto de la serie que la RAI lleva emitiendo desde 1999. Con algunas interrupciones, son ya 14 temporadas, ahí es nada. Pero conste que lo mío son, sin lugar a dudas, las novelas. Y esta de Camilleri, casualidad (no lo sabía al cogerla al azar) fue la primera de la serie.
El arquetipo de comisario que construyó Camilleri es muy cercano al Pepe Carvalho de Vázquez Montalbán. Supongo que junto a Kostas Jaritos, el policía del griego Petros Márkaris, son una especie de triunvirato de la novela negra de profundo sabor mediterráneo. Salvo Montalbano, no obstante, creo que a veces llega a convertirse en una caricatura de sí mismo. Los elementos recurrentes que dan forma a su personaje se repiten tan sistemáticamente dan pie a un tipo que existe ya en el acerbo popular. ¿Vas a Sicilia? Pásate por Vigàta, el barrio de Marinella y Montelusa y mira a ver si puedes saludar a Montalbano.
Porque los salmonetes, algún que otro plato de pasta o la chica deslumbrante de turno que cae fulminada ante los ¿encantos? del comisario forman parte de la escena que uno espera al abrir las páginas de una novela de Camilleri. En La forma del agua aparece ya Ingrid, una sueca que irá dejándose ver en más de una novela. La trama es otra más de las muchas que aportan los ingredientes fijos de la propuesta del autor: asesinatos turbios, la mafia siempre presente con menor o mayor intensidad, la Sicilia profunda, las pasiones bajas y el dinero.
Cuando elegí esta novela para releerla ya sabía que no me duraría en las manos apenas un par de días. Siempre que he leído una de las de Montalbano sé que la voy a coger y apenas la voy a soltar hasta terminarla. A veces me parece estar leyendo un cómic. Camilleri introduce muchos diálogos que confieren una agilidad fantástica al relato. No hay tiempo para aburrirse. Estás dentro de la trama en la primera página y no saldrás de ella hasta acabar de leer el libro. A fin de cuentas, esto también aporta la obra de Camilleri: una lectura intensa en la que no por conocer de antemano los ingredientes vas a dejar de disfrutar del plato que te ofrece.
La forma del agua es Sicilia, es su clima tórrido de verano, sus costas, prostitución y droga. Es Montalbano en estado puro. Si acaso con una presencia ausente de Livia y en la que sus compañeros de la comisaría no adquieren tanto protagonismo como en otras novelas posteriores de la serie. ¿Por cuál empezar si el personaje y la obra de Camilleri te atraen? Puedes dejarlo al azar o irte a la primera de las ¡¡38!! que componen la serie. La factoría Camilleri ha estado escribiendo a toda máquina durante muchos años. Supongo que el personaje se habría adueñado, de alguna forma, del autor, preso de un tipo que se había vuelto entrañable.
Así pues, da igual la que elijas, ya sabes lo que puedes esperar. Y no hay duda, Montalbano es un tipo que forma parte de la historia de la novela negra mediterránea. Otro día elegiré al azar sendas novelas de Manuel Vázquez Montalbán y Petros Márkaris. A ver qué nos toca releer. Sarna con gusto no pica, ¿verdad?
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