Negocios oscuros en consultoría: amaño de contratos públicos

by Julen

La consultoría, para qué vamos a engañarnos, siempre ha tenido su lado oscuro. Me refiero a que la forma en que se contrata ha estado sujeta al típico trabajo de pasillos. Para influir en la opinión de quien tiene el poder de decir sí o no a una propuesta se han utilizado mil artimañas, algunas dentro de una relación lógica entre un proveedor y un cliente y otras quizá no tanto. Los objetivos de facturación están ahí y ha habido que ingeniárselas para conseguir los pedidos. Sí, no creo que esté descubriendo nada nuevo.

En el caso de la consultoría artesana, quizá cuando comienzas a trabajar por tu cuenta el tipo de trabajo que te llega es, muchas veces, de gente que te conoce. Surge de la confianza. A pequeña escala nos parece lógico que sea así. ¿Debería de ser de otra manera? La respuesta es complicada. Nos movemos en círculos en los que (casi) todo se sabe, lo bueno y lo malo.

Por su parte, en los grandes negocios de consultoría la tentación de llegar al pedido por malas artes está ahí. Es mucho lo que está en juego. El sector privado que juegue como quiera. Bueno, tampoco es esto, pero allá cada cual con su dinero aunque sea una lástima que no primen los criterios profesionales. Sin embargo, en la cosa pública no podemos aceptarlo en ningún caso y tampoco podemos mirar para otro lado cuando leemos noticias como esta: Competencia amplía a otras 11 empresas la investigación sobre el cártel de las consultoras.

Estas noticias destapan numerosas fallas del sistema: las puertas giratorias para colocar en empresas de consultoría a políticos de quienes se espera muevan hilos a partir de sus contactos, los sistemas de contratación pública sin suficiente supervisión, una cultura de tolerancia con el listillo de turno o unos lobbies que campan a sus anchas para presionar allí donde haga falta. En el sector público, en la medida en que se mueven importantes contratos, las grandes consultoras se juegan muchos de los objetivos de facturación.

En otro orden de cosas, me viene enseguida a la cabeza el caso de Maroto –sí, el supuesto líder del PP–, quien, casualidades de la vida, se ha empadronado en un pueblo de Segovia. Él, tan de Vitoria de toda la vida, acaba allí viviendo en una casa propiedad de un alto directivo de Accenture de quien no ha trascendido el nombre. Ya se ve, el poder es el poder, Dios los cría y ellos se juntan. Es un caso curioso: cómo llega alguien a encontrar el «favor» adecuado de un amigo que trabaja como directivo en una de las grandes de la consultoría. Simple casualidad, nada más.

El artículo de El País que referencio más arriba dice:

Entre las empresas investigadas están tres de las cuatro conocidas como las big four del sector de la auditoría —PriceWaterhouseCoopers, Deloitte y KPMG— y consultoras muy conocidas como Indra y Everis. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia ha observado “indicios racionales de que han cometido infracciones prohibidas”, que consistirían en acuerdos o prácticas concertadas para repartirse el mercado de los servicios de consultoría en licitaciones públicas, pero también privadas, “en gran parte del territorio nacional”.

A ver en qué termina todo esto. Lo peor es que no extraña porque, como decía, siempre ha habido movimientos en las altas esferas para conseguir contratos. Por lo civil o por lo criminal, tienen que establecer conexiones para que caigan los pedidos. Lo peor es el desprestigio de un sector que en sí mismo engloba a muy diferentes proveedores, pero que se resiente como tal ante las sospechas de que oculta mucho juego sucio.

 

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