Etapa 10: Béjar-Salamanca

by Julen

MusgoLa cámara de fotos murió víctima de las aguas. Lo que para el campo es bueno -en dosis razonables, claro- para la electrónica creo que no tanto. Un charquito en uno de los bolsillos del chubasquero tuvo la culpa. Probé con varios intentos de reanimación pero parece que el deceso se produjo en algún lugar entre Cáceres y Galisteo. Descanse en paz. Y a rey muerto, rey puesto. Ha habido que reemplazarla. Espero no estar perseguido por alguna maldición santiaguera.

Creo que aproveché la única hora en que dejó de llover en Béjar para darme un paseo. Y es que, ya sé que me repito, pero vaya tarde dale que te dale,  venga de llover y llover. Así que en la tele las noticias dicen que ha sido el marzo más lluvioso desde tiempos de maricastaña. Doy fe, doy fe. Total, que para las siete y media ya estaba recogido de nuevo en mis aposentos.

Salgo de Béjar buscando unirme con el camino en Valdelacasa, pasado ya Calzada de Béjar. Toda esta zona la conozco bastante de andar el año pasado varios días por aquí, incluyendo tramos de la Vía de la Plata. El paisaje hacia Navalmoral de Béjar y luego más adelante desde este pueblo hasta Valdelacasa es precioso. La humedad consigue que el musgo se agarre a cada piedra, a cada murete y también a los árboles. En los pastizales anegados vacas y toros pastan tranquilos. Muy bucólica la estampa desde luego.

Voy buscando, como en días anteriores, carreteritas alrededor del camino y que en buenos tramos, por cierto, coinciden con él. En Valdelacasa pregunto y me dicen que puedo ir sin problemas por una pista asfaltada (al principio más baches y arena que asfalto) hasta Fuenterroble de Salvatierra. Desde allí por otra carretera hasta Endrinal donde medio bocata de jamón me hace recordar el territorio que piso: aquí también, cómo no, los productos del cerdo son tradición.

Camino de San Pedro de Rozados me encuentro primero tres peregrinos franceses a pie, luego una pareja en bici que han parado junto a la carretera para comer algo y después una chica italiana que andaba algo perdida y a la que explico dónde está y cuánto le queda para San Pedro de Rozados. GPS, gran invento para explicar estas cosas. La zona me recuerda mucho al Aubrac en el Macizo Central francés cuando vine recorriendo hace años la Vía Podiense del Camino de Santiago en Francia. Soledad, viento, sin árboles, amplios horizontes.

Se llega a la finca de Calzadadilla del Mendigos donde cerdos, vacas y toros son objeto de trabajo, cada cual con fines distintos, aunque todos acaban de una u otra forma en la mesa. Tras una subida, enseguida se empieza a ver Salamanca allá a lo lejos en la vega del Tormes. Las torres de la catedral orientan el camino sin pérdida posible. Con viento de culo y en bajada se llega a toda pastilla en un momento. Casi sin darme cuenta, ¡zas! ya estoy cruzando el Tormes por su puente peatonal.

Callejeo un poco y me acerco al hotel. Un hombre con varios premios internacionales a la antipatía me da la bienvenida en la recepción. Comienza el ritual diario: lavado y colgado de ropa, ducha y a buscar un sitio donde comer. Tengo que planificar la etapa de mañana en la que quiero hacer algo más de cien kilómetros para terminar más al norte de Zamora. Por allí, según parece, baja crecido el Duero. Le presentaremos nuestros respetos. Hasta mañana.

Distancia recorrida: 80,59 km. Tiempo sobre la bici: 4h 21min. Desnivel acumulado: 926 m.

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