El recuerdo

by Julen

3888789539_8613f9cfebCon sus propias leyes es una parte ajena y al mismo tiempo íntima. Pasa el tiempo y la inmensidad de nuestros recuerdos se vuelve incomprensible. Ahí dentro de cada una de nosotras, los recuerdos juegan a la autogestión. Se estiran y encogen, se ocultan, se manifiestan. Los años les dan vida mientras la vida avanza hacia el fin.

Un fragmento acaba pegado a algún rincón de la cueva. Porque el recuerdo habita en una cueva interior. Y la red de laberintos que hay que recorrer para acceder a algunos de ellos provoca la renuncia en un buen número de ocasiones. El ánimo inicial de recrear la escena se desvanece en esa tupida red de opciones. El final se aleja porque las bifurcaciones nos dispersan.

Incoherentes y simples. Son golpes de atención. ¡Zas! Aparece, es una imagen en color, brillante, nítida, real. Puedes tocar los objetos, volver a sentir su textura. Estiras el brazo y lo alcanzas, acercas los labios y puedes besar. Es eléctrico.

Somos los únicos animales que imaginamos. Imaginamos recuerdos y los anticipamos. Construimos nuestras viviendas de protección oficial allá en la memoria. Pisos donde repartimos coherencia pero de donde salen caprichos. Los planos que vimos en aquel despacho de arquitectura eran un simple ejercicio de cobertura emocional. Luego todo resultó diferente.

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La foto en Flickr es de itchy73.

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3 comentarios

joía Jaio 01/11/2009 - 12:27

Uno de los sentidos que más vinculado está a la memoria, a los recuerdos es el del olfato. ¿No le parece a usted? De repente un olor al entrar en una calle, te trae aquel viaje que hiciste de niña vete a saber a dónde… Es muy interesante desentrañar por qué, sin mediar vehículo alguno, llegan a veces recuerdos que no tienen nada que ver, racionalmente, con el momento en que nos asaltan. Y menos mal que el tiempo juega a nuestro favor, el paso del tiempo empequeñece los malos recuerdos y magnifica los buenos. Eso nos permite avanzar con cierta dignidad por la línea de la vida.

¡Qué bonito texto, pater!

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Moli 01/11/2009 - 21:24

el sabado a la tarde-noche por primera vez me acercaba al hospital para hacer un turno de cuidado de un niño (3 años) senegales q acaba de ser operado. Tuve claro q iria esa vez y a esas horas cuando me avisaron q no estaba cubierto. Por muchas razones q me guardo no fue por casualidad. Una de ellas tiene q ver con el recuerdo; yo creo el recuerdo más importante, el q dejamos de los demás; mezcla de muchas cosas, acertadas, equivocadas pero si se hace con el corazón, el entero no el otro, hay un interés de mi para ti que… ahí queda. Y en la entrada del hospital me encontré con un chico de Sestao, de esas historias que se han ido del centro a tu casa y de nuevo al centro hasta ver qué hacer. Se me acerca y me saluda y ante la sorpresa y la alegria le digo- ¿qué tal estás?. «ya se, ya se que…»-me dice pero esa conversación se queda entre él y yo, pero le sigo preguntando, ¿qué tal estás?, ¿no me ves?- me dice- fíjate y se mira de arriba abajo…» me cuenta todos sus avances…económicos «no,no, le digo, cómo estás tu por dentro, eso me interesa». Bien, bien, de verdad y nos abrazamos. Es posible tener recuerdos felices construyendo así la memoria en otros por la linea de la vida. Mxk

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Luis Miguel 02/11/2009 - 13:17

Maravilloso post Julen, me parece una descripción cuasi-poética del «recuerdo». Es cierto que la facultad del recuerdo, de la imaginación, es algo que nos define como humano. Pensando sobre esto, me da la sensación de que el recuerdo también es un arma de doble filo. Cuando una imagen, una sensación, una situación…la integramos en nuestro recuerdo existe un proceso de adaptación en el que acoplamos aquellas imágenes, sensaciones, situaciones a nuestros esquemas mentales. Luego, cuando queremos recuperarlos, creo que no tienen su forma original, sino que están «maquillados» debido a aquel proceso de adaptación… ¿Crees que hay que tener cuidado a la hora de basar nuestros argumentos en recuerdos?

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