03 Loarre – Yesa #CincoVillasEnBici

by Julen

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Tras una buena siesta bajé al pueblo a estirar un poco las piernas. Veía desde la habitación de la hospedería cómo poco a poco el pueblo quedaba cada vez más y más engullido por la niebla. La torre del campanario, que cuando llegué relucía imponente, ahora quedaba desdibujada bajo una luz mortecina. Las agujas del reloj marcaban las seis y media. Más tarde, durante una hora o así, despejó, pero fue solo un espejismo momentáneo.

El paseo me dio para aprender que por Loarre pasa el Camino de Santiago. Vi las marcas al entrar al pueblo por la parte de abajo. Es la vía que viene de Jaca y que yo en su día me «salté» porque venía renqueante y decidí hacer la etapa de Jaca a Sangüesa por la carretera. Además he sabido que la hospedería fue antigua casa consistorial. El edificio es un antiguo palacete renacentista del siglo XVI con una bonita colección de arcos que engalanan las ventanas de las habitaciones del segundo piso.

En la que creo que es la única tienda del pueblo (al menos era la única abierta) aproveché para hacer un poco de vida social. Todo a cuenta de elegir cuál debía ser el dulce típico que debía probar sí o sí. No hubo manera de llegar a ningún acuerdo, lo que por supuesto sacó a colación el nuevo gobierno aún por cerrar. Efectivamente, todos los caminos conducen a Roma, o sea, al gobierno de Sánchez y a la abstención de Esquerra Republicana con algún que otro guiño a lo que se habrán llevado esos vascos del PNV.

La cena fue muy agradable. El chico que atendía en recepción tuvo a bien apiadarse de mí y me ofreció la cena del hotel con lo que le quedaba: un wok de arroz con verduras, un bacalao con una salsa muy fina de pimiento y alguna que otra especia y de postre un pastelito «artesanal» de manzana. Todo estaba buenísimo, la verdad. Así que dio igual la siesta previa, caí fundido de nuevo en brazos de Morfeo poco antes de las diez.

Ya en ruta, tenía que volver hasta Ayerbe por donde vine ayer. En un abrir y cerrar de ojos hice lo que ayer me llevó más de media hora. Tuve la tentación de acercarme al mirador de los buitres con vistas a los Mallos de Riglos, pero a primera hora de la mañana y todavía sin entrar en calor, mejor dejarlo para otra ocasión. Además, la ruta me llevaba hacia los Mallos.

Efectivamente, al salir de Ayerbe seguí la A-132 que conduce hasta el omnipresente (en esta ruta de tres días) río Gállego. Tras pasar Murillo de Gállego el río se encajona dejando los Mallos de Riglos a la derecha. Entraba un fortísimo viento en contra en todo este tramo hasta llegar al embalse de la Peña para regocijo del ciclista. Cruzamos el embalse por un estrecho puente metálico y paramos un rato junto a la ermita de la Virgen del Puente de la Peña.

A partir de aquí la carretera va subiendo poco a poco por el barranco de Gabás en un tramo muy agradable. Arriba hay buenas vistas hacia los Pirineos, que se repetirán en muchos otros momentos de la ruta. Una bajada fulgurante nos deja en Bailo, donde abandonamos la carretera principal y cogemos la A-2602 hacia Larués. Aquí hacemos pausa para tomar el pertinente Cola-Cao. Me han preguntado si lo quería con leche caliente. Todavía le estoy dando vueltas al asunto porque quizá la chica se estaba quedando conmigo y no me he enterado.

Seguimos hacia Bagüés disfrutando de la solitaria carretera. Allí en este pueblo nos espera la preciosa iglesia de los santos Julián y Basilisa. Queda a la izquierda en un alto y desde luego que es fotogénica. Para mi deleite dos aviones se cruzan allá arriba en el cielo y dejan una curiosa señal de respeto (hay que ver la foto más abajo para entenderlo). Ha tenido su punto mágico, desde luego.

Seguimos subiendo. Nos quedan otros dos pequeños puertos para terminar la etapa. Así que hay que tomárselo con calma. A la izquierda continúan las fantásticas vistas a las cumbres nevadas de los Pirineos. Todo este tramo es realmente encantador.

Cruzamos la carretera que va de Ruesta a Navardues y que se dirige al valle de Roncal en Navarra. Seguimos hasta Undués de Lerda. Desde aquí apenas quedan diez kilómetros para terminar esta ruta circular de tres días. Este tramo final deja el asfalto para encontrarse con una pista ancha pero bastante rota por las últimas lluvias. Llegamos a Javier, cruzamos el pueblo y nos acercamos al castillo. Foto de rigor y de nuevo hacia Yesa, tras cruzar el río Aragón.

Pues hasta aquí esta tercera crónica. He disfrutado del frío y de la tranquilidad de los pequeños pueblos, estos días muy vacíos tras las fiestas navideñas. Seguro que en otra época la percepción es muy distinta. En fin, como siempre, cualquier disculpa es buena para pedalear.

Los Mallos de Riglos

Puente sobre el embalse de la Peña

Las cumbres nevadas de los Pirineos

Los aviones hacen la señal de la cruz sobre la iglesia de los Santos Julián y Basilisa

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Fotografías de la ruta cargadas en el álbum de Flickr.

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