Hace ya unos cuantos años que conocí a Iván Marcos Peláez. En él vi a una persona que convertía el viaje en una enorme fuente de aprendizaje. Viajar era su estilo de vida. Resultó, además, que Mondragon Unibertsitatea introdujo LEINN, un grado que con el tiempo se ha consolidado como un referente en innovación y emprendizaje y que, casualidad, utilizaba el viaje como uno de los principales estímulos de aprendizaje. Ver mundo servía -y sirve- para aprender.
Comentaba aquí hace unos días que estaba leyendo el viaje alrededor del mundo de Salva Rodríguez. Ha publicado tres libros en los que recoge su experiencia: África, Asia y América. En total son unas 900 páginas. Y las he devorado en tiempo récord. Me ha atrapado su discurso. El viaje en bicicleta como hilo conductor para aprender sobre uno mismo, sobre los demás y en su más amplio sentido, sobre la humanidad y el planeta que habitamos. Ahora mismo, Salva acaba de regresar a su Granada natal después de nueve años de pedaleo.
Recorrer países en bicicleta permite hacer algo grande desde una fragilidad estremecedora, independiente y con una dependencia absoluta de los demás. Sencillamente, yo no habría llegado hasta aquí si no fuera porque la gente de este mundo es, mayoritariamente, buena. Y descubro que volver no va a significar regresar. Para mí, un día, volver será devolver; empezar a devolver lo que el mundo me está dando.
Cada cual somos como somos. Me sirve esta perogrullada para explicar el peculiar estilo con que Salva afronta su viaje. Juega todo el tiempo con lo imprescindible, con provocar la amistad, con dejar que las cosas sucedan, con mostrarse de alguna forma vulnerable. Y cuando eso sucede, sale normalmente lo mejor de cada casa. Al margen de que las culturas de cada pueblo enfrenten de manera diferente la atención al viajero, no cabe duda de que cuando ves a alguien que llega con lo justo y cansado, parece de bien nacidos atenderlo.
Ahora mismo en los telediarios nos muestran el drama de los miles y miles de refugiados que siguen queriendo llegar a la tierra prometida: ¡Europa! Bueno, quizá fuera mejor decir ¡ciertos países de Europa! Claro que como llegan a miles el fenómeno provoca dos efectos contrapuestos: es un drama humanitario enorme y conmueve, pero, al mismo tiempo, sirve para que el primer mundo levante barreras porque no quiere aceptar su responsabilidad de atender a toda esa cantidad de personas. ¿De verdad somos gente civilizada?
El viaje en solitario de Salva es una opción que él toma. Una decisión personal tremenda que le proyecta como persona sensible en busca de sus límites y de la bondad de la condición humana. Pero es una opción. El viaje de toda esa gente expulsada de su hogar por la necesidad es otro asunto bien distinto.
Sí, me voy del tema. Yo quería hablar de Salva y de su maravillosa experiencia. Recomendaría a cualquier institución educativa que lo leyeran en sus clases. En vez de tirar de manuales de geografía e historia, estaría bien contrastar con la humilde voz de un viajero en bicicleta que recorre país tras país el mundo con un presupuesto de siete dólares al día. El planeta de repente se hace un pañuelo y resulta que Dios los cría y ellos se juntan. Salva se va encontrando aquí y allí, en países y hasta en continentes diferentes, con las mismas personas. Las despedidas son un hasta luego. El tiempo y el espacio lo confirman.
Cuando he leídos sus libros he pedaleado con él. Mis viajes no son nada comparados con su peregrinación. Los he leído en orden temporal inverso: América, Asia y África. Una lectura que me llevaba al origen. La tierra es redonda y la linealidad pierde sentido. Comenzar y recomenzar o terminar, da igual. El camino es lo que importa.
Salva era profesor en un instituto. Y también un viajero. Ahora tendrá que afrontar su nueva vida.
12 de agosto de 2015, casi una década después, en una bicicleta maltrecha y obstinada regreso a Granada tras 145.266 kilómetros recorridos a lo largo y ancho del planeta; un planeta que, lo juro, es redondo. Igual que en el 2006, en la calle nadie repara en mí, nadie sabe de dónde vengo, aunque esta vez yo sí lo sé: vengo de dar la vuelta al mundo.
El viaje en solitario implica precisamente lo contrario: sentirse acompañado. Y también implica sentirse vulnerable. Esa parece la gran fuente de humanidad. Esa condición de vulnerabilidad lo cambia todo. Pero hoy, aquí, en el primer mundo, lo que se vende no es eso, ni mucho menos.
Te guste o no pedalear. Estos tres libros son un buen material para aprender. De la gente, del mundo, de la humanidad.
27 comentarios
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Me has convencido fácilmente amigo…me voy a por los libros de Salva 😉
Un tipo que merece la pena, te lo aseguro 🙂
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Me ha encantado el post, Julen. También que Ivan esté alli inspirandote. Coincido totalmente en lo que dices de él. Conozco pocas personas que gestionen con tanta intensidad y coherencia esa relación entre viajes y aprendizaje. Leer este post tiene un daño colateral: da ganas de tirar todo a la mierda e irse a recorrer el mundo en solitario. No me tientes, chaval 🙂
Ten cuidado, Amalio, que esa tentación… es muy golosa 😉
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Gran post Julen, muy emotivo. Siempre he creído en el viaje como una escuela abierta donde las gentes y las experiencias nos enriquecen como seres humanos. El «humanismo» que suele aparecer con el viaje, algo que está relacionado con las personas que aparecen, pero también con nosotros mismos , ese viajaprendizaje que va mucho más allá de la belleza de los enclaves que visitamos. El viaje como algo muy especial que al final resulta ser un intangible que te empapa como no se puede sentir de ninguna otra forma. Tenía a Salva fichado desde hace años, creo que va siendo hora de leer sus libros. Deseo a Salva un buen regreso a Granada, no debe ser sencillo tras una década por el mundo, por cierto, me encantó la sencillez de su vuelta. Gracias por las reflexiones y las recomendaciones 🙂
Iván, he cruzado algunos correos con Salva. Buena gente, desde luego. Ya me dirás cuando los leas.
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[…] y mantenimiento de un blog de viajes, financiación. Entre otros ponentes estará por cierto Salva Rodríguez del que ya escribimos en este blog. Me parece una estupenda oportunidad la que ofrecen estas jornadas para captar el aroma de lo que […]
[…] América, África, Asía, tres libros de Salva Rodríguez donde cuenta su experiencia de un montón de años moviéndose en bici por el planeta Tierra. Un tipo con una sensibilidad especial. […]
[…] América, África, Asía, tres libros de Salva Rodríguez donde cuenta su experiencia de un montón de años moviéndose en bici por el planeta Tierra. Un tipo con una sensibilidad especial. No podía faltar algún guiño a literatura de viajes en bici y una maravillosa opción es la de este hombre todo corazón. […]