22 años de colaboración con la universidad

by Julen

A finales de la primavera de 2003 dejé de trabajar en Maier. Necesitaba un cambio de ciclo. Sabía que quería ganar en independencia, pero consciente de que había que manejar la interdependencia. Es decir, abandonaba los límites de una organización (formal e informal) y accedía a otro tipo de actividad en la que creía que podía sentirme más a gusto. Quería trabajar a mi aire, pero debía hacerlo en conexión con otras personas, fueran colegas o lo que determinara cada caso concreto de relación cliente-proveedor. Además, quería acercarme al mundo académico. A fin de cuentas, en Maier era responsable de la gestión del conocimiento. O sea, una actividad bastante conectada con la universidad.

A comienzos del curso 2003-2004 comencé a colaborar con Mondragon Unibertsitatea, en concreto con lo que hoy es Enpresagintza, su facultad de Empresariales. En una hoja de cálculo llevo el registro de mis contratos desde entonces, distribuidos por horas de dedicación. En aquel septiembre de 2003 redactamos los compromisos que adquiríamos las partes y a qué dedicaría mi tiempo en un documento que ocupaba una página . Servía con una página. Al final, la firma del decano y la mía. En aquel entonces aún no había puesto en marcha Consultoría Artesana en Red –me refiero a la empresa– y emitía las facturas con mi propia licencia fiscal. Luego, en 2007, ya con la empresa en marcha, el proceso no cambió. Un documento de una página, unos acuerdos básicos y unas firmas.

Al principio incluíamos en el acuerdo horas de dedicación a consultoría interna, esto es, dar soporte en temas de gestión. Recuerdo mi participación activa en un par de reflexiones estratégicas de la universidad, por ejemplo. Más adelante, la colaboración viró sobre todo hacia la docencia y los proyectos de consultoría/investigación. Fue la época, por ejemplo, de dar soporte a Innobasque en su estrategia digital o de otros proyectos relacionados con la innovación abierta. Recuerdo esa época 2008-2012 como una época de muchísimo trabajo. De hecho 2011 fue el año en el que más he facturado en mi historia empresarial.

Luego llegó cierta recomposición de mi trayectoria profesional porque decidí que merecía la pena afrontar el doctorado. Eso sí, uno muy especial, vinculado a esa otra parte de mi vida que gira alrededor de los viajes en bici. De la mano de Orbea y de gente que conocía allí, pude hacer realidad un pequeño sueño. Fue así como en julio de 2018 defendí mi tesis doctoral.

Escribo esto porque en breve firmaré el contrato número 22 con la universidad. Siempre he firmado contratos anuales, que se guían por el curso académico. Lo formalizamos en julio o en septiembre y a partir de ahí lo echamos a rodar. Este curso 2024-2025, en línea con mi intención de ir bajando la dedicación a actividades profesionales, mis horas se reducen. Por lo que hemos estado hablando, serán poco más de 200. Eso sí, aún quedan temas relacionados con proyectos de Business Data Analytics que pudieran cambiar (aunque poco) el panorama. Y a esto hay que añadir lo que dedico al Máster de Cooperativismo y Gestión Socioempresarial.

Quizá el cambio más significativo para este siguiente curso es que dejo la docencia de ética en el Grado de Business Data Analytics. Tras cinco años peleando con este asunto, será una compañera la que se encargue de darle un nuevo aire. Seguro que lo hace genial. De todas formas, no me desvinculo de los asuntos de ética porque por otras vías va a seguir presente en mi actividad profesional.

La universidad del curso 2024-2025 poco tiene que ver con la de aquel 2003-2004. ¿Hemos progresado? Supongo, pero es un concepto que se nos escapa entre las manos. Hay que tener en cuenta que hablamos de una universidad privada y unida estrechamente a la Corporación MONDRAGON. LEINN marca un antes y un después. Suelo hablar de una leinnización progresiva de toda la oferta universitaria. Se pelea por atraer talento y se pelea por atraer matrícula. Se pelea por dar servicio a las empresas. Y a la sociedad, quiero pensar. Una facultad de «Empresariales» tiene que viajar de la mano de una reflexión constante sobre el rol de la empresa y del trabajo en la sociedad contemporánea. ¿Y si se acaba el trabajo tal como lo entendimos?

¿Cómo debe posicionarse una Facultad de Empresariales frente al concepto del trabajo? ¿Debe imaginar una sociedad del ocio, una sociedad en la que quienes trabajan son las máquinas, una sociedad en la que el trabajo pierde centralidad en nuestras vidas? ¿O vive esclava de la necesidad de que siga habiendo empleo estructurado en organizaciones llamadas más o menos «empresas»? ¿Debe imaginar que los seres humanos no queremos trabajar, en nuestro primer mundo, de ciertas maneras? ¿O debe imaginar que los seres humanos, simplemente, no queremos trabajar? ¿Es este un futuro distópico?

En estos 22 años algo me queda meridianamente claro: la universidad privada (pongo este adjetivo porque es la que conozco mejor), como cualquier otra organización que necesita asegurar su sostenibilidad económica, lo pasa todo por el filtro del coste. Los números tienen que salir. En gran parte seguimos esclavos de las horas, de los números, de una planificación que no es capaz de escapar a la estandarización del empleo del tiempo. Esta sigue siendo la vara de medir todo. Es la forma de igualarnos.

En fin, arranca un nuevo curso académico. Con el tiempo, hoy puedo decir que disfruto de mis tutorizaciones fin de máster que se llevan buena parte de mi dedicación actual. Sí, con mis momentos valle en los que me parece que se ha perdido la capacidad de estructurar y organizar ideas correctamente expresadas en un discurso lógico. Pero me gusta. Me gusta ayudar a generar documentos dignos y a llevar a cabo investigaciones (hasta donde dan las horas del alumnado) rigurosas.

Pues eso, otro curso más. A vueltas con la forma en que emplear la inteligencia artificial generativa. Algo que era (casi) ciencia ficción en 2003. Google insiste en decirme que me olvide de profes y profas, que mi guía de conocimiento y hasta espiritual va de la mano de un smartphone, Gemini mediante. En estas andamos. Un poco perdidos. Un poco expectantes. ¿El futuro se juega en las aulas?

La imagen, del edificio antiguo donde comencé a trabajar, está tomada de Auñamendi Eusko Entziklopedia. Oñati (Gipuzkoa). Escuela comarcal de formación profesional ETEO. Fot. Iñaki Linazasoro 1983.

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4 comentarios

Amalio A. Rey 02/09/2024 - 14:20

Enhorabuena, campeón. 22 años, y con 200 horas. Qué maravilla. Envidia cochina, pero la de con cariño. ¡¡a seguir hibridando, que tú lo vales!!

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Julen 03/09/2024 - 20:53

Hay que ir dejándolo… suave suave

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Chus 03/09/2024 - 07:56

Excelente reflexión. Temas importantes para los que los afanes del día a día no nos dejan tiempo, ¡¡A por otro curso más!!

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Julen 03/09/2024 - 20:53

En dura competencia con el tiempo de los viajes en bici jeje

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