Moverse por el rutilante universo de las redes sociales me conduce cada vez más a enormes contradicciones . Ahí, en esos ciberespacios diversos, cada vez me encuentro menos a gusto. Ya no es solo que hay demasiada gente demasiado bot con el megáfono a un volumen excesivo, sino que quienes «mandan» por detrás de esas redes sociales hace tiempo que dan asco. ¿Cada vez que subimos algo a Facebook, Twitter (hoy X, por desgracia), TikTok o Instagram no estamos sino alimentando al monstruo? ¿Simplemente le estamos echando carnaza para que nuestras vidas fluyan por donde esas redes sociales quieren que lo hagamos?
Me di de alta en Twitter en marzo de 2007. Sin saber muy bien al principio lo que suponía, lo hice en un momento en que lo 2.0 parecía formar parte del lado optimista de lo que se podía hacer en Internet. Ahora en 2024 todo es diferente. Los algoritmos deciden. Bueno, ya sabes, no los algoritmos, sino quienes los programan a sueldo de sus jefes. Esos que, por supuesto, le dan mil vueltas a las formas en que hacer caja con nuestros contenidos.
Se supone que tengo 5.515 seguidores. Hace mucho tiempo que mis estadísticas dejaron de crecer. Menos mal, diría. No sé cuántas cuentas de esas serán bots o fantasmas provenientes de la ciberdelincuencia. Supongo que debo agradecer a Tiffany que el otro día dijera que le gustaba un artículo sobre mis recuerdos de niño. Parece que la pobre es el brazo ejecutor de algo relacionado con la pornografía. Bueno, o lo que sea. Ella es solo el brazo ejecutor. No existe, solo ha sido creada para… bueno, para lo que sea. No tengo ni idea. Fue enternecedor que se fijara en mi texto.
X, antes Twitter, se ha hecho su lugar en el mundo, con un descerebrado al frente que hace de vocero de todo aquello a lo que me opongo. ¿Tiene sentido alimentar su negocio? Comenzamos un nuevo curso académico y tengo, claro está, ciertas «obligaciones» en el ámbito de las redes sociales y el marketing digital. A fin de cuentas, colaboro con nuestro máster universitario en marketing digital desde hace unos cuantos años y hasta cierto punto me veo en la obligación de estar más o menos al tanto. Tampoco mucho, la verdad, porque mi colaboración tiene que ver con los trabajos fin de máster. Pero, bueno, no sé, parece que no es lo mismo ir a la pescadería que mojarse el culo para pescar.
Que esta red social X es cada vez más una mierda, con perdón, me queda meridianamente claro. Que cada vez le presto menos atención es también un hecho. Me pasa, no obstante, con todas las demás redes sociales. Porque, claro, si te vas de X con el argumento de ciertos problemas éticos, ¿por qué no hacer lo mismo con Facebook o Instagram? Me iba a ahorrar cierto fuego mediático al que estoy sometido en la actualidad.
Las dudas me vienen porque en las redes sociales también hay gente «de verdad» y siguen siendo una manera de mantener el contacto. Por ejemplo, a ver quién es el guapo que es capaz de darse de baja en WhatsApp. La familia y las amistades están ahí. Siento que no puedo decir que no a este servicio que forma parte del armamento digital de la sociedad moderna. ¿Es cuestión de minimizar impactos e ir eliminando canales? Me parece que está llegando el momento de decidir. Ya vale de «problemas éticos» sin resolver. Lo siento si suena mal, pero X es una mierda. Cada vez más. Y si has llegado a este artículo a través de esta red social, en fin, qué quieres que te diga: me lo tengo que hacer mirar. La decisión, en breve.
6 comentarios
Estoy absolutamente de acuerdo contigo, Julen. También me pregunto qué hago ahí [y allá, y acullá]. Varias veces he estado tentado de darme de baja. De hecho lo deseo. De momento en X ya no entro, no lo tengo ni en el movil. Lo utilizo sólo para compartir. De momento es el único uso que le doy. Pero estoy como tu. Cada vez que me llegan noticias de su dueño creo que me lo voy a quitar de encima.
Pues yo reconozco que ni siquiera le doy vueltas, quizá porque nunca he sido muy regular en estos asuntos. En realidad, nunca me han gustado demasiado las (mal) llamadas redes sociales, porque incluso con la gente que he entablado relación, lo cierto es que la base han sido los blogs. Vuestros blogs 🙂
Manel, Isabel, lo mismo nos estamos haciendo mayores jejejeje.
No, en serio, esto no es de recibo. Solo de pensar que estoy haciendo algo para que ese descerebrado de Elon Musk haga negocio, se me ponen los pelos como escarpias.
Kaixo, Julen, aspaldiko!
Hace mucho que no comento en tu blog (la verdad es que no comento en ninguno últimamente), pero lo sigo leyendo con frecuencia, y hoy no pude resistirme a escribir porque el tema que has tocado me parece especialmente interesante y relevante.
Te entiendo perfectamente. Yo también llevo años viendo cómo las redes sociales corporativas se están llenando de basura, especialmente X desde que Musk tomó las riendas. Aunque, siendo sincero, no esperaba mucho de alguien que llevó un inodoro a sus oficinas como una especie de broma, quitó los vetos a trolls claramente fascistas o ejerce su poder como un tirano medieval moderno. La gota que colmó el vaso para muchas personas, y lo noto a mi alrededor, fue ese vergonzoso publirreportaje reciente al liberticida de Trump. X se está convirtiendo en un estercolero de la extrema derecha y sus bulos, y, al menos en mi opinión, ya ha dejado de tener sentido como plataforma de activismo, comunicación e información. Yo, como tantas otras personas, simplemente me fui de allí (no sin dudas, debo decir).
Leyendo tu post, me vino a la mente el término «enshittification» (https://es.wikipedia.org/wiki/Decadencia_de_plataformas) que Cory Doctorow, un conocido autor, activista y periodista especializado en tecnología y derechos digitales, utiliza para describir cómo las plataformas que al principio eran útiles y atractivas, con el tiempo se deterioran hasta volverse casi intolerables. Todo porque las empresas priorizan sus ganancias sobre la experiencia de las personas usuarias. Este ciclo, que hemos visto repetirse en redes como Facebook, Instagram y ahora X, explica perfectamente la frustración que sentimos al ver cómo nuestras plataformas favoritas, que no eran nuestras, se han ido deteriorando.
Últimamente también he estado leyendo «Las redes son nuestras» de Marta G. Franco, y me ha dejado con una sensación positiva sobre lo que puede venir, especialmente porque parte de lo que ya no es y que deberíamos empezar a dar por muerto.
Pero no todo está perdido. Hay una nueva esperanza en la galaxia federada (no me pude resistir). El fediverso es un ecosistema de redes sociales y servicios descentralizados que están interconectados, pero que funcionan de manera independiente. A diferencia de las redes sociales tradicionales, controladas por una única empresa, el fediverso está compuesto por un montón de servidores independientes, conocidos como «instancias», que pueden comunicarse entre sí y cada uno tiene sus propias reglas. Software como Mastodon, Pixelfed, Peertube o Friendica son algunos de los que lo hacen posible (y por supuesto, son libres). Las ventajas son muchas, pero si tuviera que destacar una, diría que ofrece a las personas la oportunidad de conectarse e interactuar en un espacio que prioriza sus cuidados, autonomía, privacidad y gobernanza. Volver a construir la red de personas que teníamos en otras plataformas puede ser tedioso al principio, no lo niego, pero al menos ahora esa red será verdaderamente de cada persona. Lo mejor de todo es que, una vez hecha, podremos llevarla con nosotros y nosotras a donde queramos en el futuro, sin depender de las decisiones arbitrarias de una corporación a miles de kilometros. Dedicarle un poco de tiempo merece la pena.
El fediverso es un espacio que puede alinearse perfectamente con tus valores y tu forma de entender la tecnología. Te animo a probar Mastodon (https://joinmastodon.org/servers). ¡Me encantaría leerte por allí! Somos menos personas que en X, pero con más de 15 millones de personas usuarias, seguro que todas encontraremos algo de interés.
Ondo izan eta zaindu zaitez.
Ieeeepaaaaa, sí que hacía tiempo que no cruzábamos correo, comentario o lo que fuera jejejeje.
Eskerrik asko zure baikortasunagatik!!!
Da un poco de rabia el devenir de este tipo de redes que entran en lo peor de lo peor. Conste que lo malo es que te van haciendo perder confianza en la tecnología. Pero, claro, hay que distinguir. Cuestión de buscar alternativas. Echaré un vistazo a tus propuestas.
Ongi izan.
De hecho, tras doce suspensiones de cuentas y el arresto durante año y medio de la última, que ayer me suspendieron definitivamente -no sirve para nada esa idiotez de la apelación-, he dejado esa basura de «X», antaño «Twitter», pues no es más que un calco de lo mismo.
Un sitio repleto de gente dedicada en cuerpo y alma a denunciar constantemente cuentas por solo discrepar u opinar de manera diferente a la borregada.
Y no me quejo por vicio, pues hasta por privado se han acordado de mis muertos, mi madre, mi padre y todo lo relativo a mi familia y persona. Eso sí, basta responder a una reputada cazacuentas que te tilda en público de «H… de P…», para que caigan cincuenta denuncias contra tu cuenta y te la cierren en diez segundos.
Eso sí, con derecho a apelación, que ya sabes dónde acabará…
Retorno a GAB, de donde no debí salir jamás.