Llevo un tiempo preparando la que será una ruta de la que espero mucho. El día 13 de julio marcho para Noruega. Bueno, a lo mejor hay quien ya lo sabe porque ayer se me coló un post que no debería haber publicado y que luego borré. Ya he ido dejando miguitas de pan a través de varios artículos en que hacía mención a este próximo viaje. Sirvan dos ejemplos: la semana pasada publiqué El Camino de San Olav y ayer mismo una reseña de 1222, una novela del género negro de Anne Holt.
Cuando pedaleo este tipo de rutas de varios días –en este caso 20 etapas– publico una crónica diaria en este blog. Para poder hacerlo tengo que llevarlos ya algo cocinados. Todo lo que veis publicado «en directo» llega desde el teléfono móvil. A día de hoy empleo la app para Android Jetpack, que permite escribir los posts, añadir las imágenes y todo lo que implica trabajar con la edición de WordPress. A eso tengo que añadir otras apps: sobre todo, Garmin Connect, Strava y Flickr. La primera me permite ver llevar cargados los tracks que luego paso al dispositivo GPS, en mi caso un Edge 1030. Por supuesto, el GPS me sirve para registrar el recorrido diario que, desde Garmin, se sincroniza con Strava. Esta última app me permite compartir la ruta, que es la que suelo incluir como imagen al comienzo de cada post. Por último, Flickr es la app que empleo para subir las fotografías y almacenarlas en un álbum. Todo eso a través del smartphone.
Como quiera que la preparación de la ruta implica diseñar el track para cada etapa, cargado en Garmin Connect, no queda otra que disfrutar las etapas de forma previa. Y una forma de disfrutarlas es documentar algunas cosas destacadas de cada una de esas etapas. Sí, cada crónica es un post que iré publicando día a día. Cuando, al finalizar cada etapa, me pongo con ello, no parto de un folio en blanco, sino de ciertos contenidos que tengo ya precargados. ¿Por qué lo hago así? En parte porque también quiero disfrutar de las tardes en ruta. Casi siempre pedaleo solo hasta primera hora de la tarde porque ¡no solo de pedalear vive el cicloturista! Si llevara el post vacío me llevaría mucho más tiempo. Lo que por error publiqué ayer fue un post que estoy preparando con algunos contenidos propios del primer día, ese 13 de julio en que me iré con la bici hasta Oslo vía Norwegian.
Ni que decir tiene que diseñar una ruta de 20 etapas por Noruega supone su trabajo. Vale, quito de lo de «trabajo» y lo cambio por «placer». Me gusta la cartografía y saber por dónde voy a pedalear. Me parece algo así como una especie de «respeto» al territorio por el que voy a transitar. Pues bien, en este artículo os hago una especie de «puesta en escena» para que entendáis lo que quiero pedalear y ciertas reflexiones a su alrededor.
En 2018 defendí mi tesis doctoral. Durante casi cuatro años colaboré con Orbea para aportar mi grano de arena investigando la comunidad de usuarios que se había generado en torno a la Oiz. Hace ahora casi diez años que se abrió aquel hilo de discusión en ForoMTB alrededor de este modelo de bici de doble suspensión orientada al Cross Country XC. El hilo en cuestión, poca broma, sigue vivito y coleando. El caso es que, como una especie de premio por finalizar el doctorado, quise irme entonces a Noruega, tras defender la tesis. Una caída en bici poco antes de emprender el viaje lo impidió entonces. Pero ya se sabe que el ciclista es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra jeje.
Pues bien, del 13 de julio al 3 de agosto la idea es pedalear por tierras noruegas. Ese día 13 me iré al aeropuerto de Loiu, en Bilbao, con la Oiz bien embalada a mi lado, para coger un vuelo que en tres horas aterrizará en Gardermoen, el aeropuerto que queda al norte de Oslo. Velaremos armas ese día en un hotel cercano y el 14 de julio comenzará el pedaleo.
La ruta
La ruta que he diseñado es muy parecida a la de 2018, aunque con algunos pequeños cambios. Voy a meterme mucha carretera, pero no me importa. Hasta me había planteado irme con la bici de ruedas finas, pero la de monte me da mucha más versatilidad a la hora de meterme, en un momento dado, por pistas o caminos. Esa tranquilidad que llevo. Le he montado unas cubiertas más rodadoras y asunto arreglado.
He planificado casi 1.600 km en 20 días de pedaleo, con una jornada de descanso y otra que casi lo es. Sí, la media de km por día es algo mayor de lo habitual en mis rutas, pero ya os digo que haré bastante carretera. Supongo que en un viaje como este uno tiene la tentación de abarcar más de lo que lo hace en rutas cercanas. No siempre puedes subirte hasta este país escandinavo a pedalear. De acuerdo con la reciente división administrativa en quince condados de principios de este 2024 en Noruega, los que me verán pasar pedaleando son, por este orden: Akhersus, Innlandet, Trondelag, More og Romsdal, Vestland, Buskerud y Oslo. El asunto de la división administrativa, por cierto, se las trae. Cambio va y cambio viene en la organización por condados: 20 hasta 1972, 19 hasta 2018, 18 hasta 2020, 11 hasta 2024 y 15 desde el 1 de enero de 2024. Como tengan que andar cambiando señalizaciones cada vez, ¡¡vaya trabajera!!
Distinguiría tres partes bien diferenciadas en la ruta.
1. Hacia la catedral de Nidaros en Trondheim
Un primer tramo, en dirección norte, tiene como destino final la catedral de Nidaros en Trondheim. De hecho, hay una ruta de peregrinaje, el Camino de San Olaf, que lleva hasta el lugar donde se le rinde culto. Aunque no lo voy a seguir como tal, sí que coincidiré en algunas partes con él. En Ringebu espero visitar la primera de unas cuantas stavkirke (iglesias medievales de madera) que he incluido en la ruta. Pedalearé también junto a los parques nacionales de Dovrefjell-Sunndalsfjella, Rondane y Dovre. Estas cinco primeras jornadas terminarán con una de descanso ya en Trondheim. Por cierto, se supone que también coincidiremos con la Eurovelo 3, que conecta la catedral de Nidaros con la de Santiago de Compostela.
2. La costa atlántica y los fiordos emblemáticos
La segunda parte se pega a los fiordos típicos de la costa noruega. Desde Tronheim comienzo a pedalear hacia el sur por una costa que es una auténtica locura. Noruega cuenta con unos 25.000 km de costa. Esto se traduce en que la logística de una travesía en bici tiene que tener en cuenta puentes, túneles (abiertos o no a las bicis), travesías en barco y lo que haga falta para avanzar. En este tramo de la ruta coincidiremos con la Atlantic Route, la Eurovelo 1.
Esta segunda parte incluye también la obligada visita a los fiordos, o sea, zonas típicamente turísticas. En mi caso pedalearé varios días en torno al Storfjord y el Sognefjord, con sus tropocientos ramales. Entre ellos, el Nærøyfjord y el Geirangerfjord se incluyen en la lista de sitios del patrimonio cultural y natural mundial de la UNESCO desde 2005 bajo la denominación Paisaje de los Fiordos Noruegos Occidentales. Aprovecharé para navegar en un par de barcos que hacen rutas por estos fiordos. También tendré oportunidad de pedalear por algunas rutas «panorámicas» de las 18 que actualmente tienen esa consideración en Noruega.
3. Rallarvegen y vuelta hacia Oslo
Por último, desde Flåm, al borde del fiordo, abordaré la subida que conduce a la Rallarvegen, una pista abierta por los peones camineros que trabajaron en la construcción de la línea ferroviaria Oslo-Bergen. Primero lo haré en el Flåmsbana, uno de los trenes turísticos por excelencia de Noruega, y ya después, a base de mover las bielas hasta Geilo. Desde ahí emprenderé las tres últimas etapas del viaje en las que podré disfrutar de unas cuantas stavkirke.
Breves apuntes personales sobre las contradicciones noruegas
Para mí, Noruega siempre ha sido un destino cicloturista de referencia. Los paisajes que ofrece –muy condicionados, eso sí, por la época del año– son grandiosos. Además, siempre asocio este país a tranquilidad, a educación, a bienestar social. Pero con matices. De hecho, a medida que vas conociendo más cosas de este país, vas cayendo en la cuenta de ciertas contradicciones, al menos desde mi perspectiva.
Si en la última clasificación de países del mundo según el índice de desarrollo humano de la ONU, Noruega ocupaba el segundo lugar, solo por detrás de Suiza, esto no obvia para, desde la distancia, mirarlo con una cierta postura crítica. El país, desde hace ya más de 30 años acostumbre a ocupar el primero o el segundo lugar de esta clasificación, casi nada. Entonces, ¿por qué hablo de contradicciones en el título de esta sección?
En un país pacífico como pocos, el episodio del 22 de julio de 2011 marca un punto de inflexión. El asesinato de 77 personas a manos de un tipo de ideología ultraderechista (él se definía en Facebook como «cristiano» y «conservador») conmocionó a una sociedad que difícilmente podía pensar en algo así. Noruega es, curiosamente, un país en el que el servicio militar es obligatorio.
Según la Constitución de Noruega, todos los ciudadanos varones sanos mayores de 19 años están obligados a realizar el servicio militar por un mínimo de 12 meses. Esta responsabilidad dura hasta la edad de 44 años. Según las necesidades operativas de las Fuerzas Armadas Noruegas se establece la cantidad de conscriptos necesarios. En el año 2009, el Parlamento noruego aprobó una nueva Ley de servicio militar estableciendo que las candidatas mujeres tienen que cumplir el examen, la clasificación y los demás requisitos para el servicio militar, al igual que los hombres.
Ya veis, un servicio militar que no distingue género. ¿Progreso social?
Añade otra contradicción que a veces no se conoce de este país: su riqueza se asiente, en gran parte, en el petróleo y el gas natural. Es decir, se supone que estamos ante uno de los países más sostenibles del mundo a la vez que depende de la exportación de gas y petróleo. Mientras invierte en su transición energética sigue haciendo caja con los combustibles fósiles. Es el tercer país exportador de petróleo del mundo y alrededor de un 15% de su PIB proviene de este asunto. ¿Contradicción? Más que evidente, ¿no?
¿Un país monárquico? Haakon y Mette-Marit, los príncipes herederos, parecen contar con el respaldo de la población. Dan igual las irregularidades financieras que salpicaron al príncipe Haakon en 2016. El presente y ¡el futuro deseado! es la monarquía. Notición.
Por añadir otro rasgo particular en este mini historia de contradicciones noruegas, el nazismo tuvo su episodio particular durante la Segunda Guerra Mundial. Hoy en día “ser un quisling” es una expresión que, tanto en inglés como en noruego, se emplea como sinónimo de ser un Judas. Vidkun Quisling se erigió en una figura clave de colaboración con el enemigo nazi, un caso parecido al del gobierno francés de Vichy. Si bien el tal Quisling comenzó con ideas supuestamente revolucionarias y cercanas al socialismo, viró hacia posturas nacionalistas de extrema derecha. Extrema derecha, ¿os suena? Pues nada, que el tipo se empeñó en insistir a sus contactos alemanes para que le ayudasen a instaurar un gobierno pronazi en Noruega durante la Segunda Guerra Mundial. Y lo consiguió. Eso sí, al acabar la guerra, un 19 de mayo de 1945 fue juzgado y condenado a muerte por malversación, crímenes de guerra y alta traición. El 24 de octubre le fusilaron. La casa donde vivió en Oslo es actualmente un centro dedicado a la memoria del Holocausto.
Ya veis, Noruega: combustibles fósiles, militarismo, monarquía y ciertos desvaríos ultraconservadores. Y sociedad del bienestar. Y paraíso ciclista.
Noruega, paraíso ciclista
Dicho todo lo anterior, conste que no tengo muchas dudas: Noruega es un paraíso ciclista. Bueno, al menos durante los meses de verano, ¿no? Porque, a no ser que seas profesional del frío, aquí se pedalea mejor en verano. Tenlo en cuenta. Me da que quienes nos empeñamos en ciclar por sus caminos y carreteras nos vamos a ver, sobre todo, en esta época del año. Pero, en concreto, ¿por qué Noruega es un paraíso ciclista? Una lista de cuatro sencillas razones:
- Paisajes de ensueño y orografía impresionante.
- Trollstigen, solo por esta vista ya merece la pena.
- Cultura ciclista y respeto: mucho carril bici. Tranquilidad para ti y para tu bici.
- La luz, si vas en verano, las horas de sol.
¿Un inconveniente? Da igual que vayas en verano, hay que llevar sí o sí ropa de abrigo y asumir que tocará mojarse. Los datos de pluviometría se las traen. Incluso hay zonas en las que he visto que las lluvias más frecuentes se dan en verano. También he llegado a ver algún vídeo de la Rallarvegen en el que, en pleno agosto, se aprecia nieve y unas ventiscas que dan respeto. A ver qué suerte nos toca.
En fin, ya iremos contando cuando empiece el pedaleo. Nos leemos 😉
2 comentarios
Se me han puesto los dientes largos. Julen. Vaya proyecto más atractivo. Espero que todo vaya y que sea otra ruta inolvidable. Echa algo de repelente en la mochila. Un fuerte abrazo.
Ando buscando el repelente adecuado jeje. Ya he leído que por allí arriba salen buenas cosechas de mosquitos. Cuídate mucho, Guillermo.