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Tuve mis dudas de si incluir en esta ruta a Ager. Desde luego que tiene toda la pinta de que se lo merece. Pero no quería forzar porque, como ya comenté al principio de estas crónicas, no estoy para tirar cohetes en cuanto a forma física. He preferido menos kilómetros y menos exigencia. Además, esto deja la puerta abierta a volver. Sí, se acabó lo que empecé el lunes. En un abrir y cerrar de ojos han caído estas cinco jornadas de pedaleo. Pero me repito: volveré a rodar por aquí. El conjunto de variantes que nos ofrecen desde Montsec Bikepacking Loop da para bastante más de lo que yo he recorrido en este final de 2022.
Decía que al no llegar hasta Ager, la opción que enseguida se me ocurrió para pernoctar era la del Monestir de Les Avellanes, «un Bien Cultural de Interés Nacional, situado en medio de un entorno natural de bosques y viñedos, ideal para disfrutar del tiempo libre y el descanso». Así lo presentan en su página web. Lo lleva una comunidad marista y el recinto incluye una serie de servicios bastante completa, con una visita guiada para conocer el propio monasterio, la riqueza botánica del entorno o su importante archivo.
Además, justo al lado del monasterio, se encuentra uno de los dos puntos de acogida del Centro BTT Montsec-La Noguera.
El Centro BTT Montsec-La Noguera engloba tres municipios (Àger, Les Avellanes i Santa Linya, y Os de Balaguer), y está presidido por la cordillera del Montsec. Son 507 kilómetros de circuitos BTT, divididos en 23 rutas de diferentes niveles de dificultad y perfectamente señalizadas. Por ejemplo, la ruta del Bosc del Monestir, de nivel fácil, con salida en el monasterio de Les Avellanes y de más de dos kilómetros y medio de recorrido; o bien rutas de gran dificultad como la de Mont-Rebei-La Pertusa, que llega hasta el santuario de la Mare de Déu de la Pertusa. Esta última ruta tiene su salida en el cámping Vall d’Àger y un recorrido de 36,5 kilómetros con fuertes pendientes.
Así pues, ya veis que matamos dos pájaros de un tiro. Bueno, paz, haya paz; nada de matar pájaros, ¿vale? Es solo una expresión coloquial viejuna.
La tarde sirvió para pasear por dentro y por fuera del monasterio. La tienda mostraba un buen surtido de productos de la zona, muchos de ellos con el sello del propio monasterio. Eso sí, la cena fue un pequeño despropósito. Cuando hice el registro de entrada pregunté por la cena. Me dijeron que, cuando quisiera, a partir de las ocho. Estamos lejos de cualquier otra opción para avituallarse. El caso es que, cuando bajé a cenar, me preguntan si he reservado. Le digo que nadie me ha informado de que era necesario. Vale, como si me hicieran un favor, me dan mesa.
Hay que decir, además, que no tienen, como tal, un servicio de cafetería. Ni un tentempié que puedas llevarte a la boca entre horas. O restaurante o restaurante. No hay alternativa.
Bueno, manos a la obra. Le había echado el ojo a un menú vegetariano. El tipo me saca una carta y el menú no está. Que perdone, se habrán llevado la hoja del menú. No entiendo a qué se refiere. Pues sí, se la habrán llevado. Pido. Hay dos primeros y dos segundos. Resulta que no tienen ninguno de los dos segundos. Veo que en la carta, fuera del menú vegetariano, tienen unos rigatoni. Los pido. Pues va a ser que no, que tampoco tienen. Así que si quieres vegetariano, solo queda la opción de pedir los dos primeros. Hasta aquí el sucedido de la cena. Bueno, a lo que vamos, la ruta.
Había llovido algo durante la noche. Me levanto, echo un vistazo por la ventana y veo dos novedades: no hay niebla y sí bastantes nubes. Decido salir pronto, al hacerse de día, y desayunar un poco más adelante, en un bar que he visto que queda en la carretera, ya en el pueblo de Les Avellanes. Cuando llego, poco antes de las nueve, el bar está animado. Hay de todo: desde cazadores hasta un par de chavales que juraría que van de trasnochada.
Tras la tostada de rigor, salgo de nuevo a la carretera. Chispea un poco, pero no hace el frio de días atrás. Dejo la C13, que va hacia Ager, y cojo un cruce a la izquierda por una encantadora carretera rural que me llevará hasta el Embalse de Canelles. A medida que asciendo voy entrando en la niebla. O sea, al revés que en días anteriores. Finalmente la carretera se convierte en pista y ofrece un descenso fulgurante hasta el embalse, con vistas fantásticas. Claro que mucha agua no luce, la verdad.
Abajo la pista bordea durante algunos kilómetros el embalse. Encuentro un fantasmagórico lugar abandonado con caravanas viejas pintadas ¿de camuflaje? Eso me ha parecido.
La pista (el Camí de Blancafort) termina al llegar a la tremenda presa. Se entra y se sale a través de sendos túneles. Impresionante la obra de ingeniería, desde luego. Unos carteles avisan de peligros varios. Paso montado en bici sintiéndome poca cosa ante semejante obra hidráulica.
La pista se transforma en asfalto de cuarta categoría. Pero yo, encantado. Se corona un pequeño puerto para entrar, a partir de ahora, en pistas de acceso a tierras de cultivo. Llego a Estopiñán del Castillo y subo hasta la iglesia. Traducido: un repecho de la hostia, con perdón. Allí, junto a la torre, descanso un rato. Ya apenas si quedan 20 kilómetros para terminar esta ruta por el Montsec.
Continúo entretenido pedaleando hacia el final de la etapa. Paso al lado de Atienza y luego de Císcar. Tranquilidad, suave, suave. Menos de 10 kilómetros. Esto se acaba.
Tras pasar por Calladrons, pista a la derecha. ¿Tranquilidad? Jaja. Bienvenidos a la fiesta del terreno arcilloso húmedo y marchacado por las enormes roderas de los tractores. Como ya ocurrió días atrás, vamos sumando kilos de barro encima. En fin, nada que no conozcamos. Ya no queda nada. ¿Qué puede pasar?
Pinchazo en la rueda trasera cuando voy hasta las trancas de barro. Joder, si no me quedan ni un par de kilómetros para terminar. Pues nada, paciencia y a meter cámara.
He buscado algún lugar donde manguear la bici en Benabarre, pero parece que no hay. Así que ha habido que echar mano del plan B: cargar el botellín de agua varias veces e intentar quitar lo que buenamente puedo. Pues eso. Si no nos pasaran estas cosas, sería todo más aburrido, ¿no?
Aquí terminan las crónicas. Un placer pedalear por estas tierras. Volveré, no tengo la menor duda. Mañana escribiré mi típico post de balance. Nos leemos.
Kilómetros totales hasta esta etapa: 332,97.
Metros de desnivel acumulado hasta esta etapa: 5.942.
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2 comentarios
Hola
En el polígono a 0,5 km de Benavarri, en la N230 hacia Pont de Montanyana, detrás de Chocolates Brescó, hay una gasolinera y zona de autolavado de coches.
Para la próxima
Jejeje, mil gracias. Se cruzaron los astros en el lugar inadecuado, según parece. Primero: debí de estar atontado, porque estuve allí en la gasolinera y no vi la zona de autolavado. Ahora, mirando en Google Maps, sí que la veo allí al lado. Segundo, pregunté a la persona equivocada… porque me dijo que no había lavadero en Benabarre ♂️
Pues eso, para la próxima ya sabemos dónde quitar el barro de encima.
Tenéis una zona preciosa, cuidadla bien 😉