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Si ayer pernocté en un pueblecito junto al Noguera Ribargozana hoy, en cambio, lo he hecho una city como Dios manda. Según leo en Wikipedia, Tremp posee el título de ciudad desde 1884. Cuenta con unos 6.000 habitantes pero, ojo, que es el municipio más extenso de Cataluña. Estamos en la capital económica del Pallars Jussà, a las puertas del Pirineo. Cosa seria, como podéis comprobar.
Otra vez me he encontrado con gente muy amable en el establecimiento donde me alojaba. El hostal se ubicaba frente a una placita con su fuente y sus columpios. Un poco más atrás asomaba la basílica de Mare Deu de Valldeflors, que presume, entre otros encantos, de órgano de origen barroco. El hotel dispone de un garaje para bicis donde podía haberla lavado, aunque tal como iba vergüenza me habría dado, la verdad. Junto a la mía había unas cuantas eléctricas que según me han comentado eran de unos franceses.
El caso es que he tenido tiempo de pasear por el pueblo la ciudad. Y nada mejor que dejarme llevar por el Itinerari Codony, o sea, el itinerario del membrillo.
Un recorrido circular de media distancia (4km aproximadamente) que transcurre por las zonas comerciales de la ciudad de Tremp. Mientras camina a buen ritmo descubrirá el centro histórico de Tremp, la rambla de Dr. Pearson, que las trempolinas y trempolinos llamamos Paseo , y la plaza del Peiró, situada en la colina más elevada de la ciudad.
No digáis que el gentilicio de Tremp no es encantador, ¿vwrdad? Trempolinas y trempolines o, en catalán, trempolines y trempolins. Y lo del membrillo, claro, tiene que ver con que aquí se cultiva en abundancia. En más de un escaparate he visto a la venta, por ejemplo, aceite y alioli de membrillo. Tremp cuenta con su feria del membrillo, que, por lo que leo, es la única feria en el mundo dedicada a este fruto. Se celebra en torno a la festividad de Todos los Santos.
Tengo la suerte de que duermo bien en cualquier lugar. No extraño cama y la calidad de mi sueño es, en general, muy buena. Esta noche no ha sido excepción. A las 7:30 bajé a desayunar. Mientras esperaba mi tostada con aceite y sal me he fijado que el bar del hostal tenía una buena colección de fotos antiguas y en una vitrina una pequeña colección de antiguallas. Había ¡un rollo de papel de elefante!
Venga, ánimo. Fuera, me aguarda un grado bajo cero. Si ayer había niebla, hoy más de lo mismo. He diseñado una etapa con algunas trampas respecto al track oficial. Como no ando fino de forma y hoy la etapa se irá por encima de los 1.500 metros de desnivel acumulado, voy a meter más carretera. De esas de un coche cada media hora.
Nada más salir de Tremp el track hace un guiño a la carretera para atravesar un sendero muy chulo.
Nada más retomar la carretera, al coger velocidad (tampoco penséis que estaba buscando el récord de la hora), siento enseguida cómo me voy comiendo el agua en suspensión de la niebla. Fresco, fresco. Menos mal que mis plantillas calefactables para pies y manos me lo hacen llevadero.
En vez de ir por Isona, he cogido una carretera que pasa por San Salvador de Toló y que luego enlaza de nuevo con el track. Tranquilidad total entre la niebla que, curiosamente se quedaba a las puertas del pueblo. Otra vez el mar de nubes allá abajo.
Continúo por la carretera, al principio por la L-912 y luego reconvertida en L-911, hasta que aparece el desvío para alcanzar la cima Coppi de esta ruta por el Montsec. La pista asciende 200 metros más y deja Toló a la derecha. El GPS marca 1.066 metros de altitud. Curiosamente la cima se ubica en una amplia zona que se abre entre los bosques.
Ya me había avisado Javi, el pater de la ruta, que el descenso hacia Vilanova de Meià era espectacular. Tremendos los paredones que custodian la carretera. Veo gente que ha venido a hacer escalada. El descenso me lo ventilo en un santiamén.
Entro en la segunda parte de la etapa de hoy. Las nieblas quedan atrás. Los repechos se suceden. ¿Había dicho fresco? Pues cambio: buff, qué calor. Sí, habéis leído bien. He dicho calor. El terreno no da tregua. Claro que de vez en cuando es un regalo para los ojos.
Paro un rato junto a una oportunísima fuente en Montmagastre. Las ruinas (¿son ruinas?) del castell presiden la zona. Junto a la fuente, un banco invita a descansar.
Quedan unos 20 kilómetros para terminar. Echo mano de otra barrita y sigo camino, que aún quedan repechos hermosos, según veo en el track.
Se coge una pista con buenas vistas junto a tierras de cultivo. Después viene uno de los bajadones del día. Sigue y sigue hasta pasar Torreblanca, donde un par de perros se empeñan en ladrarme y perseguirme como posesos. Ni que les hubiera robado el mejor de sus huesos.
Y así llego hasta el río Segre. Hubiera estado bien seguir su curso hasta Ponts, pero la ruta me lleva a, ahora sí, la última subida del día, que enlaza con la carretera de esta margen del río. Un breve trecho por una pista pegada a su orilla me deja de nuevo en el asfalto. Solo queda acercarse hasta el puente sobre el río y llegar al hotel, que queda en la rotonda de entrada a Ponts. Del hotel, por cierto, ya hablaremos mañana, que tiene su encanto.
Kilómetros totales hasta esta etapa: 208,93.
Metros de desnivel acumulado hasta esta etapa: 3.518.
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