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Navidad. O sea, polvorones. Bueno, no solo, pero reconozco que, sin que sirva de precedente, me declaro monárquico. Los Felipe II son un manjar como pocos. Uno, que es golosón, no puede resistirse a semejantes tentaciones. Si solo fueran polvorones…
Así pues, no sé si es penitencia o qué exactamente, pero pedalear estos cinco días por el Prepirineo entre Huesca y Lleida es otro regalo más de Olentzero. Sí, la tradición es que nos lo haga llegar en la noche del día 24 de diciembre, pero en este caso la oferta era disfrutarlo desde el 26 hasta el 30. En ello estamos. Ya hemos comenzado esta nueva ruta.
A primera hora de hoy metía la bici en el coche y ponía rumbo hacia Benabarre, mi punto de partida para recorrer la sierra del Montsec, de la mano, como ya os explicaba hace un par de días, del fantástico proyecto de la gente de Montsec Bikepacking Loop. El viaje en coche me es de sobra conocido por nuestros frecuentes desplazamientos a Andorra. En mi lista de necesarios he incluido algo más de ropa de abrigo de lo que suele ser habitual, claro está, aunque las previsiones ni de lejos alcanzan los rigores que afrontamos por tierras segovianas o por la Hoya de Huesca en estas mismas épocas del año.
Para comenzar la ruta, he optado por una breve etapa de aclimatación desde Benabarre hasta Puente de Montañana. Según iba llegando a Benabarre, no había otra: el Castillo de los Condes de Ribagorza es lo que manda. Su silueta domina el pueblo, arremolinado en torno a él, con sus típicas calles de estructura medieval. Estamos en Huesca. Mañana nos desplazaremos hacia tierras de Lleida.
Sacamos la bici del coche. El viaje ha sido tranquilo. Es media mañana y el frío mañanero ha aflojado un poco, aunque, claro, estamos en un recién estrenado invierno y hace fresco. Da un poco de pereza, la verdad. Venga, Julen, que no se diga. Soy consciente de que en estos cuatro últimos meses, desde que terminé mi ruta por la costa desde Luarca hasta Lisboa, mi forma física ha empeorado de forma lamentable. He ganado unos buenos kilos, los problemas de ciática me han agobiado y, en fin, que no estamos para tirar cohetes. ¿No decimos aquí que el lema es Rodamos Suave Suave? Pues habrá que dar ejemplo, ¿no?
Así pues, he preferido una breve etapa inicial. Finalmente me han salido 37 kilómetros. Ha sido una buena toma de contacto. En realidad, desde Benabarre hasta Puente de Montañana por la carretera nacional apenas hubieran sido poco más de 20 kilómetros. Pero no hemos venido a eso. El track me ha llevado por caminos menos trillados, a veces con más piedra y a veces con menos.
El primer tramo me va obsequiendo fragancias eau du porc, tan típicas de la zona. Se alternan zonas de cultivo con explotaciones agrícolas y algo de bosque. Llego hasta una granja en la que hay que atravesar un cercado junto a un hermoso rebaño de ovejas. Me saludan muy amables. Creo que se pensaban que venía el tipo que les da comer. Se han arremolinado junto a mí como si no hubiera un mañana. En fin, a ver si algún día nos ponemos a limpiar, ¿eh?Menudo lodazal tenían las condenadas.
Se baja en un momento hasta la carretera nacional para hacer por ella unos 500 metros y coger una carreterita que lleva hacia Luzas. Allí paro para acercarme a la iglesia, consagrada a San Cristóbal. Un chico está pintando la zona de los ábsides. Cojo agua, echo un vistazo al castillo y a por la última parte de la etapa.
Ejem, no sé muy bien cómo seguir el track. Al llegar a una preciosa zona con una cascada no veo la forma en que atravesarla para coger un camino que teóricamente va junto al río, por el barranco de la Almunia. Quizá las lluvias recientes han hecho subir el caudal. No es mucho problema porque se puede continuar por la carretera y un poco más adelante una pista baja hasta el río donde retomo el track. A partir de aquí y hasta terminar la etapa los caminos están muy rotos. El agua ha hecho su trabajo, no hay duda.
Vengo pensando que esta zona, tal como se encuentra, o derrochas virtuosismo con la bici o muy para gravel ahora mismo me da que no está. Eso sí, lo dice Mr. Torpe. Vamos, que a lo mejor lo que a mí me parece una zona ideal para bici de montaña también lo es para quienes dominan la técnica.
En la parte final de la etapa se entra a Montañana por la parte alta. Bueno, se viene de la parte alta y se baja hasta cruzar el río. Pero como la iglesia de Santa María de Baldós se encuentra arriba del todo, el track nos regala una última subida con dos curvas de herradura bien hermosas. Si es que lo se baja, luego se sube. Y arriba, junto a la iglesia: Prohibido ir en bici. O sea, a bajar a pie lo que hemos subido en bici.
Desde arriba se puede ver también la ermita románica de San Juan y un bonito camino que pasa a su lado. El día luce soleado. Se está muy a gusto. El camino baja empedrado hasta la plaza en la que termina la carretera que lleva al pueblo. Montañana es un coqueto pueblecito de estructura medieval explotado turísticamente hasta donde pueden.
Montañana, tesoro del románico: Al llegar a Montañana pronto nos vemos envueltos por un halo de historia. El pueblo, con orígenes en el s. XI, muestra un rico patrimonio arquitectónico tanto civil como religioso presidido en la parte alta por los restos de la antigua torre defensiva, levantada a finales del siglo XI, y por el bello templo románico de Nuestra Señora de Baldós (s. XII). A estas construcciones se suman otras, como la Torre de la Cárcel, los restos de la muralla de la fortificación bajomedieval y el puente del s. XV.
El caso es que, como decía, Montañana es reclamo turístico. Para eso cuenta, cómo no, con su página web de postín. No le falta de nada. A las tradicionales visitas guiadas, circuitos diversos y recreaciones históricas se le ha unido hasta un scape room para ver si encuentras el tesoro de Ribargorza. Hay que ver. Las ciencias, que avanzan una barbaridad. Eso sí, creo que no hay ningún bar. Va derecho al Guinness, no hay duda. Cinco gatos me miran y me dicen que ellos tampoco lo entienden.
Por su parte, Puente de Montañana vive abajo, junto al río Noguera Ribagorzana, y luce un hermoso puente colgante para unir sus dos márgenes (tiene también otro, más modesto).
No caí en la cuenta que esta es la carretera que sube a Vielha pasando por el Pont de Suert. Vamos, que tiene tráfico. El pueblo se ve con muchos coches. Hay tres restaurantes y están a tope. Yo me hospedo en uno de ellos, que es también hostal. Cuando llego, a eso de las 15:30, van asfixiados. Me atiende la abuela con su taca-taca. Entrañable. Finalmemte me dan la llave y ya haré luego el registro. Mañana os cuento más.
Kilómetros totales hasta esta etapa: 37,01.
Metros de desnivel acumulado hasta esta etapa: 916.
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