14 Sabugueiro – Piodão #PortugalMTB

by Julen

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El sabugueiro, además de ser este pueblo en el que hemos hecho fin de etapa, es la palabra que en portugués y en gallego se usa para denominar al saúco. A partir de este arbusto silvestre (me recuerda a mi infancia porque había bastante por donde vivíamos) me he enterado de que se elaboran licores y mermeladas. Además, posee un buen número de propiedades medicinales. Toma nota, porque la lista es larga: calma la tos y ayuda en las vías respiratorias, combate la otitis, la retención de líquidos y la inflamación de los riñones, sirve para el insomnio, reduce los dolores de cabeza y desinfecta heridas. En fin, un todoterreno de la medicina natural, ¿no?

A ver, ayer quedamos que Torre era un centro comercial, ¿no? Pues Sabugueiro no se queda atrás. Bueno, no solo. Primero de todo, resulta que es la villa habitada de Portugal a más altitud. La marca está en los 1.100 metros. Pero lo que fue un lugar alrededor del cual se apiñaban los pastores se ha convertido en sitio de turisteo. Eso se traduce en que cuenta con un museo etnográfico, un horno comunitario, molinos de agua, una iglesia mayor y la llamada Fuente del Ferrero. Sí, tiene su barrio de toda la vida. Ah, y queijo da serra casi por todas partes: de oveja, mantecoso y de textura untosa, con un aroma y sabor suave y ligeramente acidulado. ¿Hace?

Sin embargo, como buen sitio de turisteo, la calle principal (si por ella entendemos la carretera que la atraviesa) no tiene sino tiendas y restaurantes. Para que quede claro, es la Rua do Comércio. Juzgad vosotros mismos el nivel. Ya sabéis: pueblo idílico en la montaña y esas cosas.

Son planos completamente diferentes: por un lado, el de los viejos edificios de granito, las calles empedradas y la gente mayor asomada a las puertas de sus casas y, por otro, la carretera y su oferta comercial. Esto incluye, por cierto la venta de perros de la Serra, una raza que, por lo que he leído, se cría aquí casi en exclusividad. Yo, por llevar la contraria, estuve haciendo amistades con un gato mimosón que, si no porque me dejará llena de pelos la bici, me lo llevaba.

Me alojé en una habitación de Casa do Telheiro, para más señas, según se sube por la rua das Fontinhas, al final, ¿te sitúas? Las opciones de alojamiento aquí son enormes, hay casas rurales para dar y tomar. Quizá por eso sea tan barato. Un cuarto (bastante coqueto) con derecho a cocina se queda en 32 euros. Para que os hagáis una idea. En mi caso, me han tratado muy bien y todo estaba perfecto.

El día amanece frío, gris y con niebla. La foto es lo que veo desde la ventana de la habitación. No hay duda alguna: chaqueta de goretex, que para eso la hemos traído. Aquí en Sabugueiro retomamos el GR22, el de la Grande Rota das Aldeias Históricas. Afrontamos hoy otra etapa corta, pero quería hacer noche en Piódão y no son tantas las opciones de alojamiento en esta parte de la ruta. Ya alargaremos las etapas otros días.

Nada más salir, nos toca una primera sesión corta de empujar la bici cuesta arriba. Una bajada rápida nos coloca junto a un canal, que seguiremos algunos kilómetros, con alguna que otra pequeña interrupción. La niebla y la humedad le impregnan un aire bucólico.

La placidez de la ruta termina de forma abrupta. Hay que descender por un camino entre grandes piedras, imposible de ciclar.

Y ahí nos sucede un pequeño desastre, que habrá que ver cómo resolvemos. Alguna mala pisada (o varias) y debido a problemas que ya venían de atrás me dejan el pie izquierdo con un preocupante dolor al pisar. Estamos en Lapa dos Dinheiros y seguimos por el GR. Imposible. Si hay que echar pie a tierra veo las estrellas por mucha niebla que haya. Decido volver y rediseñar la etapa para hacerla por carretera. El caso es que pedaleando, más o menos lo puedo sobrellevar, pero otra cosa es ponerse a andar. Bufff, a ver cómo terminamos la etapa… y las que faltan.

Por carretera llegamos, por tanto, 8a Valezim. Ni una tasca abierta en la que tomar un cafelito. Bajamos hasta la iglesia y su pelourinho anexo. El cura se asegura plaza de parking a la puerta de la iglesia, faltaría más.

Seguimos subiendo hasta coronar un puerto a casi mil metros de altitud. Hace un frío que pela. Menos mal que llevo el goretex porque hay que bajar hasta Vide. Impresionante el descenso. Son más de 600 metros de desnivel en apenas diez kilómetros en los que me cruzo con algunos ciclistas que, claro está, van en manga corta echando los higadillos.

Por fin encontré un café muy agradable junto al río Alvôco para tomar algo caliente y comerme la cabeza con el dolor al pisar. En fin.

Sólo quedaba coger el desvío hacia Piódão por una carretera muy estrecha de montaña. Llevaba su tráfico por lo que me esperaba un cierto baño de multitudes arriba. La subida es entretenida, con vistas a un valle realmente profundo en el que se han currado cultivos en terrazas.

Arriba, en Piódão, peor de lo esperado. Pues sí, baño de multitudes a lo grande. Los parkings están a rebosar y se ve, por cierto, bastante motero. A tomar por culo cualquier cosa parecida al encanto. Me apalanco en una terraza a la entrada para comer algo y luego ir a la casa de turismo rural. A mi lado souvenirs a quintales con las típicas casas de Piódão. A lo mejor tenía que haber elegido otra opción como fin de etapa, aunque supongo que a última hora de la tarde una buena parte de las hordas de turistas se habrán ido. Digo yo. Mañana lo sabréis.

Kilómetros totales hasta esta etapa: 947,59.
Metros de desnivel acumulado hasta esta etapa: 18.498.

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📷 Fotografías de la ruta cargadas en el álbum de Flickr.

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