¿Por qué no dejarlo todo para última hora?

by Julen

Sí, ¿por qué no dejarlo todo para el final? ¿Por qué no disfrutar de ese estrés, de esa energía que te carga las pilas cuando no queda apenas tiempo para que termine el plazo? Es una estrategia como otra cualquiera. Si disponías de un tiempo que se dividía a partes iguales en días, horas y minutos, ¿por qué no reorganizarlo todo para que quede comprimido en esos últimos momentos? Seguro que toda esa gente que se dice ordenada no sabe disfrutar de la adrenalina que proporciona el vértigo de llegar al límite. Y encima se dan aires de superioridad moral. Tú siempre llegas; con el agua al cuello, pero llegas.

¿Por qué no ir dejándolo todo para ese último instante en el que ya no queda más remedio que hacerlo? Hay tantas cosas que puedes hacer que no son lo que deberías hacer, ¿verdad? ¿Eso es disfrutar?, ¿estar haciendo lo que debes cuando puedes dedicarte a cualquier otra cosa? Tu método siempre te ha funcionado. Y sin tanto esmero en plannings y tareas, en fechas y tiempos. No, el mundo no funciona así; el mundo funciona con la presión del último instante. Ahí no hay plan B. Solo queda hacerlo, ¿tarde y mal? Frases hechas de gente que se ha hecho mayor.

El tiempo nunca se distribuyó de manera uniforme. Todo el mundo sabe que una hora, sesenta minutos, no se convierte en unidad de referencia absoluta. El tiempo no es kronos; sobre todo, es kairos. Y ahí tú mandas, tu concepción del tiempo es solo tuya. Tú sabes lo que da de sí y cómo se transforma en combustible para que te pongas, por fin, manos a la obra. Prefieres disfrutar del abismo. Nada de remar en aguas tranquilas. El precipicio siempre actúa como una especie de imán con el que, a fuerza de tensión, terminas por convivir en un inestable equilibrio.

Sí, toda esa gente que dice que lo tiene bajo control es porque se aburre y no es capaz de sentir la pasión de que vamos directos al precicipio. No son capaces de entender tu lógica. Es la lógica del hay que hacerlo cuando no queda más remedio. Un potente motor que cuando arranca se acelera por sí solo. No sabe funcionar a bajas revoluciones. Es ahora o nunca. Y no hay más: se trata de acelerar. Todo lo que puedas. Hasta donde te de sí la capacidad. Si luego revientas, pues mala suerte. Era parte del juego.

Así pues, no hay problema. Déjalo todo para última hora. Agóbiate, disfruta de tu propio agobio. Haz ver lo mal que vives. Quéjate de que no hay tiempo material. Socializa tu ansiedad, deja verte con ese rostro de tensión y con esa ira a flor de piel. Sí, esa tan característica de los momentos finales en que no hay forma de buscar alternativas. No las hay, tú lo sabes. Es una forma de ser y de estar en este mundo: es el agobio que te da energía, es cualquier cosa menos anticipación. Sí, una palabra esta, anticipación, que hace brotar en ti una urticaria insoportable. ¿Anticiparse? Pudiendo vivir en el agobio, ¿quién quiere ese remanso de paz?

Elige agobio, tensión y estrés. De paso, se lo cuentas a todo el mundo. Buen plan, ¿no? Procastina.

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay.

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2 comentarios

José Miguel Bolívar 26/05/2021 - 11:17

¡Qué grande! Lo he disfrutado y me he echado unas buenas risas, Jajajaja

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amalio rey 28/05/2021 - 08:26

Yo también me he reído, como JM. A veces me he visto reflejado, quizás mi Yo antiguo, pero a veces mi presente. Lo cuentas como si se pudiera elegir, y es objetivamente cierto que es así, que es una elección, pero tú que eres un tío sabio y sensato sabes que hay una cosa que se llama «impulsos naturales» que tiende a meternos en un molde, en ese tipo de «formas de hacer» que vivimos con más naturalidad. La gente se mueve, «por fábrica», con distintos tipos de motores. Sé que esperar que la última hora nos energice es algo negativo, lo tengo racionalmente claro, pero luchar contra eso a unos les cuesta muchísimo más que a otros, y buena parte del éxito de conseguirlo depende a menudo de cómo venimos diseñados (genética y socialmente). El «donde la anticipación» es un hábito que se educa en modo maratón, y creo que los años ayudan. A más viejunos, más se entiende 🙂

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