16 citas de Fanáticos insulsos, de Pankaj Mishra

by Julen

Fanáticos insulsosYa comenté hace unos días que dedicaría un post para recopilar algunas citas del último libro de Pankaj Mishra, Fanáticos insulsos. Como siempre, esto no es un resumen del libro, sino sencillamente una serie de textos que han puesto a bailar a mis queridas neuronas. Todas tienen en común, eso esí, el toque de atención que representan para cuestionar la forma en que interpretamos el mundo desde nuestra atalaya occidental. Incluyo un breve comentario previo a cada cita.

Un apunte sobre el islam, desde el punto de vista de una Europa que ¿se debería sentir realmente amenazada?:

En efecto, si se examina la diversidad de orígenes nacionales, contextos lingüísticos y jurídicos y de prácticas culturales y religiosas de los musulmanes europeos, la idea de un «islam» monolítico en Europa no parece más que un penoso espantajo. Muchos de los llamados musulmanes de la secularizada Turquía o de las sincretistas Sind y Java serían condenados como apóstatas en Arabia Saudí, cuyo wahabismo fundamentalista es la base de la mayoría de las ideas occidentales sobre el islam.

Y sobre la Europa que se percibe desde el punto de vista de Pankaj Mishra:

La Europa multiétnica es un hecho que no tiene vuelta de hoja y requiere, por tanto, una identidad más incluyente y abierta, una derivada de su presente pluralista y relativamente pacífico y de su futuro supranacional, no de su pasado brutalmente nacionalista e imperialista.

¿Y qué hay de la siempre poderosa mirada desde Estados Unidos? Tomemos, por ejemplo, la referencia de la Primera Guerra Mundial:

En 1917, el presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, manifestó sin rodeos sus intenciones «de mantener fuerte la raza blanca contra la amarilla» y de proteger «la civilización blanca y su hegemonía sobre el planeta». […] A principios del siglo XX la popularidad del darwinismo social había generado el consenso de que las naciones debían ser entendidas como organismos biológicos, a los que amenazaba la extinción o la descomposición si eran incapaces de expulsar a los cuerpos extraños y de conseguir el «espacio vital» para sus ciudadanos.

Mishra en este libro hace frecuentas referencias a textos de Hannah Arendt. Por ejemplo:

Pero, como predijo Arendt, sus fracasos [se refiere a las potencias occidentales] solo han producido una dependencia aún mayor de la violencia, una proliferación de guerras no declaradas y nuevos campos de batalla, y ataques incesantes a los derechos civiles en el propio país; y también una mentalidad exacerbada de dominación, puesta de manifiesto en las amenazas de Donald Trump de cargarse el acuerdo nuclear con Irán y de desatar contra Corea del Norte «un fuego y una furia jamás vistos en el mundo».

Y hoy en día, el peligro del supremacismo blanco es más real que nunca:

La blanquitud, convertida en religión durante las épocas de incertidumbre previas a la violencia de 1914, es hoy el culto más peligroso del mundo. La supremacía racial se impuso históricamente mediante el colonialismo, la esclavitud, la segregación, la guetización, los controles fronterizos militarizados y los encarcelamientos masivos. Ahora acaba de iniciar su fase final y más desesperada con Trump en el poder.

Un texto que bien podría haber escrito Richard Sennett:

En el régimen de desindustrialización y de capitalismo financiero globalizado que siguió a la crisis petrolífera de 1973, el hombre se vería cada vez más despojado de su ética laboral (y de su autoestima) y tendría que cargar con riesgos profesionales antes desconocidos y con una incertidumbre existencial; en la culminación, ya alcanzada, de este proceso, sólo el Hombre de Davos –encarnación hiperconectada del capitalismo– parece ser dueño de un ser y una autoridad especial.

Y con la religión hemos topado:

Este americanismo evangelizador contaba con la ayuda no sólo de la fe «cristiana militante», como lo describió Norman Mailer, en que Estados Unidos «es la única fuerza del bien que puede corregir el mal».

Además de con el homo economicus:

El Homo economicus, que pretende reemplazar todos los demás valores e intereses humanos por consideraciones de coste y beneficio, hace estragos en el planeta: en las relaciones personales y en el lugar de trabajo, en la universidad y en las instituciones políticas. Pulveriza el Estado atento al bienestar, incluso el sentimiento de comunidad, y desprecia la historia y la tradición, con lo que sentencia a cientos de millones de personas a la inseguridad económica y psicológica y al aislamiento en un mundo opaco y hostil.

Dos momentos históricos diferentes, dos tipos de emigración diferentes:

Los inmigrantes de posguerra de las excolonias británicas llegaron a un país que gozaba de pleno empleo, un creciente Estado del bienestar y políticas enérgicas para las clases trabajadoras. Los inmigrantes recientes llegan a un país cuya base manufacturera se ha hundido, su Estado del bienestar está debilitado y sus sindicatos neutralizados.

Y en tiempos recientes, con el acceso de Trump a la presidencia de Estados Unidos, se da la circunstancia perfecta para criminalizar a los migrantes:

Al describir a los inmigrantes hispanos y musulmanes como amenazas para la existencia de Estados Unidos, Trump estaba jugando a un juego cuyas reglas ya habían estipulado los padres fundadores: convertir la difamación racial en la base de la solidaridad entre los propietarios blancos.

Antes de Trump, Obama había aparecido como la gran esperanza que cambiaría el orden, pero aquí tienes algunos datos:

Obama había condenado la guerra aérea en el Sur de Asia por inmoral, debido a su elevado número de víctimas civiles; pero tres días después de su investidura ordenó ataques con drones en Pakistán, y en su primer año supervisó más ataques con un alto número de víctimas civiles de los que había ordenado Bush durante toda su presidencia. […] Tampoco deseaba que lo consideraran un blando en inmigración; deportó a millones de inmigrantes –Trump está haciendo lo que puede por alcanzar el máximo de Obama en 2012: 34.000 deportaciones al mes–.

Conste que también se puede encontrar el vaso medio lleno em mitad de tanto despropósito:

Puede parecer un proyecto quijotesco. Es imposible ocultar la escala de la derrota de la izquierda en las últimas décadas, da igual que la midamos a través del movimiento obrero moribundo, o de los servicios públicos y esenciales privatizados, o de una desigualdad económica de proporciones comparables a las de la Edad Dorada, o de la segregación racial, o de la reacción antifeminista. Pero también es cierto que nunca parecieron más atractivos los ideales de igualdad y redistribución que cuando el liberalismo, que había prometido la prosperidad universal y un mayor grado de democracia, se hundió en el matadero de la Primera Guerra Mundial, seguida de la depresión económica más profunda de la historia.

Otro de los autores a los que cita, Alexander Herzen, le sirve para reconocer el mundo en el que vivimos, donde la economía es lo que manda:

«Igual que el caballero era el prototipo del mundo feudal», escribió, «el comerciante se ha convertido en el prototipo del nuevo mundo.» Por consiguiente «la vida se ha reducido a una lucha perpetua por el dinero…

Y llegamos al momento actual, ¿cuál es el terremoto geopolítico que llega con la covid19?

La Covid-19 ha puesto de relieve que las democracias más grandes del mundo son víctimas de perjuicios que llevan autoinfligiéndose mucho tiempo; también ha demostrado que países con un Estado con gran capacidad de intervención han tenido mucho más éxito a la hora de contener la expansión del virus y parecen mejor equipados para enfrentarse a las consecuencias sociales y económicas de la epidemia.

En realidad, el Estado lleva décadas con «ausencia injustificada», y tareas que muchos países reservan sólo a sus Gobiernos se habían dejado a cargo del mercado: salud, pensiones, viviendas sociales, educación, servicios sociales y prisiones.

Todo esto en medio de la obsesión por americanizar el mundo tras la guerra fría:

En parte como resultado de su influencia, y envalentonados por la retórica de Reagan y Thatcher, políticos de todas las tendencias comenzaron en los años ochenta a desmantelar la protección social, socavar los derechos laborales y a reducir drásticamente los impuestos de los ricos. El proceso se aceleró tras la «victoria» de Occidente en la Guerra Fría, cuando florecieron las fantasías de la americanización del mundo.

En fin, que parece evidente que necesitamos ampliar la mirada a la historia de la que nos hemos dotado. Todo sea por construir un mejor futuro:

La historia moralizante del mundo moderno escrita por sus primeros vencedores –todas esas narraciones sobre el florecimiento global de la democracia, el capitalismo liberal y los derechos humanos que trazan una línea desde la Grecia clásica a la OTAN– necesita desde hace mucho una revisión a fondo.

Imagen de ErikaWittlieb en Pixabay.

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2 comentarios

Iván 16/02/2021 - 13:40

Mucha miga todas ellas desde luego. Pankaj es un autor fantástico, sus ensayos nos ayudan a pensar y a reflexionar.

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Julen 18/02/2021 - 06:38

Ahí le andamos, Iván, moviendo neuronas; hay que mantenerlas entretenidas 😉

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