La pornografía del Big Data

by Julen

Byung-Chul Han escribe en La sociedad de la transparencia que hoy en día todo se mide en su valor de exposición. Cada una de nosotras somos personas en tanto nos convertimos en nuestro propio objeto de publicidad. La «marca personal» se impone sobre lo auténtico, que queda por detrás. Es una marca que se construye por adición de datos hasta configurar un quantified self que dice quiénes somos y qué hacemos. La marca proporciona la cosmética adecuada al dato. El resultado, para Byung-Chul Han:

La sociedad expuesta es una sociedad pornográfica. Todo está vuelto hacia fuera, descubierto, despojado, desvestido y expuesto. El exceso de exposición hace de todo una mercancía, que «está entregado, desnudo, sin secreto, a la devoración inmediata». La economía capitalista lo somete todo a la coacción de la exposición. Solo la escenificación expositiva engendra el valor; se renuncia a toda peculiaridad de las cosas. Estas no desaparecen en la oscuridad, sino en el exceso de iluminación: «Más en general, las cosas visibles no concluyen en la oscuridad y el silencio: se desvanecen en lo más visible que lo visible: la obscenidad».

Los textos entrecomillados de la cita están tomados de Las estrategias fatales, de Jean Braudillard. Byung-Chul Han habla de «la sociedad porno» y basa su definición en la hipervisibilidad en la que vivimos. Nada debe quedar oculto. La «minería» de datos lanza sus artefactos, cada vez más poderosos, para extraer el maná del subsuelo. No hay que mirar al cielo sino a lo que queda por detrás de la inmensa huella digital de la que es imposible escapar. La digitalización pone a los pies del supuesto progreso la materia prima necesaria: los datos.

Hagan o no falta, los datos son el punto de partida para decisiones impregnadas de inteligencia artificial. Con el vaso medio lleno, nuestras capacidades humanas se aprovechan del complemento artificial. Con el vaso medio vacío, perdemos la batalla. Si primero fue la destreza ante el robot mecánico, ahora es nuestra inteligencia la que pierde la batalla. Ya es evidente desde la perspectiva del enfoque de la inteligencia artificial «estrecha», la que se centra en un campo específico y arrasa: nunca más volveremos a ganar a la máquina al tres en raya o al ajedrez. Pero el siguiente paso es vía deep learning y entonces las máquinas y sus algoritmos comienzan a «avanzar» no ya por territorio y reglas conocidas, sino a través de nuevos ámbitos. Aprenden más o menos de la misma forma en que lo hacemos los humanos. Y eso sí que sí es pasar de pantalla.

¿Tiene sentido reivindicar small data frente a big data? ¿Hay que desnudar todo lo que nos rodea hasta que obtengamos todos los datos que están por detrás? La promesa es que esa desnudez de máquinas, objetos y personas nos elevará a un estadio superior en la toma de decisiones. ¿De veras es esto lo que queremos? Terminamos de nuevo con Byung-Chul Han, esta vez en Psicopolítica:

El dataísmo mismo intensifica el aumento de igualdad. El data mining no se distingue sustancialmente de la estadística. Las correlaciones que descubre representan lo estadísticamente probable. Así, el Big Data no tiene ningún acceso a lo único. El Big Data es totalmente ciego ante el acontecimiento. No lo estadísticamente probable, sino lo improbable, lo singular, el acontecimiento determinará la historia, el futuro humano. Así pues, el Big Data es ciego ante el futuro.

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