Desmoronamiento social

by Julen

¿Nos representan? La espiral no parece terminar nunca. El circo agiganta sus funciones. Somos objeto de mercadotecnia, somos público objetivo, segmentos y nichos, somos objeto de análisis. Todo por la causa única y definitiva: el acceso al poder. Disfrazado de servicio público, ya cada vez menos gente cree en los eslóganes de los asesores de campaña. ¿Nos representan? Las instituciones se restriegan por el fango. Cayeron en el infierno de la desconexión: solo parecen existir por su deseo enfermo de autorreproduccción.

La sociedad se resquebraja, explota a los pies del progreso y la eficiencia. El poder continúa con las mismas armas. Quizá ahora con medios más sofisticados de engaño masivo. Los GAFA de turno a sus pies, trabajando en la mina de la persona que cada cual somos. Sea con pico y pala o con dinamita, hace ya bastantes años que lo saben todo de nosotros. Así que, cuando quieren –cuando reciben encargos– tú y yo volvemos a estar en serio peligro. Sí, el peligro de decir lo que quieren que digamos.

Las calles estallan. El telediario es calle inciendiada e incendiaria. Los motivos admiten matices, pero el guion sospechosamente parece seguir un hilo común. Bolivia, Hong Kong, Cataluña, París, Chile. Y después los olvidados, incapaces de generar clics y audiencia en prime time. Sí, los olvidados no cuentan para el imaginario colectivo. Las instituciones, hechas añicos, se reinventan en forma de policía y fuerzas de seguridad: las únicas legitimadas para la violencia. Mientras, la inmensa mayoría de los medios de comunicación echan gasolina allí donde les interesa, allí de donde llegan clics y audiencia. Más de lo mismo. Los medios son el poder.

El progreso tiene estas cosas. Nadie dijo que fuera sencillo y mucho menos lineal. Los gurús de la sociología se dejan dioptrías en sus bolas de cristal y dictan sentencia. Cada cual echa las cartas de su particular tarot para cumplir con la labor sacerdotal que se les ha encargado. De vez en cuando los exhiben en el circo. Emergen en las pantallas para explicar por qué nada es como fue y solo queda esperar. Porque mires para donde mires, por primera vez en mucho tiempo, empiezo a pensar que no, no hay escapatoria.

La imagen es de Manel en Flickr.

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