Recuperar las rutinas

El tiempo se empeña en interrumpir. Las rutinas que aseguraban cumplir con los estándares quedan atrás. Y un día, cuando todo tenía que volver a la supuesta normalidad, el motor gripa. La actividad no fluye. Cuesta entenderlo pero forma parte de cómo somos. Las benditas rutinas se han alejado y aunque es más que evidente que volverán, pasamos por un período de cierto desasosiego. El cuerpo y la mente parecen sufrir con los primeros e infructuosos intentos de volver a lo conocido.

Sí, las rutinas han caído en descrédito. Hoy vivimos del desafío, del reto, de lo nuevo, de la sorpresa y todo aquello que, dicen, nos renueva. Hay que abrazar un estado diferente de ser y estar. Hay que repensar sobre un folio en blanco y volver a dibujar desde cero presente y futuro. Nos recomiendan modificar el itinerario y eliminar cualquier atisbo de repetición. Nos estamos jugando sobrevivir. Dicen.

Mientras, continuo en busca de mis añoradas rutinas. Sé que volverán, que no son nadie sin mí. No entiendo muy bien por qué esta pelea por vivir al margen de quien les proporciona sentido. Las veo allá lejos sin la más ligera intención de regresar. Pero sé que no contamos con alternativa. Ellas y yo sabemos que seguiremos el mismo camino. Creo que en parte se burlan de mí. Caprichosas, saben que pueden hacerlo y no pierden oportunidad. A veces me cuesta recuperarlas más de lo previsible. Y diría que, de una u otra manera, sufro. Hasta que se produce el reencuentro. Menos mal que siempre se produce. Nos necesitamos. Nos entendemos.